Una epopeya de flamenco futurista
Quentin Gas & los Zíngaros publican «Sinfonía Universal Cap. 2», un disco jondo y psicodélico.
Quentin Gas & los Zíngaros publican «Sinfonía Universal Cap. 2», un disco jondo y psicodélico.
Les describen «como si Camarón hubiera grabado con Tame Impala» y, exageraciones aparte, la comparación funciona. Quentin Gas & Los Zíngaros siguen destilando su estilo de flamenco psicodélico (ya anticipado en el álbum «Caravana») y llevándolo más lejos, más alto, hasta el sistema solar. Con «Sinfonía Universal Cap. 2» narran la epopeya del ser humano que, una vez conquistada la tierra, sigue su instinto hacia otros mundos. Y se lleva el flamenco como lenguaje. «Estamos condenados a la inconformidad, y eso tiene su doble filo: por un lado hace que nuestro potencial de supervivencia no tenga límites, y por otro, nuestra alma siempre tiene un agujero que saciar. Por eso, estanos condenados a vagar», señala Quintín Vargas, Quentin Gas.
«Yo siempre he sido un gran aficionado a la ciencia ficción. Autores como Julio Verne,
Aldous Huxley o George Orwell concibieron obras que en su momento parecían imposibles de hacerse realidad pero no eran más que predicciones reales, lógicas basadas en estudios del ser humano, su comportamiento ante la evolución tecnológica y social. El disco cuenta la lucha del ser humano intentando sobrevivir de planeta en planeta. Por eso es ciencia ficción porque aun no ha pasado. Pero mi teoría es que pasará», comenta. También hay un guiño a «Star Wars», y por eso la historia comienza en el capítulo segundo, a la espera de que haya un primero y un tercero. Quentin Gas es hijo de flamencos, pero su hiperactividad le empujó al rock. «Aún recuerdo cuando cogía la escoba para cantar ''The Final Countdown'' de Europe. El flamenco me aburría», explica. Sin embargo, llegó a él de nuevo, por el camino que había abierto el «Omega»... o no. «Pasó solo, sin darme cuenta. No sé si era inevitable por la sangre que tengo, o casual. Sé que estoy muy agradecido a que pasara, porque encontré mi voz».