Una «Partenope» accidentada
«Partenope», de Hendel. Sopranos: Karina Gauvin y Emöke Barath. Contratenor: Lawrence Zazzo. Tenor: John Mark Ainsley. Contralto: Kate Aldrich. Bajo: Victor Sicard. Il Pomo D’Oro. Clave y dirección: Maxim Emelyanychev. Auditorio Nacional. Madrid. 23-I-2016.
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La figura de Partenope ha inspirado varias óperas y ya en 2009 tuvimos ocasión de ver y oír la obra de Leonardo Vinci de 1725 en el Festival de Santander con Antonio Florio. Cinco años después se estrenaba en Londres la de Haendel y casi trescientos años más tarde llega a Madrid de la mano del espléndido ciclo «Universo barroco» del CNDM. Las cosas a veces se complican y así ha sucedido con los artistas programados. El director inicialmente previsto, Riccardo Minasi, hubo de ser sustituido por Emelyanychev al resolver aquel su colaboración con el Pomodoro, a uno de los violines se le murió el padre, otro tanto le sucedió a Philippe Jaroussky suspendiendo ambos sus actuaciones y, para colmo, enfermó el día antes de cantar en Madrid el tenor Ainsley. La gira en la que se presentaba disco incluía París, Coruña, Amsterdam, Pamplona, Essen y Madrid. Todo ello lo explicó Antonio Moral desde el escenario. No se suspendió el concierto, como sucedió en Galicia y la sala estaba de bote en bote, al contrario de la de Pamplona, que sólo ocupó el 50%. El público recibió las noticias sin protestar, lo que viene a ser ya casi una costumbre en la burguesía española, que acepta todo sin rechistar.
Fueron tres horas y media con un descanso incluido, que se realizó durante el segundo acto de la ópera, tras haber estado afinando instrumentos durante cinco minutos en medio del primer acto y volverlo a efectuar después, lo que no deja de ser sorprendente. Evidentemente Jaroussky era el mayor atractivo de la cita para muchos, pero Lawrence Zazzo consiguió que no se le echase de menos por voz y entrega, especialmente tras el descanso y cuando el público se había calentado y empezó a aplaudir tras las arias. La primera ovación le correspondió a Karina Gauvin tras «Io ti levo l’impero dell’armi», una soprano con voz de calidad y caudal que domina el barroco. A la altura de ambos estuvo la soprano Emöke Barath, mientras que en la mezzo Kate Aldrich hubo que valorar más la intención que el instrumento vocal, algo áfono. La indisposición de John Mark Ainsley obligó a cortar buena parte de las arias del tenor, que resolvió dignamente lo que quedó. Maxim Emelyanychev realizó una buena labor dirigiendo desde el clave y prestando atención a la vivacidad de esta ópera semiseria, logrando cautivar a los asistentes.