Netflix tendrá que esperar
Los Oscar premian con tres estatuillas a «Roma», pero dejan al gigante del «streaming» sin su ansiado galardón a mejor película. La Academia tampoco se atrevió a distinguir por todo lo alto una cinta en un idioma que no sea el inglés
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Los Oscar premian con tres estatuillas a «Roma», pero dejan al gigante del «streaming» sin su ansiado galardón a mejor película. La Academia tampoco se atrevió a distinguir por todo lo alto una cinta en un idioma que no sea el inglés.
Podrían haber sido unos Oscar históricos. La única condición pasaba por darle la estatuilla de mejor película a «Roma». Pero, al final, Hollywood sintió el vértigo de quien camina demasiado rápido y se echó para atrás. ¿Por qué premiar a la cinta de Cuarón frente a esa solución intermedia llamada «Green Book» era ir demasiado lejos? Principalmente, por Netflix. El gigante del «streaming» es un recién llegado pero se ha conducido con modales apabullantes gracias a su éxito de suscripciones y el potencial artístico de varias de las películas que viene produciendo. «Roma» era su caballo de Troya para infiltrarse en el meollo de la industria tradicional del cine y dinamitarlo desde dentro.
De hecho, Netflix ya había logrado darle una bofetada al Festival de Cannes, que rechazó sus películas, logrando el León de Oro en Venecia y haciéndose con todos los premios habidos y por haber: dos Globos de Oro, cuatro Baftas, un Goya y una miríada de galardones en los premios de los distintos sindicatos. La guinda era el Oscar y todo apuntaba a las mil maravillas con 10 nominaciones, entre ellas, claro, la de mejor película. En última instancia, Hollywood, que ya ha aceptado a la plataforma en la asociación que integra a las «majors» tradicionales del cine, decidió no jugarlo todo al gigante californiano. Netflix tendrá que esperar, aunque los tres Oscar cosechados por la cinta de Cuarón (director, fotografía y mejor película de habla no inglesa), no son moco de pavo.
El otro factor que hacía de un hipotético Oscar al mejor filme para «Roma» un galardón histórico es su condición de hispanohablante. Nunca una película en otro idioma que no sea el inglés ha logrado el gran premio. Tampoco, por supuesto, una hablada en español, un idioma que hasta el momento ha tenido que conformarse con premios a mejor película extranjera. «Roma» estuvo cerca, muy cerca, de poner a los Oscar a hablar nuestro idioma (y algo de mixteca). Pero Hollywood tampoco a querido fiarlo todo al creciente poder hispano, dejando en evidencia la falta de pulso de la creación norteamericana pura y dura.
Por supuesto, el triunfo de Cuarón como mejor director demuestra hasta qué punto el país azcteca está regenerando la industria norteamericana. En los últimos seis años, cinco mexicanos han ganado en esta categoría: Guillermo del Toro, Alejandro González-Iñárritu (dos veces) y Alfonso Cuarón (otras dos). «Roma» era la más mexicana de todas aquellas cintas («Gravity», «La forma del agua», «Birdman» y «El renacido»), pura memoria sentimental de un país y una época.
El famoso voto preferencial
Hace tiempo que se acabaron las grandes hegemonías en los Oscar. Los premios cada vez están más repartidos y no es rara la ocasión en la que una cinta domina en el cómputo global pero otras se lleva el galardón a mejor película, como ha sucedido este año con «Green Book» y «Roma». La apertura de la Academia a un mayor número de integrantes con derecho a voto, que ya se sitúa por encima de los 6.000, así como la mayor diversidad en gustos y sensibilidades, en gremios y nacionalidades, hacen que la decisión de los académicos se atomice.
Pero si algo está detrás de la elección cada vez más líquida a la mejor película es el «voto preferencial», un sistema que se instauró en 2009, casi al mismo tiempo, además, de que se abriera la categoría de 5 a 10 películas finalistas. El voto preferencial supone que, en vez de elegir una cinta y sumar los de los académicos a cada una de ellas, los miembros eligen del uno al diez sus preferencias. Si hay una clara ganadora con más del 50% de los votos, ahí queda la cosa. Ahora bien, en el caso má probable de que eso no suceda, se retiran las papeletas de los menos votados y se asignan al siguiente en la lista. Eso supone una mayor dispersión de los votos, cada vez más alejados de las mayorías. Y es uno de los motivos de por qué últimamente Hollywood no logra dar con la clave en sus premios.
De hecho, la propia Prensa norteamericana se ha lanzado a degüello, no ya contra la propia ceremonia de los Oscar, sosa y carente de pulso, sino con el galardón para «Green Book», que lo convierte en la mejor película del año. Para «The New York Times», esta elección es la peor de la última década. Lo cierto es que, más allá de gustos y opiniones más o menos fundadas, estos Oscar 2019 han estado más repartidos que nunca.