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Palco y despacho en La Latina

La Razón

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Lina Morgan ha estado muy vinculada a lo largo de varias décadas al Teatro de La Latina, del que fue dueña durante 28 años, hasta 2010, cuando nos lo vendió a Pentación y Focus, empresas hoy copropietarias. Ella empezó haciendo teatro con 12 años. Entró como chica de coro de La Latina y llegó a protagonizar aquí los grandes éxitos del teatro español, como «Vaya par de gemelas» o «El último tranvía». Ella dignificó la revista, el teatro popular, que a veces fue denostado pero cumplió una faceta muy importante en la historia del teatro en España, que no se ha reconocido del todo. Y creó un personaje: admiraba a Charlie Chaplin y a Buster Keaton, y bebía de sus interpretaciones.
Antes de comprar el teatro lo tuve alquilado durante dos años y la fui conociendo. A lo largo de la negociación cenamos 56 veces. Fueron 56 cenas maravillosas con ella en las que me contó su vida, su trayectoria como actriz, lo bueno, lo malo, los éxitos y alegrías, los sinsabores... Era muy recelosa de su vida privada, lo que estuvo muy bien, porque la ayudó a mantener una cierta distancia con el mundo del glamour y del espectáculo, lo cual es muy sano. Era una mujer muy tímida. Yo la conocí cuando ya lo había conseguido todo: había triunfado en teatro, el cine y la televisión. Era una estrella. Recuerdo verla cuando había sólo dos cadenas y veinte millones de personas se sentaban frente a sus programas. En aquella negociación, lo que decantó que mi oferta saliera adelante fue que le propuse que se quedara su palco, su antepalco y su despacho de por vida. Lina tenía claro que quería que se lo quedase alguien del teatro, no que lo compraran para acabar construyendo un edificio de pisos, y que lo mantuviera como tal. De los años que estuvo vinculada a La Latina queda lo que yo considero que es su museo: su despacho. Está intacto, con sus cuadros, sus recuerdos... Y queda que todo el mundo que trabaja en el teatro recuerda a Lina Morgan.