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Paloma Sánchez-Garnica: «La ignorancia es más peligrosa que el conocimiento»

«Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido» trata sobre la liberación que produce el perdón.
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«Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido» trata sobre la liberación que produce el perdón.
Ha escrito una novela de secretos y mentiras que ahonda en lo más profundo de los tejemanejes familiares inconfesables. Una oda en prosa a la liberación que produce el perdón, con la que Paloma Sánchez-Garnica ha ganado el Premio Fernando Lara 2016 –dotado con 120.000 euros–. «Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido» (Planeta) narra la historia de Carlota, una hija bastarda con una vida apacible pero envuelta en una costra de frialdad para blindarse ante el daño que arrastra por un pasado traumático. El libro salió ayer a la venta.
–Carlota lo tenía todo para ser feliz, pero...
–Su pasado condiciona su vida. Sabe que hay algo que no le cuentan, por eso no puede perdonar.
–¿En qué casos es un recuerdo ser fuerte que el olvido?
–En el amor, por ejemplo. El olvido siempre es tuerto e inseguro, como dice Javier Marías. Aparece cuando menos te lo esperas y, si no hay perdón, abre la herida y vuelve a hacer daño. Cuando uno perdona tiende a olvidar. El olvido, aparcado y guardado en la memoria, es una cicatriz que no duele.
–¿Perdonar libera?
–Y no necesitamos que nos pidan perdón. También puedes perdonar sin que exista arrepentimiento del otro. Sí, libera.
–¿Al que perdona o al que pide perdón?
–Más al que perdona, aunque pedir perdón descarga la sensación de culpabilidad. Es un sentimiento salvador.
–Pero a veces se perdona sin olvidar.
–En ocasiones es difícil olvidar. Perdonar es un hecho en sí mismo. No tiene por qué haber reconciliación.
–La novela aborda la conveniencia de contar aquello que ya no se puede cambiar y cuya verdad únicamente duele. ¿Qué me recomienda?
–Siempre es bueno contar, aunque duela, porque da la posibilidad de aclarar, sobre todo a la persona a la que se lo cuentas. Lo que hay que evitar es que lastre el futuro.
–¿Nunca es mejor callar?
–La curiosidad humana nos empuja a conocer aquello que sabemos que nos hará daño y frustrará nuestro futuro, pero que necesitamos saber para comprender lo que somos y por qué hemos vivido así. En ocasiones, es necesario contarlo para poder perdonar. Saber que hay algo y desconocerlo puede llevarnos a huir. La ignorancia siempre es más peligrosa que el conocimiento, porque éste nos da armas para tomar decisiones.
–¿Cuál es la distancia entre el deseo de saber y la necesidad de huir?
–Eso es un conflicto humano que se da en cada persona según sus circunstancias.
–¿Qué no perdonaría?
–Espero no tener nunca que planteármelo. Creo que podría perdonarlo todo, aunque algunas afrentas no haya que olvidarlas. Una de las frases lapidarias que me conmovió e hizo que me pusiera a escribir esta novela fue: nunca podré perdonar a mi padre. Yo soy más feliz cuando perdono.
–El que no perdona tiene rencor.
–Y resentimiento, sensación de revancha. Eso envenena más que la ofensa.
–Si aprendiéramos a perdonar, ¿no habría afán de venganza?
–No. Dar las gracias y pedir perdón son los dos actos más significativos de una buena persona. Hay que aprender a pedir perdón. Y también a perdonar. En ocasiones, tenemos todo para ser felices y nos empeñamos en que no, por comodidad, por no arriesgar, por el qué dirán, por la sensación de fracaso... La felicidad está al alcance de nuestra mano. Todos somos dueños de nuestro destino.
–¿Cómo puede superarse un pasado familiar envenenado?
–Pidiendo perdón y perdonando exclusivamente.
–Carlota es una víctima de esos secretos inconfesables. Siempre ha querido ser distinta. ¿El deseo de ser diferente es la mayor tragedia con que el destino puede castigarnos?
–Carlota es una bastarda, pero vive en su burbuja de familia perfecta hasta que comprende lo que significa la palabra. Nos pasamos la vida anhelando lo que consideramos idílico en otros sin darnos cuenta de que el idilio lo tenemos que vivir con lo que tenemos y somos.
–El violencia de género no siempre es físico...
–Muchas veces es psicológica, una especie de domesticación que carcome la autoestima y duele más. Todavía hay quienes consideran normal que las ninguneen, humillen o desprecien por el hecho de ser mujeres.
–¿Qué tiene la protagonista de usted?
–Ésta es mi novela más personal, pero no por Carlota. He indagado para comprender los conflictos morales y personales que nos rodean. El libro es el producto de lecturas, conversaciones, de lo que he oído y olvidado. Cada personaje lo construí basado en mis vivencias. Es una novela contemporánea. Las otras fueron una mirada al pasado.
–¿Sería una indiscreción preguntarle qué hará con los 120.000 euros del premio?
–Aún no lo he pensado. Tengo dos hijos. Uno de ellos tiene un niño y el otro está en Dubái, así que habrá ocasión para ir a verle. Este premio es una carta de presentación y un reconocimiento que me permite llegar a muchos más lectores.