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Philipe Kerr, el escritor que espiaba a los nazis

Hizo de la novela policiaca su vehículo para convertirse en un autor de culto y fue el escocés quien transformó este género, ambientado en el III Reich, en un interesante híbrido entre la historia y la intriga
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Hizo de la novela policiaca su vehículo para convertirse en un autor de culto y fue el escocés quien transformó este género, ambientado en el III Reich, en un interesante híbrido entre la historia y la intriga.
Hay pocos autores de novela policiaca que además de una bien ganada popularidad, consiguen el estatus de autores de culto. Ése es el caso del novelista escocés Philip Kerr, que transformó la novela negra ambientada en la Alemania nazi en un subgénero híbrido entre la novela histórica y la intriga criminal. Una tipología que ampliada a novelas de detectives con trasfondo histórico de la URSS del gulag o la RDA de la Stasi responde a la etiqueta de «noir totalitario».
La fama de Philip Kerr fue moderada. Distinguido por la crítica, pero no tan reconocido en España como Henning Mankell o Andrea Camilleri, desde que publicara «Una investigación filosófica», que trataba con gran originalidad y crítica acerba la moda de los asesinos en serie, utilizando uno muy sagaz, Wittgenstein, cuyas víctimas responden a nombres de científicos, filósofos y escritores como Darwin, Byron, Kant, Dickens, Bertrand Russell y Sócrates, personas fichadas y acogidas al Programa Lombroso. Tras su publicación, en 1993, la revista «Granta» lo seleccionó como uno de los veinte mejores escritores jóvenes británicos de la década.
Asesinos múltiples
En verdad, Philip Kerr siempre tuvo ciertas pretensiones filosóficas, con voluntad de trascender la convencional novela negra y los asesinos múltiples. En «Una investigación filosófica», el asesino autodenominado Wittgenstein transforma la noción de necesidad lógica del «Tractatus» –«Una proposición será significativa, tendrá sentido, en la medida en que represente un estado de cosas lógicamente posible»–, en una lógica criminal.
Tres años antes de esta novela policiaca con trasfondo filosófico y literariamente crítica, había iniciado la serie de Bernie Gunther que lo convertiría en un novelista popular. En 1989, comenzó la «trilogía berlinesa» con «Violetas de marzo», ambientada en el Berlín de 1936, durante la organización de los JJ OO de Berlín. Junto a «Pálido criminal» y «Réquiem alemán», conforman el «Berlin Noir», serie ampliada hasta la fecha de su muerte con trece títulos, retomada tras quince años de interludio.
La originalidad de Philip Kerr fue situar las peripecias de Bernie Gunther, policía depurado por la KriPo, la policía criminal dependiente de las SS, en la Alemania nazi. No sólo como telón de fondo, sino con voluntad de recrear la época con la seriedad de una novela histórica compleja y con un acusado trasfondo moral.
No era el primero, pero sí el que fundió, ya con perspectiva histórica, la novela negra con la ficción histórica. Su precedente literario, que vivió los hechos narrados y estableció el canon, fue Hans Hellmut Kirst, con «La noche de los generales», llevado al cine por Anatol Litvak en 1967. En ella, mayor Grau, un oficial de la policía de la Wehrmacht persigue a un general de quien sospecha que es un asesino en serie. Kirst es considerado como el mejor cronista alemán de la caída del III Reich.
Históricamente, el mayor Grau fue el modelo de Bernie Gunther: un policía de convicciones izquierdistas, cínico como los detectives clásicos y honrado, aunque viva en un mundo malvado, se vea obligado a trabajar como detective de los líderes del III Reich y participe de su misma inmoralidad. Sus inicios se remontan a 1938, cuando investiga una serie de asesinatos de mujeres arias. Eso le permite a Philip Kerr denunciar la corrupción y maldad del régimen nazi, sus entresijos criminales y la psicopatología desquiciada de los dirigentes que el detective va conociendo: Goebbels, Bormann, Heydrich y Goering.
Como la saga de Bernie Gunther era un «work in progress» histórico, el itinerario de la guerra lleva a Bernie Gunther a Ucrania, regresa a Berlín, a la oficina de Crímenes de guerra, y tras ser capturado en el frente ruso escapa a Argentina y acabará de portero de noche en la Costa Azul, donde conoce al espía y escritor de best seller Somerset Maugham.
Primero, redactor publicitario
Philip Kerr nació en Edimburgo, Escocia, en 1956, y ha muerto de cáncer a los 62 años. Estudio Filosofía en Alemania y trabajó como redactor publicitario para Saatchi & Saatchi hasta que publicó «Violetas de marzo», en 1989. En 2009 obtuvo el III Premio RBA de Novela Negra por «Si los muertos no resucitan», precuela de esas «Violetas de marzo» que lo habían encumbrado. Los dos últimos títulos, «Prussian Blue» y «Greeks Bearing Gifts».
Desde un punto de vista literario, Philip Kerr sigue la moda de la novela histórica policíaca, situándola en la historia contemporánea: la Alemania nazi. Como en los «thriller» clásicos, mientras el detective investiga un crimen, ve aflorar la corrupción como un mal inherente a las sociedades democráticas, algo que es imposible tanto en los países comunistas como en la Alemania nazi. En ningún régimen totalitario se tolera la menor disidencia, castigada con la cárcel, el gulag, los campos de concentración y la muerte. Lo corrobora la novela de Hans Fallada «Solo en Berlín», documento de aquellos años terribles que Philip Kerr ha convertido en el género del «noir totalitario».