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«Postales para un niño»: Teatro de inclusión y de autoayuda

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Autores: Compañía Teatro Más. Director: Pepe Galera. Intérpretes: José Antonio Sotillo, Mª Carmen Pérez, Francisco Llopis, Fulgencio Egea, Pepe Villena... Teatros Luchana. Madrid. Hasta el 4 de enero de 2019.
La mala educación de algunos espectadores dentro de una sala de teatro empieza a ser preocupante e intolerable. Que suenen varios teléfonos móviles durante una representación se ha convertido ya, por desgracia, en el pan nuestro de cada día; pero lo peor de todo es que algunos en los últimos tiempos, no contentos con dejar el teléfono encendido haciendo caso omiso a las advertencias del personal de sala, llegan incluso a contestar cuando reciben la dichosa llamada. Mientras tanto, otros encienden la pantalla para enviar y recibir mensajes y algunos hasta se ponen a hacer fotos con flash. Pues todo eso ocurría a la vez en la misma función de «Postales para un niño». Difícil así meterse de lleno en el juego que propone la Compañía de Teatro Más y disfrutar mínimamente de una propuesta de teatro familiar que, en realidad, intenta apuntar mucho más alto de lo que consigue alcanzar. Ganadora del I Certamen Nacional de Artes Escénicas de Teatros Luchana, la obra dirigida por Pepe Galera, que está interpretada por seis personas sin hogar, tres actores y un niño, trata de erigirse como un canto de superación y de lucha del individuo contra los miedos que cercenan su camino a la felicidad. Un niño que encuentra una postal con el anónimo mensaje «Ven, te necesito» emprende un viaje en busca del remitente y conocerá una galería de personajes marcados por sus particulares y limitadoras fobias vitales. Mejor expresada en su dimensión escénica que textual, la alegórica obra, cuya dramaturgia es en verdad bastante esquemática, no consigue manejar su pretendida elocuencia sin que suene artificiosa desde el patio de butacas. Sí hay un bonito trabajo de luz y de sonido que, no obstante, se resiente por el innecesario estiramiento de algunas de las escenas que ha de ilustrar; aunque todas ellas, eso sí, estén diseñadas por el director y por los actores con la sabiduría y la integridad artística de quienes han sabido comprender la fragilidad del ser humano en el mundo.
LO MEJOR
La capacidad para mirarse en un espejo con humor, como en la escena de los locos
LO PEOR
El fácil y gritón discurso con tintes de autoayuda con el que se finaliza la función

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