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Roger-Pol Droit: «El autor puede haber muerto, pero el texto permanece»

Roger-Pol Droit / Escritor y filósofo. En su libro «Si sólo me quedara una hora de vida» abandona las grandes teorías y las cambia por pequeñas reflexiones fortalecedoras
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Raquel Valdeolivas.- Roger-Pol Droit es uno de los pensadores más destacados de Francia, con más de 30 libros a sus espaldas
Roger-Pol Droit es uno de los pensadores más destacados de Francia, con más de 30 libros a sus espaldas; en su último trabajo da otra vuelta de tuerca a su filosofía y traslada al lector muy cerca de la muerte. En «Si sólo me quedara una hora de vida» (Paidós) cuestiones como ¿dónde está lo esencial? y ¿qué deja huella? Son objeto de reflexión que el pensador acercará a la mente de quien se asome a su libro.
–¿Qué significan para usted conceptos como amor, verdad y felicidad, que son tratados en el libro?
–Amor es el sinónimo de vida, lo que nos saca de nosotros mismos, nos hace existir. No sabemos exactamente por qué amamos, y a la pregunta de por qué me quieres, la única respuesta honrada es: «No sé», aunque nunca hay que contestar eso (se ríe). La verdad es la ilusión necesaria que hace buscar algo tanto a los filósofos como a los científicos. La felicidad es una de las mayores ilusiones de nuestra época, especialmente si creemos que es un estado permanente y no momentos aislados.
–¿Qué le llevó a este libro?
–Después de haber escrito una treintena de volúmenes de historia de las ideas, de explicación de la filosofía, e incluso de ficción, no había dicho en ningún lugar de forma restringida lo que creo. Por eso inventé este dispositivo de «la última hora» para explicar de forma directa y sencilla lo que me parece esencial.
–¿Por qué sólo una hora?
–Porque soy muy perezoso (se ríe). Quería usar el viejo mito de «la última hora», ese momento final en el que se dice la verdad. Aquellas últimas palabras se llenan de sentido independientemente de quién las diga. También quería hacer algo que se pudiese leer en ese tiempo más o menos. Para que la persona que se enfrente a la obra tenga esa impresión de cronómetro y de cuenta atrás.
–El libro está escrito en primera persona, ¿hay algo autobiográfico en él?
–Sí, pero como estoy todavía vivo, no es autobiográfico del todo.
–En su libro dice que «también lo superfluo se hace pasar por lo esencial», ¿qué es para usted lo esencial? ¿cómo se puede identificar?
–A veces es muy difícil porque si decimos que es únicamente lo que nos permite sobrevivir, para esto necesitamos poco, por lo que la lista de cosas sería bastante reducida. Pero hay elementos superfluos para nuestra supervivencia que son totalmente esenciales para la existencia humana, como la libertad, la solidaridad y la dignidad.
–De entre lo que propone, ¿qué haría usted si le quedara solamente una hora de vida?
–Probablemente elegiría escribir, dejar un rastro de mis últimos momentos, porque la escritura es una forma de escapar de esa desaparición. El autor puede haber muerto, pero el texto permanece.
–¿Cree que su libro, de alguna manera, puede cambiar la vida de las personas que lo lean?
–No lo sé, creo que las experiencias que propongo deben servir en cierta forma como desencadenante para que quien descubra mi libro realice pequeños viajes mentales, trayectorias que posteriormente son diferentes para cada cual. Por lo tanto, no digo lo que hay que pensar, pero si uno se encuentra en ese momento, de una hora por vivir, ¿a dónde nos lleva esa situación?, pues eso es algo que depende de cada ser humano. Yo propongo un ejercicio interior que pueda ayudar a descubrirlo.
–En su anterior libro, «101 experiencias de filosofía cotidiana», repasa la filosofía en el día a día, ¿Por qué y para qué la necesitamos?
–Podemos partir de la vida cotidiana inventando cosas que hacer o que imaginar en lo común para descubrir preguntas filosóficas. Lo que me interesa es inventar formas que sorprendan dentro del día a día, porque la filosofía, primero, es una sorpresa. Para que esto suceda hay que empezar mirando lo que vemos habitualmente con un punto de vista diferente.
–¿La filosofía crea personas o viceversa?
–Yo diría que las dos, es un bucle, un círculo. La filosofía construye personas y a su vez las personas hacen filosofía, que es lo bello de esta materia en constante evolución y desarrollo de sí misma.
–¿En qué momento de la vida cree que alguien debería leer «Si sólo me quedara una hora de vida»?
–No tiene edad a priori. «No hay edad para vivir, no hay edad para morir», como decía Sócrates.Y no la hay para hacer filosofía, para aprenderla o para estudiarla.
–¿Sobre qué le gustaría escribir?
–Acabo de terminar «La filosofía no da la felicidad...y tampoco hace falta», que se va a publicar la semana que viene en Francia, así que ahora mismo me encuentro centrado en ese libro y en «Si sólo me quedara una hora de vida».
–¿Piensa en el futuro?
–Sí, como todos los seres humanos.