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Sara Baras: «El truco para bailar es empezar soñando»

Después de interpretar a Juana la Loca, a Carmen o a la Pepa, la bailaora se atreve con «Medusa»
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Después de interpretar a Juana la Loca, a Carmen o a la Pepa, la bailaora se atreve con «Medusa»
Tiene superpoderes: el de la narración de historias con la punta de los dedos, expresar sentimientos arqueando su esbelta anatomía, y, aunque ya sabíamos de la fuerza de la mirada de Sara Baras, con su último espectáculo ha adquirido una nueva capacidad mágica: sus ojos dejan petrificado al público durante una hora y media, hasta que ella decide y el hechizo se deshace aplaudiendo. El nuevo montaje de Baras se llama «Medusa», y lo presenta hoy en La Granja, el 8 y 9 en Perelada, en el Festival de Cante Minas de la Unión (11), Sagunto (12) y Cádiz (14).
–Hay personajes más agradables que una mujer–monstruo mitológica...
–Sí, pero ése era el reto. Yo pensaba que era un monstruo, pero profundizas en su historia y ves que hay una mujer con un corazón que es violada por un dios, Poseidón, e injustamente castigada por otra, Atenea. Por eso, para ir más allá, salió esta Medusa. Llevábamos dos años con la Pepa, que es un personaje positivo que transmite ganas de vivir y alegría. Teníamos que subir un escalón honradamente, honestamente, con una historia complicada.
–Para interpretar un personaje con sinceridad hay que identificarse con algo. ¿Qué le llamó?
–Me conmueve que los juegos de los dioses te señalen de una manera cruel y con el desprecio que le ocurre a Medusa. La ultrajan y castigan con la peor maldad: la soledad. Y la condenan con los pelos de serpiente, los colmillos de jabalí y las garras y le dan el rostro de la muerte. Sufre una maldición horrible de forma injusta. Su historia es la de una chica guapa, bonita y feliz que vivía con sus hermanas en su templo hasta que le pasa aquello. Yo sentí que tenía que defender a esta mujer de la injusticia. Pero todos los personajes de la historia son fascinantes.
–En el espectáculo baila ante la palabra recitada en lugar del cante. ¿Qué retos le plantea?
–He tenido la suerte de bailar con voces alucinantes. Bailé para Camarón, Alejandro Sanz y Chavela Vargas y voces tan especiales que llega un momento en que aprendes y deseas bailar el silencio. Le sacas más ritmo y música que a la propia música. Sentía que era el momento de hacerlo. La palabra es muy bonita y parece que no tiene un ritmo medido pero lo tiene dentro, es increíble dibujar y jugar con la voz. Hay momentos en los que tienes que reaccionar en un segundo. Es un juego precioso.
–Ha bailado el silencio y la palabra. ¿También la sintonía del Telediario?
–Bailo lo que me echen. Es más, creo que mucha gente debería bailar más... que sienta muy bien.
–Le habrán llamado monstrua muchas veces, pero ahora que hace Medusa viene al pelo.
–(Risas) Pues la verdad es que sí, ahora viene clavado.
–Mientras no le digan bicha..
–(Risas) También me lo dicen... ¡ahora más que nunca!
–¿Cuál es el secreto para contar historias bailando?
–Creo que cada uno tiene una voz con la que se expresa. Para mí, el baile es mi voz. No sabría hacerlo de otra manera, y por eso no tengo que forzar nada, aunque detrás haya mucho trabajo. En mi caso, tengo esa necesidad y te sale, es mi lenguaje. Y me ocurre una cosa: cuando entro en una obra así, sueño con ella. El truco está en soñar y en creer y querer. Quiero defender a Medusa y se me iba el alma en ello. Mi objetivo es que no la veamos como un monstruo, sino que veamos al corazón que está detrás. Su forma de mirar te deja de piedra y te mata directamente. Pero tras esa mirada hay una mujer asustada, pensando cómo ha podido ocurrir eso. Y para llegar ahí se empieza soñando. Y si haces que tu equipo crea en la historia y lo defienda, lo puedes hacer. El equipo es fundamental, ha sido un trabajo cien por cien de concentración y de alma.
–¿Qué retos planteaba llevar la historia a escena?
–Llevo bailando cuatro años con José Serrano y existe una conexión bestial, pero es la primera vez que no nos miramos. Yo le puedo mirar, pero él a mí no, porque según la historia moriría. Así que hemos tenido que trabajar de otra manera, sin usar los ojos. Ha sido un trabajo precioso.
–Desde que ha entrado en el personaje, ¿ha sentido las ganas de dejar petrificado a alguien?
–Sí, desde el principio. Soy amiga de la familia de una niña que tiene el síndrome Rett, que es una enfermedad que afecta sólo a las mujeres, así que tiene algo que ver con la maldición de Medusa. Yo he soñado que podría mirar a alguien o a algo y dejarlo de piedra. Y pienso directamente en los virus esos y la crueldad de las enfermedades con los niños.
–Medusa, cuando es violada y pierde su virginidad, empieza su sufrimiento. ¿Cuál es para usted ese valor preciado?
–Creo que en mi escala de valores no hay nada que me pueda doler más que el sufrimiento de un niño. Es algo que no soporto. Cuando sé que les hacen daño, no sé si me sale el pelo de serpiente, pero desde luego, las garras sí... (risas) Soy pacífica, pero hay cosas que te sacan el animal o la fiera que llevamos dentro. Hay mil cosas horribles, pero si me preguntan por algo que me pudiera doler más que nada en el mundo, eso sería el sufrimiento de un niño.
–Ya tiene muchos superpoderes buenos, ojalá tuviera uno malo para eso.
–No estaría mal.

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