Escritores

Saviano: La camorra no es un juego de niños

El autor de «Gomorra», que vive desde hace una década bajo custodia de los Carabinieri tras las condena a muerte por la mafia napolitana, retrata en «La banda de los niños» a los adolescentes que buscan dinero fácil, mujeres y poder

El escritor italiano Roberto Saviano tuvo que abandonar su Nápoles natal tras la publicación de «Gomorra» y aún vive en paradero desconocido
El escritor italiano Roberto Saviano tuvo que abandonar su Nápoles natal tras la publicación de «Gomorra» y aún vive en paradero desconocidolarazon

El autor de «Gomorra», que vive desde hace una década bajo custodia de los Carabinieri tras las condena a muerte por la mafia napolitana, retrata en «La banda de los niños» a los adolescentes que buscan dinero fácil, mujeres y poder.

Lograr un doctorado «cum laude» en mafias y sus sistemas de crimen organizado y vivir para contarlo es una situación muy extraña en el mundo de la palabra impresa. Entre los «elegidos» destaca el infiltrado en la camorra napolitana Roberto Saviano, quien reveló los intersticios del imperio económico en su libro «Gomorra», publicado en 2006. Desde entonces se ve obligado a vivir bajo protección policial después de la «fatwa» emitida contra él por el clan Casalesi. Una década más tarde, y como no podía ser de otro modo, su primera obra de ficción también gira en torno a la mafia, con niños como protagonistas.

El título original, «La paranza dei bambini», resulta de lo más revelador. Amén de significar en dialecto napolitano «grupo de camorristas», «paranza» señala en italiano a una embarcación usada para la pesca de arrastre que emplea la luz para atrapar en sus redes a los inocentes peces. Una metáfora marinera que atravesará todo el libro.

Nápoles en scooter

En la obra conocemos a una pandilla de chavales montados en scooter y quemando puño a todo gas hacia la conquista de Nápoles. Sus apodos son inofensivos, infantiles, ridículos casi: Marajá, Briato, Dientecito, Pichafloja, Bizcochito, Cerilla, Estabadiendo... Aunque gasten zapatillas de marca –robadas, claro está–, lleven tatuados los nombres de sus chicas y humillen a todos, son hijos de familias de clase media... Dentro de sus inmaduros cuerpos, algunos, como Marajá, tienen una mente tan despiadada como carismática. No temen a la cárcel ni a la muerte porque su única meta pasa por luchar para conseguirlo todo, de inmediato, para vivir el «sueño americano», disfrutar del veneno de la peor versión del consumismo capitalista. «¿Quieres el dinero? Búscalo; ¿las armas? Ve y cómpralas. ¿La droga? Mata y coge el ladrillo de hachís», así se retrata el angelito que antes de cumplir la mayoría de edad aprenderá a disparar con pistolas y AK-47 –con YouTube como maestro– sobre las antenas para luego conseguir el control de los barrios, rescatar la droga de los «arrastreros» –o clanes– enemigos y formar alianza con un antiguo jefe en declive –que recuerda a «Il Camorrista» de Tornatore–. Estos nuevos niños de la camorra, pese a ser de la generación 2.0., no eluden ningún rito vinculado a la tradición mafiosa: el famoso juramento de sangre con los miembros del «arrastre», las estratégicas ejecuciones a sangre fría... El sistema no perdona y construye sus propias reglas que todos están obligados a respetar a riesgo de su propia vida.

El autor de «Gomorra» y «CeroCeroCero» nos habla de peces seducidos para formar parte de un sistema criminal, que aunque sean carne de ficción, pudieran ser los investigados por los fiscales antimafia de Italia Henry Woodcock y Francesco De Falco. Adolescentes que salen del aula con el firme propósito de ganar dinero fácil, tener mujeres gratis y disfrutar de la cuota de poder que el hampa les permita con la violencia como afirmación. En pocas palabras: conquistar Nápoles, por las buenas o por las malas, siguiendo los preceptos de «El príncipe» de Maquiavelo, con una imaginación gobernada por los «X-Men», Tarantino, Dan Bilzerian y alguna dosis de Walter White, el Heisenberg de «Breaking Bad». Peces que terminan arrastrados y engañados por la luz criminal; que matan y son matados por dinero, por identidad y por el ansia de poder. Una llamada de atención a los chavales y al conjunto de la sociedad, pero sobre todo a los padres, para que presten atención a esta nueva realidad que no pertenece en absoluto al pasado puesto que se ha prolongado en la era de las redes sociales.

Por primera vez después de la publicación del libro que cambió su vida y le condenó a vivir bajo vigilancia, Saviano escribe esta obra de ficción que no lo es exactamente y que al tiempo podría resumirse como novela-verdad. Sabe de lo que escribe y encuentra las palabras adecuadas así como toda la fuerza del dialecto para contarlo. Quizá lo haga por venganza, para compartir su indignación o acaso porque el deber se lo exige desde su condena en vida... Lo cierto es que a raíz de la publicación de esta novela algunas voces han acusado a Saviano de continuar vertiendo «mierda» sobre Nápoles, otros tildan el libro de demasiado irreal y pretencioso e incluso los hay que opinan que sus ventas se deben al voyeurismo del lector que impulsa a consumir lo que escriba un autor «encarcelado».

De la novela a la TV

Recordemos que el napolitano fue instado a abandonar su ciudad y a su familia para siempre, algo que en un principio se negó a aceptar, pero en octubre de 2008 hubo de claudicar después de que la prensa italiana desvelara que el clan de los Casalesi tenía previsto asesinarle en un espectacular atentado antes de Navidad. A la par que la existencia del escritor se convertía en una pesadilla, «Gomorra» llegaba a las tablas y a las pantallas cinematográficas. Como drama, mereció el premio Gli Olimpici del Teatro y en el séptimo arte, de la mano del director Matteo Garrone, obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Cannes, así como el Cittá di Roma-Arcobaleno Latino. Al año de su estreno, el filme seguía cosechando galardones y se alzaba como el gran triunfador de los máximos premios italianos al obtener siete de los once David de Donatello a los que estaba nominado, entre ellos, el de mejor película del año. El triunfo de su palabra sobre negro y en imágenes no contribuyó precisamente a disuadir a la mafia de sus intenciones y de su exigencia de «vendetta». Según cuenta el propio autor, se refugió en sus obras para sobrevivir a la persecución a la que se veía sometido. Mantenía que era su deber dar a conocer sus investigaciones y despertar a la sociedad civil italiana, impasible frente a su degradación.

Escondido y escoltado

Desde el 13 de octubre de 2006, Saviano –al que Umberto Eco calificó como «héroe nacional»– vive escondido y escoltado por el Gobierno italiano. Pero ni así ha dejado de ejercer su oficio. En 2014, lejos de amilanarse, publicó «CeroCeroCero», una exhaustiva investigación sobre el tráfico mundial de coca, en parte centrada en Los Zetas, los narcos mexicanos comandados por El Chapo. Sus apariciones en público, rodeadas de grandes medidas de seguridad, generan gran expectación. Recordemos que en febrero de 2009 su visita a Barcelona, en el marco del encuentro literario BCN Negra, obligó a los Mossos d’Esquadra a desplegar un dispositivo especial para custodiarlo en todos los actos a los que asistió en la ciudad. Y el momento en el que el autor italiano se reunió con Salman Rushdie –cuando pasaba por idéntica cárcel vital– para intercambiar impresiones o el apoyo recibido por Mijaíl Gorbachov, Desmond Tutu, Günter Grass, Orhan Pamuk, Dario Fo, Saramago y Vargas Llosa. Además de los rotativos italianos «L’Espresso» y «La Repubblica», colabora con «The Washington Post» y «Time» en Estados Unidos, y los periódicos alemanes «Die Zeit» y «Der Spiegel».

La vida del hombre que sostiene que el sistema penal español protege a las mafias y no las combate es una cadena perpetua: en Italia sigue viviendo bajo escolta, 24 horas sobre 24, desde hace 11 años. «Es una existencia difícil porque te obliga a estar encerrado, a menudo en el cuartel. Cuando se vive bajo protección incluso dar un paseo por la calle puede ser un problema, es como si te faltase el aire. Por eso intento pasar mucho tiempo en el extranjero, donde en algunos casos puedo estar solo porque me dan una identidad falsa. Me he habituado a la idea de morir, lo que da miedo de verdad es tener que vivir siempre así», declaraba a «L’Espresso».

Dramático y sin esperanza, «La banda de los niños» es un libro que deja sin aliento. Cada personaje tiene su espacio y su recorrido vital en esta parábola que desciende a los infiernos, para dejarnos un necesario sabor a hiel, como queda en evidencia en la última curva narrativa. Dolorosa. Inesperada. Un poco como la vida, que tarde o temprano regresa para recoger las cuentas pendientes y nos enseña que incluso los hijos de puta, tarde o temprano, encuentran un final a su medida. Un texto que devora y nos devora.