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¿Se pueden destruir las obras de arte de los detenidos de Guantánamo?

La exposición “Ode to the Sea” con más de 30 trabajos de ocho detenidos del controvertido centro de detenciones plantea dudas sobre derechos de autoría y hasta dónde llegan las órdenes del Pentágono. El gobierno de Estados Unidos que ha suspendido el traslado de las piezas artísticas mantiene que son de su propiedad
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La exposición “Ode to the Sea” con más de 30 trabajos de ocho detenidos del controvertido centro de detenciones plantea dudas sobre derechos de autoría y hasta dónde llegan las órdenes del Pentágono
Podía haber sido una exposición más en Nueva York, capital internacional de la cultura en el Centro John Jay College de Justicia Criminal de la Universidad de Nueva York. En cambio, los “artistas” son detenidos del ya de por sí controvertido campo de detenidos en la base naval de Estados Unidos en Guantánamo (Cuba), donde quedan todavía 41 personas. Además el Pentágono, enfurecido por la exhibición, ha cancelado el traslado de obras de arte de los presos fuera de la base, y amenaza con incinerar las piezas cuando los detenidos abandonen Gitmo (nombre con el los militares de Estados Unidos se refieren a Guantánamo, ya que les resulta más fácil pronunciar el código con el que se desgina el aeropuerto). A esto, se añade la protesta de las familias de las víctimas del 11 de septiembre en contra de la exposición y la de los artistas y críticos de arte neoyorquinos, a los que disgusta la censura del gobierno. Por si todo esto fuera poco, y para más contradicciones, las piezas elegidas para la muestra son de calidad. Retratan paisajes, tempestades, barcos, faros, playas o la Estatua de la Libertad en acualeras, pinturas, dibujos o maquetas. Entre los “artistas” más destacados, dos: el que se cree fue guardaespaldas de Osama bin Laden y el confirmado correo de este terrorista saudí, que además es sobrino del conspirador del 11 de septiembre de 2001 Khalid Sheikh Muhammad, también detenido en la base. Pero, al estar en el Campo 7, de máxima seguridad, no se le permite participar en las clases de arte de las que han salido estas creaciones artísticas.
Entre los artistas, se encuentran Moath Al-Alwi, que llegó a la base a principios de enero de 2002, y se le acusa de ser guardaespaldas de Osama bin Laden; Ammar Al-Bluchi, acusado de ser correo de Osama bin Laden, sobrino del conspirador del 11-S Khalid Sheikh Muhammad; Ahmed Rabbani, taxista, víctima de una confusión de identidad; y Khalid Qasim, contra el que no hay cargos formales, que actualmente permanecen en el campo de detenciones. Mientras, también destaca la creación de Muhammad Ansi, detenido sin cargos; Djamel Ameziane, detenido sin cargos, entregado por las autoridades de Pakistán a Estados Unidos; Abdualmalik (Alrahabi) Abud, detenido sin cargos; y Ghaleb Al-Bihani, cocinero de los talibán, que han abandonado ya la base naval de Estados Unidos en Cuba.
La exhibición incluye dibujos, acuarelas, pinturas y tres maquetas realizadas con manteriales que el Pentágono autorizó previamente para la fabricación de las piezas. Entre los mismos, destaca un barco hecho a base de camisetas, cuchillas y mopas.
Desde que la exposición en el Centro John Jay College de Justicia Criminal de la Universidad de Nueva York llamase la atención del Pentágono, debido a su conbertura en los medios de comunicación, el comandante de la base ha cancelado el transporte de las piezas artísticas fuera de la prisión al considerar que las obras son propiedad del gobierno de Estados Unidos. Según la comandante de la Marina Anne Leanos, portavoz del Ejército, “se han suspendido los traslados de los trabajos artísticos hasta que no se revise la política al respecto”. Mientras, el mayor Ben Sakrisson, portavoz del departamento de Defensa, indicó que las clases de arte en Guantánamo continuarán, pero reiteró que su trabajo es propiedad de Estados Unidos.
Incluso, uno de los abogados Ramzi Kassem, que representa a la mayoría de los detenidos, reconoce que en caso de que alguna de las 41 personas que todavía queda en Guantánamo abandone la base, el Pentágono quemará las obras artísticas que haya llevado a cabo durante estos años. Al mismo tiempo, desde el Ejército de Estados Unidos se ha cuestionado que las piezas de la exposición estén a la venta.
Desde que ha saltado la polémica, el periódico “The New York Times” ha publicado un artículo de opinión, firmado por la comisaria Erin Thompson, donde recuerda que la censura de piezas de arte y su destrucción es más propia de regímenes terroristas que de Estados Unidos. Mientras, hace hincapié en que las piezas de esta exhibición no representan ninguna amenaza a la seguridad nacional. Mientras, diferentes asociaciones han condenado la censura de la exposición, que ha recibido también las críticas de las familias de las víctimas del 11 de septiembre. A la vez, diferentes marchantes de arte que trabajan con las grandes casas de subastas de Nueva York se han interesado la exposición al saber que sus obras están a la venta. Les interesa sobre todo la maqueta del barco, debido a que hay un coleccionista estadounidense que compra modelos de ese tipo.
Las clases de arte en Guantánamo empezaron durante los últimos años del presidente George W. Bush (2001-2009). Fue una medida para distraer a los detenidos y evitar sus enfrentamientos con los guardas. Al principio, sólo se permitía dibujar y pintar a los de Campo Iguana que demostrasen un comportamiento ejemplar. En cambio, empezó de manera formal a finales de 2008. Al principio, se censuraban la gran mayoría de los trabajos. En cambio, en 2010, se convirtió en el programa más popular de la base sobre todo con el presidente Barack Obama, el cual estaba empeñado en transmitir la idea de que con él en la Casa Blanca Guantánamo era un lugar más humano.
En un principio, se les esposaba por los tobillos al suelo dentro del Campo 6, y dibujaban paisajes o copiaban fotografías que les proporcionaba el traductor de árabe. Más tarde algunas de las piezas se exponían en la biblioteca de la base, entre las que destacaban escenas de playas y sus países de origen. Entonces, los cursos se hicieron muy populares entre los detenidos a pesar de las restricciones. Antes de 2015 era prácticamente imposible mandar nada fuera de la base. Sí, se empezó a hacer la vista gorda a partir de 2006 con tarjetas de felicitación de cumpleaños. Después se hizo algo cotidiano. Empezaron como reglaos para los abogados o los familiares de los detenidos. En un principio, en la base, se era muy estricto sobre qué imágenes se podían trasladar. Se censuraban los textos que se escribían sobre las piezas por temor a que se mandasen mensajes secretos. Pero, con el paso del tiempo, se rebajaron las estrictas normas para enviar las piezas fuera de la base, como se ha indicado con anterioridad. Según relata el ex detenido Djamel Ameziane en una entrevista en el catálogo de esta exposición, primero empezaron con ceras. Después con pintura acrílica. Más tarde empezaron a desarrollar piezas con caligrafía árabe.