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Literatura

Valencia

«Sic Transit», la muerte era un cómic

Reino de Cordelia recupera la obra de Javier de Juan, una joya publicada en 1984

Modernidad y toros. Una de las páginas del cómic, que mezcla clasicismo y vanguardia
Modernidad y toros. Una de las páginas del cómic, que mezcla clasicismo y vanguardialarazon

Mucho antes de que Neil Gaiman se hiciera famoso con su serie de cómic «Sandman», protagonizada por Sueño y sus hermanos los Eternos, entre ellos Muerte, un español había hecho carne de viñeta a la Parca, convertida en personaje lorquiano y trágico. «Sic Transit o la muerte de Olivares» surgió de la plumilla de Javier de Juan en ese videoclip de creación lúdica e incontrolable que fueron los años 80. Fruto de un encargo de la editorial Arrebato –nombre de resonancias inevitables–, apareció en 1984 en un tomo, dentro de una colección que daba espacio a autores valencianos pero también a algún extranjero. La última página la terminó en el tren, trabajando toda la noche, «cuando había coche cama», camino de Valencia. Dos amigos de allí habían creado este pequeño sello y uno de ellos, que estaba haciendo la «mili» en Madrid, cuando le daban «pernocta» dormía en el piso de De Juan, un séptimo sin ascensor. «¿El formato? Como se hacían entonces: con un papel malo y una encuadernación con un lomillo de tela pegado», recuerda sobre aquella edición, hoy casi incunable. Pese a todo, le soltaron 200.000 pesetas. Que era dinero. «Es que la moda de pagar mal es de ahora, y no sólo en el cómic», dice con retranca el autor. Además, recuerda, «me dieron libertad total, lo que me parecía maravilloso. Yo estaba empezando y no me interesaba comenzar como ilustrador: todas las cosas que hacía eran historias mías. No soy un dibujante de comics, sino un autor». Tres decenios después, la editorial Reino de Cordelia ha recuperado, en una cuidada edición, con prólogo y bocetos, aquella joya que, por su narrativa, su temática y su formato, muchos llamarían hoy «novela gráfica». «En aquella época existían –cuenta el autor–, por un lado, la línea clara y, por otro, la chunga. Lo mío estaba en un punto intermedio, porque yo no funcionaba por etiquetas. Por eso fue una sorpresa cuando el año pasado Jesús Egido, el editor de Reino de Cordelia, me dijo que llevaba años queriendo sacar esto».

«Sic Transit o la muerte de Olivares» es una delicia en blanco y negro en la que asistimos a una historia de amor fatal: la muerte, morenaza a lo Romero de Torres con gabán ochentero, se ha enamorado del diestro del título. Por ser quien es, le dejará lucirse en una última tarde antes de reclamarle para su destino. De Juan por aquel entonces comenzaba a ser conocido, recuerda, gracias a la revista «Madrid», «un pelotazo muy gordo», con la que colaboró por mediación de Felipe Hernández Cava. «De repente el interés se giró hacia este tipo de cosas: todo era nuevo». Él bebía de «Hazañas bélicas» y de «Tintín», pero también de la oleada sorprendente que venía de fuera: Moebius, Guido Crepax, Jacques Tardi, Mattotti, Enki Bilal, Hugo Pratt... «Aquella forma de contar las cosas... Llegó de repente y para mí fue una caída del caballo».

«Sic Transit» surgió de la mezcla de ese caldo de cultivo y la fascinación por el mundo del toro. Sus amigos y él devoraban el «Cossío», «La Tauromaquia», de Pepe-Illo, «El arte de torear», de Francisco Montes. Eran carne de tertulia. «La Maestranza era la catedral. En Sevilla aprendimos el rito de los toros, un rito eterno en el que cada cosa tiene un significado. Y Madrid era la cátedra, la única plaza del mundo que es de temporada: había corridas todo el año, y gente muy mayor que había visto mucho, y ahí es donde aprendimos, donde se juzgaba lo que estaba bien o mal». Hoy, sin embargo, abundan los detractores de la Fiesta Nacional: «Es muy absurdo. Incluso antes de nosotros había una componente ideológica en esto: si ibas a los toros eras facha, cosa que es ridícula. Con lo de lo políticamente correcto, hay poca información en este tema. Los antitaurinos no se enteran».

Y eso que el ya no va a los ruedos. «Me he retirado. Durante unos años estuve siguiendo a Rafael de Paula, a Curro Romero, a Antoñete, a los toreros artistas, gente más de emocion que de técnica. Pero llega un momento en que has visto tantas cosas buenas que es difícil. Tendría que dedicarle muchas horas para volver a encontrar algo que me emocionara».

Arte, tebeos y animación

Javier de Juan (Linares, 1958) se resiste a las etiquetas. «Soy premio Nacional de Grabado. También escribo, hago exposiciones, hay un mural mío en Barajas... Soy un artista, en el sentido de creador. Vivimos en un mundo en el que no te dejan tocar varios palos. Cosa que he pagado cara». Desde 2013 publica en internet «Es el apocalipsis, dile que pase», una serie de dibujos y textos. También dedica sus horas a estudios de «movimiento perfecto»: en febrero realizará unas proyecciones en Tabacalera, en Madrid. Antes, trabajó durante años en un proyecto de animación en Egipto. El integrismo lo echó al traste. «Cuando alguien llamó a esto Primavera Árabe no sabía de qué estaba hablando. Yo sí: era la ruina total».

Ficha

«Sic Transit o la muerte de Olivares»

Javier de Juan

Reino de Cordelia

80 páginas, 17,95 euros