Siri Hustvedt: "No creo que la literatura nos vaya a salvar del fascismo o el neofascismo"
La escritora, que ha reconocido que está escribiendo una novela política sobre la eugenesia, admite que está "aterrorizada" por lo que pueda sucede en las elecciones de Estados Unidos y admite que Paul Auster "está vivo y estable"
Madrid Creada:
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Siri Hustvedt, muy delgada, con jersey negro, un corte de pelo corto y su habitual elegancia, más innata que adquirida, sonreía, pero no se prodigaba en palabras. Respondía a las preguntas, pero no se extendía en ellas. Simpatía y comedimiento. Una álgebra que anuda bien con su personalidad. La escritora ha visitado Madrid de manera fugaz para recoger el Premio Open Bank de Literatura by Vanity Fair, la segunda edición de un galardón que reconoce los méritos de una trayectoria literaria. Una oportunidad que ella ha aprovechado para expresar el afecto que siente por nuestro país - "Tengo un sentimiento muy cálido y cariñoso hacia España"- y, de paso, sumar a ese sentimiento otra razón más, pero esta vez de mimbres más creativos y de merindades más próximas a ella: "Soy una amante de la literatura y de la historia de la literatura, y cualquier novela que se aprecie debe mucho a Don Quijote. Es una herencia bastante rica en ese sentido. Estar aquí es un placer".
La autora, Premio Princesa de Asturias, igual que su marido, Paul Auster. acaba de sacar por primera vez en castellano "El mundo deslumbrante" (Seix Barral), una obra que publicó originalmente en 2014, pero, como ella misma reconoció, ahora está embarcada en un nuevo texto de intrigante argumento del que apenas esbozó unas escuetas pinceladas: "Actualmente estoy escribiendo una novela política que trata sobre la eugenesia. Es una historia de amor que involucra a tres personajes. Estoy trabajando muy duro con ella. He descartado cientos de páginas", explicó.
"Paul Auster está estable, pero no sabemos lo que el futuro nos depara"Siri Hustvedt
Siri Hustvedt no empleó la palabra "política" por casualidad o un advenimiento provisional. La escritora jamás ha escrito desde la altura de una torre de marfil, alejada de los acontecimientos que se suceden alrededor. Como su propia obra certifica, siempre ha estado involucrada con lo que ocurre en el mundo real. Una de sus principales preocupaciones en este momento es el progresivo auge que están teniendo los autoritarismos. "Soy consciente de que estos movimientos también se dan en este país y lo desapruebo. Están aumentando alrededor de todo el mundo, en Estados Unidos, Francia, Italia". Una observación a la que añadió una declaración de tintes que trascendían lo intelectual y que ya frisaban en lo personal: "En mi país está siendo una experiencia terrible sentir la amenaza de volver a perder la republica constitucional, pero entiendo que no estamos solos en esto".
Una alusión velada a Trump y a las elecciones que asoman en el horizonte. "¿Nerviosa? No, estoy aterrorizada por lo que pueda suceder. El resultado no está nada claro de momento. Según nos acercamos a las elecciones, el escenario es más ambiguo. Creo que es fundamental que haya una coalición, aunque no sea de izquierdas, dirigida contra el antiautoritarismo y que esté encabezada por Biden. En los cuatro años de la administración Trump, Estados Unidos ha demostrado cómo depende de las convenciones y de las normas para funcionar. Hay gente que ve la ley como una estatua de mármol, pero esa ley está tan viva como estén vivos los integrantes de ese país. Sin ellas, se pierde cualquier parecido a una república".
La autora, que no es amiga de frecuentar idealismos y perderse en bondades ilusorias, reconoció cuáles son los límites de la literatura a la hora de frenar oleadas populistas, influir en la realidad y cambiar el rumbo de la sociedad. Por eso afirmó: "No creo que la literatura nos vaya a salvar del fascismo o el neofascismo. Algunas poesías y ensayos pueden describir la experiencia de otras personas ajenas de una forma tan vívida que ningún diario podrá acercarse a ellas de mejor manera. Pero solo eso".
Hustvedt también reconoció la dolorosa experiencia por la que ha atravesado el último año. "A mi marido le diagnosticaron cáncer en enero y fue un momento difícil. Pero, después, ha seguido la dinámica de vivir, y vivir con alguien con una enfermedad letal es algo que te cambia la vida, pero eso tampoco lo colorea todo. Mi madre, que murió en 2019, a medida que se adentraba en sus ochenta años me dijo que al hacerte mayor eres más libre, piensas mejor, pero tu cuerpo se desmorona. La expresión carpe diem tiene ahora mucho más sentido para mí que antes. Hoy vivo más en el presente y de una maneras que nunca antes había experimentado". Después aclaró que su marido, Paul Auster, "está vivo. Está estable. Ha sido un año lleno de emergencias debido al tratamiento contra le enfermedad. He hablado con él hace nada y por primera vez está trabajando en algo. Pero no sabemos qué nos depara el futuro. Este es incierto, pero eso no significa que haya esperanza".
Lo que no ha perdido la escritora es uno de los rasgos que mejor la definen: su lado combativo. Esa característica que ha convertido su nombre en una referencia para el feminismo, del que no se olvidó y menos tan cerca del Día de la Mujer: "No fui a ningún evento porque mi vida privada me lo impide. Pero es curioso que necesitemos un día internacional de la mujer. Es una buena idea. Es necesario por el momento en el que nos encontramos. Las mujeres necesitamos un reconocimiento y esta celebración. Pero la idea de un progreso es un mito del siglo XIX. A no ser que actuemos para encarnar todas esas ideas, será fácil que retrocedan, como ha sucedido en mi país. La historia la estamos escribiendo nosotras. No solo el Día de la Mujer, sino todos los días. Imaginad un día internacional del hombre. ¿Lo veríais?".