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Blanca Portillo le ajusta las cuentas a Don Juan Tenorio

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La actriz dirige el clásico de Zorrilla con versión de Juan Mayorga y con José Luis García Pérez en el papel del libertino.
Es difícil resistirse a la tentación de arrancar un artículo sobre «Don Juan Tenorio» dejando que sea el propio José Zorrilla quien explique a su inmoral protagonista en sus propias palabras: «Por donde quiera que fui/ la razón atropellé,/ la virtud escarnecí,/ a la justicia burlé,/ y a las mujeres vendí./ Yo a las cabañas bajé,/ yo a los palacios subí,/ yo los claustros escalé,/ y en todas partes dejé/ memoria amarga de mí». Así enumera sus fechorías el Tenorio al buscar al ganador de la apuesta realizada un año antes con otro crápula de su calaña, don Luis Mejía, en la famosa escena que abre el drama romántico de Zorrilla. Ya vencido en muertos y en mujeres burladas, 72 éstas, Mejía le pregunta: «¿Cuántos días empleáis/ en cada mujer que amáis?». Don Juan responde: «Uno para enamorarlas,/ otro para conseguirlas, / otro para abandonarlas,/ dos para sustituirlas/ y un hora para olvidarlas». Inasequible al pudor, la vergüenza, el honor o los principios, el noble sevillano representa el exceso, la maldad y el hedonismo en su estado más egoísta. Tirso de Molina le dio forma, Antonio de Zamora, Molière y otros autores lo hicieron suyo en sus propias palabras (el de Zamora inspiró el «Don Giovanni» de Mozart y Da Ponte), pero fue Zorrilla, en 1844, el que lo convirtió en un clásico popular, al menos para el público español, tanto que existe la tradición de representarlo cada año en el Día de Todos los Santos –algo que empieza a caer en desuso, aunque aún resiste–. Durante décadas Gustavo Pérez Puig lo estrenó en el Español. En Madrid se han visto decenas de versiones. En los últimos años le han dado voz y rostro Fernando Gil, Ramón Langa, Jesús Noguero, Héctor Colomé, Juan Codina y Cristóbal Suárez, entre otros.
Afecto para «Charlie Hebdo»
El montaje que llega esta semana al Pavón es una coproducción entre Avance Producciones, el Calderón de Valladolid y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. La actriz Blanca Portillo se convierte en directora, y no por vez primera, con un título que tuvo claro que no debía protagonizar ella, pese a que en otras ocasiones se haya metido en pantalones masculinos. «No es un personaje que me interese como actriz. Quiero verlo. No sería capaz de interpretar al Tenorio, me saldría fatal. No creo que una mujer sea capaz de hacerlo. Para eso tengo a este monstruo». Se refiere a José Luis García Pérez, convertido en el libertino del siglo XVI que suma a la apuesta con que arranca la obra otra más: la de conquistar a doña Ana, la prometida de su supuesto amigo Mejía, a la vez que intenta seducir a la novicia doña Inés.
Lo esencial del conocido texto está en la versión que el dramaturgo Juan Mayorga ha realizado. «Mi aportación es modesta», explicó ayer a la Prensa, «los clásicos no han de ser reescritos, han de ser releídos. No se trata de enmendar la plana al escritor». Antes, Mayorga había mandado un mensaje de «afecto y amistad» para la redacción de «Charlie Hebdo», sumado a su rechazo del atentado islamista en París: «Ayer fueron golpeados todos los dibujantes, periodistas, escritores, directores, actores, dramaturgos... todos los ciudadanos que quieren ejercer su libertad haciendo un periódico, mirándolo o yendo a un teatro», dijo Mayorga. García Pérez se sumó a la denuncia: «Lo ocurrido ayer en Francia nos toca a todos». Era necesario decirlo.
Volvamos al «Tenorio». Don Juan recibirá el desprecio público de su padre, don Diego, y del que iba a ser su suegro, don Gonzalo de Ulloa, a los que aquí dan vida respectivamente Francisco Olmo y Juanma Lara. La novicia será Ariana Martínez, actriz que, como otros intérpretes del reparto, Portillo ha encontrado en diferentes escuelas de arte dramático en las que ha buscado talento joven.
Cuenta Portillo que «Don Juan es un embustero, y eso es un punto de partida interesante». La directora remite al Diccionario de la RAE. Busquen «burlar», no voy a reproducir aquí las definiciones pero son interesantes. «Existe un verbo para engañar a mujeres, pero no hay ninguno para mujeres que seducen y engañan a hombres. Desgraciadamente, Tenorio sigue siendo una especie de extraño héroe en nuestro país. No sólo engaña, sino que echa carreras con otros. Su falta de empatía es absoluta. Pero en la calle sigue despertando simpatía», denuncia la directora, que tiene una visión rotunda del mito: «Es un personaje peligroso. Debemos cargárnoslo, si es que sirve de modelo. Es un destructor social. Y eso está en el texto de Zorrilla». Y es que, Portillo hace un símil cuando se le pregunta por la simpatía popular que despierta la criada Brígida (Beatriz Argüello en la función): «Miradlo como si fuera un periódico: una mujer está al cargo de una niña. Conspira con un delincuente para vendérsela y violarla. ¿Dónde está la simpatía? Yo no le veo la gracia». Y es que, dice García Pérez, «nos gusta mucho quitarle el ‘‘Don’’ a Juan Tenorio, aunque quizá no sea el único malvado de esta función».
Portillo y Mayorga han tratado de quitarle así el «polvo y el barniz» a las interpretaciones heroicas del texto. También a las puestas en escena tradicionales. «Visualmente, es absolutamente contemporáneo. Va vestido como tú y como yo. hay mucha gente que cree que el ‘‘Tenorio’’ hay que hacerlo con una pluma y una espada. Pero ahora se sigue matando igual. Es curioso que sus palabras suenen perfectamente posibles cuando va vestido en vaqueros y lleva una ‘‘pipa’’ en el bolsillo», explica la directora. Una puesta en escena contemporánea en la que no habrá fantasmas ni efectos especiales de ultratumba. «No soy creyente. Creo que los fantasmas no se aparecen físicamente. Yo no los he visto. Me parecen muy bonitos en el teatro como fuegos de artificio. Pero eso tiene que ver con otra época», asegura Portillo. Un montaje moderno, a ritmo de blues (Pablo Salinas firma la música), al que Chema Viteri, director del Calderón, pone un único «pero»: «No le perdonaré a Blanca Portillo que no esté la escena del sofá». Ella matiza: «Lo que no hay es escena ‘‘con’’ sofá». Con o sin él, llevan ya el 80% de entradas vendidas. Ya saben, si quieren verlo, corran.