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Deuda «zombificada»: las «subprime» como epidemia

«Banqueros vs. zombis» mezcla economía y serie Z en un espectáculo en el que el público participa mediante una app
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Miguel Ayanz.- «Banqueros vs. zombis» mezcla economía y serie Z en un espectáculo en el que el público participa mediante una app
Cualquier buen aficionado al terror y, en concreto, al subgénero de los zombis, sabe que, más allá del gore, la sangre y el mordisco, a lo largo de las últimas décadas han aflorado toda clase de interpretaciones sobre los muertos vivientes: la voracidad de la sociedad de consumo, la alienación del hombre contemporáneo, la masa frente al individualismo, el terror nuclear... Sumemos una más: la «zombificación» de la sociedad occidental ante una crisis que nos ha convertido en esclavos laborales para poder pagar las facturas y vivir dentro de esa nueva denominación que ha acuñado la calle: el pobre con trabajo. Eso, pero con más humor y chicha –en todos los sentidos– es lo que viene a proponer «Banqueros vs. zombis» (léase «vs.» como «versus», ya saben, «contra»). Detrás de esta idea hay una dramaturga y una directora teatral, Pilar G. Almansa y Dolores Garayalde. Después del 15-M, y tras empaparse de libros de economía, tuvieron la idea: ¿y si la deuda pudiera «zombificarse»? Expliquemos esto: cuando los trabajadores no llegan a pagar sus créditos, negocian con el banco para, gracias a un novedoso suero, convertirse en zombis, trabajadores perfectos que no duermen ni descansan. Aterrador, ¿no?
Para poner en marcha el proyecto acudieron a otro dramatugo, Ignacio García May –estos días tiene en cartel «La Ola» en el Centro Dramático Nacional–. «Lo que me interesó es que la obra habla de varias cosas: algo que está preocupando a todo el mundo pero desde una perspectiva que no tiene nada que ver con el sermón. Permite entrar en un mundo tecnológico y hablar de eso desde un punto de vista menos serio, sin ponernos estupendos», dice García May.
La idea de la «zombificación» de la deuda que manejan bebe de fuentes clásicas: la deuda romana y los zombis haitianos, que originariamente no eran muertos vivientes, sino personas vivas en un estado de trance. Los ciudadanos, en la obra, «están zombificados, que es algo diferente a un zombi. Planteamos una historia en la que unos hermanos inventan un suero que te zombifica: dura entre 5 y 10 años, hasta que te pudres totalmente. Pero trabajando», cuenta Almansa, para quien «la zombificación por deuda acaba siendo un mecanismo de cobro por parte del sistema capitalista».
Sin riesgo de impago
Para García May, la propuesta «utiliza el zombi como la metáfora primordial que es, la del trabajador alienado. No es algo que hayamos inventado nosotros». Y cita una lectura de cabecera para quien este interesado en el tema: «Monster Show», de David J. Skal (Ed. Valdemar).
Explicado el fondo, llega la narración: «Intentamos hacer el recorrido del dinero en escena: empezamos en el Foro Mediterráneo para la Zombificación y las Finanzas, del cual forma parte el público –prosigue la directora–. Y cuando estamos allí nos llega una noticia: van a sacar un nuevo producto a Bolsa que está basado en deuda zombi. Es una analogía con las ‘‘subprime’’. A diferencia de aquéllas, la deuda zombi no tendría riesgo de impago». Protagonizada por Alberto Basas, Roberto Correcher y la propia Dolores Garayalde, la obra cuenta también con varios «cameos» en los vídeos que se proyectan: Pepe Viyuela, Emilio Buale, Carlos Hipólito, Silvia Marsó, Carmen Mayordomo, Martijn Kuiper...
En este punto entra en juego un detalle importante que hay que aclarar sobre «Banqueros vs. zombis»: no estamos ante una obra teatral al uso, sino ante un jardín de senderos que se bifurcan, con perdón de la osadía borgiana. O, para usar un símil generacional –los lectores de entre 30 y 45 años me entederán bien–, una suerte de libro de «Elige tu propia aventura» en versión teatral. Esto se hace gracias a una aplicación para smartphones, Appgree, que permite al público participar en el desarrollo de la función, intervenir, opinar y decidir el final. «Nos vamos a la Bolsa todos y ahí compramos, vendemos, y se crea una burbuja especulativa –cuenta Almansa–. La burbuja pincha, y el público lo que hará será variar su saldo. A partir de ahí los mercados deciden qué hacemos: si pedimos un rescate o si volvemos a lanzar este producto al mercado. O si le damos una vuelta, lo maquillamos y lo volvemos a vender como otro diferente». Lo cual puede dar lugar a un escenario inquietante: que el respetable no se comporte como tal y reproduzca los comportamientos nada éticos de los Lehman Brothers y similares.
La codicia del Monopoly
«Para mí, el objetivo en última instancia es colocar al público en conflicto –reconoce Almansa–. Sospecho que la mayor parte que viene a vernos se identifica a priori con el zombi; sin embargo, de manera implícita le estamos colocando en la situación del banquero. Me gustaría despertar su codicia igual que la despierta el Monopoly».
La duda, explica la directora, era «hasta qué punto debíamos sofisticar el nivel del lenguaje, si debía ser muy financiero o no. Hemos intentado quedarnos en un punto medio de tal manera que, siendo fidedignos a los mecanismos, el lenguaje sea asequible, que haya humor y personajes, y que la obra sea sencilla de digerir por el público». Así que no se asuste si es de los que hubieran picado en lo de las preferentes. «Banqueros vs. zombis» también es para usted.

Appgree: el público es el «broker»

«Banqueros vs. zombis» emplea Appgree, una aplicación mediante la cual los espectadores podrán participar en el desarrollo de la función. Puede hacerse desde cualquier smartphone, siempre que tenga conectividad wifi, y con todos los navegadores excepto Explorer. Explica Pilar G. Almansa que la parte técnica de la obra «es complejísima: primero tenemos que instalar en el teatro una red wifi ad hoc. Luego está la app, que son en realidad dos en una: Appgree y otra específica nuestra que remeda más o menos la Bolsa. Eso se tiene que poder ver a través de un proyector, que además muestra vídeos e imágenes. La parte técnica es ingente». Las posibilidades son variadas: «El público puede comprar, vender, pedir créditos, endeudarse e invertir en empresas. A veces
vota y otras le planteamos preguntas abiertas».

El detalle

«In the Flesh»
En el montaje, los zombis siempre están en pantalla. «Hemos respetado lo que tienen de cinematográfico. En teatro no se pueden representar porque da lugar a risas», explica Pilar Almansa,, que asegura que no han buscado el gore ni el terror, pues la obra va por otros derroteros. En cualquier caso, han tratado de que los que aparecen sean creíbles, para lo que han contado con la ayuda de Truhko-La Kasa del Maquillaje. Su referencia estética: la serie británica «In the flesh».