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El teatro tailandés con marionetas es una forma de expresión artística cuya vida pende de un delgado hilo en una sociedad que se despega de sus tradiciones y convierte a los centros comerciales en el eje de su ocio.
En un modesto local situado en un angosto callejón atravesado por un canal del barrio viejo de Bangkok, la compañía Kum Nai realiza durante la semana varias funciones de teatro con títeres, algunos de ellos de hasta un metro de altura, por lo que para manejarlos bien son necesarias tres personas.
"No recibimos ninguna subvención o ayudas del Gobierno, pero sobrevivimos realizando espectáculos para eventos privados", señala a Efe Noppadol Hongseesakul, uno de los integrantes de la compañía de las Casa del Artista.
El titiritero se lamenta de que en Tailandia este arte cada vez tiene menor número de adeptos y no puede competir ni con el cine ni con el pasatiempo por excelencia de los tailandeses: visitar centros comerciales atiborrados de gente.
Kum Nai nació a partir de la Compañía de Marionetas Joe Louis, formada por el maestro tailandés Sakorn Youngkhiewsod, quién rescató del olvido el arte con los títeres (Hun Lakorn Lek o pequeño teatro de marionetas) en los años 80.
Desde hace unos tres años, el grupo de artistas de Kum Nai ofrece espectáculos gratuitos en Casa del Artista, un local cultural con sabor bohemio, rodeado de las tradicionales casas de madera que los vecinos levantaron hace muchas décadas a lo largo del canal de Bang Luang que transcurre por el barrio capitalino de Thonburi.
Mientras suena la música tradicional tailandesa, por el escenario pasan los títeres del dios simio Hanuman, la princesa Nang Genyakai y personajes mitológicos del Ramakian, que es la versión tailandesa del poema épico indio Ramayana.
Los muñecos, hechos con bambú y adornados con vistosos ropajes y finos bordados, son manejados por tres personas: una se ocupa del cuerpo y de la cabeza, mientras que las otras dos se ayudan de varillas para mover las piernas y brazos.
"La coordinación es muy importante, tienen que inspirar el alma a los muñecos con movimientos suaves y elegantes. La mayoría de los artistas aprenden a actuar en el teatro clásico tailandés antes de iniciarse en las marionetas", explica Noppadol, de 35 años.
En la Casa del Artista, la compañía representa "El rapto de Nang Benyakai", un capítulo del poema Ramakian en el que Hanuman captura a la princesa, sobrina del demonio Thotsakan, y la obliga a casarse con él.
Los muñecos se mueven de forma suave y elegante, con expresivos movimientos de cabeza y de las muñecas que imitan a la danza tailandesa en el escenario, emplazado junto a una estupa o cúpula budista centenaria que forma parte de la casa.
Al terminar el espectáculo se acercan al público, formado por tailandeses y algún turista extranjero, para recoger donativos que destinan a la financiación del local, de su actividad y a los salarios para los integrantes de la compañía.
"Estudié seis años teatro clásico tailandés (Khon) y me especialicé en Hanuman y los personajes de monos. Luego me interesé por las marionetas por el desafío que supone manejarlas y ya llevo 11 años", relata Noppadol, que a diferencia de otros artistas de este mundo no tiene que desempeñar otros trabajos para llegar a fin de mes.
"La mayoría de las historias son piezas cortas del Ramakian, que es como el 'Shakespeare' en Tailandia, pero también se representan relatos de la tradición budista u otros dramas", afirma el artista.
El origen del teatro de marionetas tailandés se remonta al siglo XII, pero la versión actual (Hun Lakorn Lek) fue creada a principios del siglo pasado a partir de los espectáculos de títeres del Palacio Real y las historias del Ramakian.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la tradición estuvo al borde de desaparecer pero resurgió gracias a loas esfuerzos del maestro Sakorn Youngkhiewsod, también conocido por el seudónimo Joe Louis, y quien en 1999 formó la compañía que lleva su nombre y falleció en 2007.