El rostro más salvaje y venenoso de Cleopatra
El montaje se estrena hoy en Buenos Aires con la CNTC. Guillermo Heras recupera el drama que Rojas Zorrilla dedicó a este amor tormentoso
Cuando uno de los hombres más poderosos del mundo llega a una tierra lejana y sucumbe a la belleza de su reina, los elementos están servidos para que la historia pase a la Historia. «A Roma vuelvo», dice Marco Antonio. «¡Oh pena mía! / no te vayas, ya es tuya Alejandría; / hazte señor de su elevado muro», responde Cleopatra. «No es esa la ciudad que yo procuro», sigue el romano. «¿Qué reino?», pregunta la mujer que dominó Egipto. «El de tus ojos por quien veo». «Tuya es el alma, patria del deseo;/ Mas, ¡oh, pese a mi voz! ¡Pese al Dios ciego!». Sabían que la tragedia sobrevolaba sus vidas, o al menos así nos lo legaron los clásicos, como Rojas Zorrilla, en «Los áspides de Cleopatra», un texto muy popular en los escenarios españoles durante el siglo XVIII pero que después cayó en el olvido. Guillermo Heras y la Compañía Nacional de Teatro Clásico lo recuperan hoy en el bonaerense Teatro San Martín, en una nueva coproducción con el Complejo Teatral Buenos Aires, que llegará a Madrid en enero.
Una historia inmortal
Perdida la guerra civil con sus triunviros, Lépido y Octaviano –antiguos compañeros en otra guerra, la que los enfrentó a los asesinos de César, y futuro emperador Augusto el segundo–, Marco Antonio, el gran general, se quitará la vida y tras él lo hará su amada, mordida por áspides (serpientes venenosas, posiblemente cobras del Nilo) en una eternidad inmortalizada por la pintura romántica, el teatro (además del español, Shakespeare abordó también el drama en «Antonio y Cleopatra») y, claro está, el cine. La figura sigue estando de moda: Hollywood ya le da vueltas a una nueva película que se una a las muchas, algunas míticas, sobre la última reina del antiguo Egipto. «La Cleopatra de Rojas poco tiene que ver con los retratos que nos han dejado las crónicas –explica desde Argentina Guillermo Heras en plenos ensayos–. Es mucho más salvaje; tanto, que en la última parte de la obra aparece como una guerrera armada con su arco y flechas que incluso llegan a impactar en el mismo Marco Antonio. Para mí, desde luego, está más cerca de una amazona como Pentesilea que del glamour de la Taylor. Marco Antonio siempre aparece como un contrapunto entre el general apasionado por las conquistas guerreras y la seducción continua con las mujeres». Sin estrenar desde 1978, cuando la llevó a escena la compañía de Luis Ramos, cuenta el director que esta tragedia, «que por contenidos se aparta un tanto de las claves dominantes de los géneros codificados, fue despreciada por parte de determinados críticos de la época y por eso tardó en volver a una escena viva. No conozco ninguna puesta reciente, pero cuando descubrí la obra algo me sedujo inmediatamente. Era una lectura absolutamente libre, ficcional y extremadamente poética de esa historia que ha trascendido tiempo y espacio: la relación entre Marco Antonio y Cleopatra. Sin duda una visión tan personal que cambia nombres de los personajes reales de la Historia, acontecimientos y hasta el lugar donde se desarrolla el famoso final que conocemos por Plutarco, Shakespeare o Mankie-vich. La obra me fascina por el lirismo de varios de sus pasajes, por estar cercana a una estructura de guión cinematográfico y, sobre todo, porque me permitía indagar en uno de mis temas favoritos desde la ficción: el "amour fou"en los términos que planteaba Breton». De hecho, asegura sobre en dónde pone el acento este montaje: «Aunque subyace esa lucha por el poder en toda la puesta, el eje dominante ha sido más el del amor desesperado. Casi una referencia a las endechas y sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz cuando habla sobre eso de que a quien amas no lo haces caso y quien te ama tú desprecias. Cleopatra es deseada por Octaviano, algo que no fue cierto en la Historia, y luego por Marco Antonio; Irene, en la realidad Octavia, está loca por Marco Antonio y desprecia a Lépido, que la adora... Es un laberinto de pasiones cruzadas que, lógicamente, encubría también una lucha encarnizada por el poder de ese Imperio romano siempre en convulsión».
Sobre la recuperación de textos que el tiempo había condenado, como éste, un empeño de los últimos años en la CNTC, Heras asegura que «la condición de todo clásico es que pueda interesar por sus formas y contenidos a la receptividad de los espectadores de hoy, sabiendo que el lenguaje pertenece a otra época pero que el modo de representación (sin necesariamente hacer ninguna "modernez estrafalaria") emocione a una platea actual». Han cortado y limado repeticiones y añadido un prólogo a partir de textos de las «Vidas paralelas» de Plutarco. «Éste puede ser un elemento polémico pues hay "casi"una pretensión de mostrar a los espectadores que luego lo que vamos a contar es como un cuento, una historia de otra época o un homenaje al cine que me fascinaba en mi infancia y juventud. Las películas de romanos, "los peplum", las aventuras, las tardes en los cines de sesión doble en que íbamos a divertirnos y salir de la tristeza cotidiana de un tiempo gris. Sé que esto puede no estar de moda, pero reflexionar sobre el amor y la guerra siempre me parece pertinente. Y Rojas lo hace de una manera clara y diáfana». Y asegura sobre su trabajo: «Mi puesta en escena respeta absolutamente la estructura y la versificación de la obra de Rojas. Para ello he contado con la inestimable colaboración de Gabriel Garbisu, que ha trabajado intensamente el sentido del verso con los jóvenes actores de la compañía argentina». Buscaron actores menores de 35 años, una selección a la que acudieron más de 500 personas, de las que eligieron a 30, con las que han trabajado en un largo taller. Su Cleopatra será finalmente Iride Mockert, acompañada por Gustavo Pardi (Marco Antonio), Mariano Mazzei (Lépido), Anahí Gadda (Irene) y Mariano Mandetta (Octaviano), entre otros, además de dos acróbatas. Si alguien tiene curiosidad sobre cómo un experto en verso español enseña, corrige y asesora a un joven reparto, no se pierdan el ensayo completo de la obra, con Garbisu y los actores, en Youtube: es sólo de audio, sin imagen, pero aun así se trata de un documento ameno e interesantísimo. Han sido dos meses de ensayos con el coreógrafo Carlos Casella, Heras, quien también firma la coreografía, y Garbisu. «Para mí, acostumbrado a todos los acentos del universo latinoamericano, nunca hay problema para trabajar con los actores. Quiero que hablen desde su organicidad y aquí hemos seguido a rajatabla esa máxima. Los actores respetan absolutamente las leyes del verso clásico con su español de Argentina. Puede que moleste a los puristas. Es una cuestión de sentido y placer de la escucha con ese acento», defiende el director. «Lo que he aprendido en este largo periplo hasta llegar al estreno es el placer de contar historias que trascienden el tiempo a través del lirismo de ese español que nunca debimos perder, víctimas de la concisión de los mensajes de móviles, la pereza lingüística y el uso del internet. Oír cada día el texto en las voces de estos actores argentinos ha sido un placer difícil de superar»
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Angelina Jolie, la nueva reina de Egipto
Hollywood anda dándole vueltas a una nueva Cleopatra. Y Angelina Jolie es la estrella elegida para encarnar a la reina en la adaptación de una biografía escrita por Stacy Schiff. Al proyecto, comandado por el productor Scott Rudin y aún en desarrollo, se ha vinculado a directores como James Cameron y Paul Greengrass. El más reciente, David Fincher, se bajó del coche antes de arrancar, según diversas fuentes de internet. El «nuevo fichaje»: Ang Lee, que ha dejado claro en público hace apenas unos días su interés por el proyecto. Casi todo, como con estos grandes proyectos, son rumores y globos sonda de los estudios: incluso se habló de que el propio Brad Pitt fuera Marco Antonio, emulando así con Jolie a la pareja Taylor-Burton.