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El teatro vuelve del más allá en Praga

España participa en la Cuatrienal checa con un pabellón y una instalación que reflexionan sobre la vida
larazon

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España participa en la Cuatrienal checa con un pabellón y una instalación que reflexionan sobre la vida
«Muérete». No es una sugerencia. Es casi un imperativo estético y ético. Es una vía de regeneración. ¿Les suena la palabra? Sin duda hay algo de intención sociopolítica, aunque muy tenue, en el nombre del pabellón que representa a Espana en la PQ15. Esto es, en la Prague Quadrennial of Performance Design and Space, que, traducido para quien no sea «teatrero», es la principal cita, una vez cada cuatro años, de escenografía teatral, un encuentro en la capital checa en la que decenas de países de los cinco continentes muestran lo último en tendencias escenográficas. Estonia se llevó el lunes el principal premio, la Triga de Oro, con su impactante desafío a los límites entre lo ficticio y lo real: una agrupación escénica, Theatre No99, fundó un partido político imaginario que, en dos meses, alcanzó en su país un 25% en intención de voto en las encuestas. Las ideas vistas y oídas en Praga no se limitan a una concepción tradicional del espacio escénico, sino que abren la definición de éste. No se trata tanto de qué escenografías se están haciendo en cada país –aunque este modelo de «muestrario» es una opción abrazada por algunos como México, Chile, Canadá y casi todos los asiáticos, desde China a Hong Kong y Taiwán– sino de investigar con el espacio y los elementos para situar al público ante un concepto.
En la línea de exhibición pura se pueden realizar instalaciones diferentes como el pabellón belga, premiado con la Medalla de Oro, que juega con un diorama estático sobre el que se proyectan imágenes que dan forma a escenografías efímeras, situándose a medio camino entre el catálogo y la idea conceptual.
Estancia tétrica
Otros han optado por abordar investigaciones menos asequibles pero más novedosas, como el trabajo holandés, que busca lugares en la ciudad en los que están ocurriendo prácticas o acciones que consideran teatrales y elaboran un mapa virtual con ellas. Aunque muy diferente, en esa línea está también Finlandia, con una instalación sonora creada por gotas de agua que se deslizan desde unos bloques de hielo. España ha apostado claramente por lo conceptual y participa en esta edición en dos apartados, el de países y el de estudiantes, coordinados ambos por el escenógrafo Jose Luis Raymond, y apoyados por el Instituo Nacional de Artes Escénicas (Inaem, 64.000 euros), Acción Cultural Española (AC/E, 60.000) y la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (Aecid, 30.000), además del apoyo de las cuatro principales escuelas de arte dramático, las de Madrid, Vigo, Córdoba y Sevilla. El primero es un chocante viaje interior, un temprano enfrentamiento con la muerte en el marco del Palacio Colloredo-Mansfeld. Una estancia tétrica con un neón al frente que anima a morir y un altar central, rodeado de vitrinas a pie de suelo con todas las pertenencias que ya no necesitaremos en esta vida. El visitante es invitado a tumbarse en esta suerte de sarcófago y a escuchar un texto del dramaturgo Daniel Sarasola sobre la descomposición de la carne y la apertura a una forma nueva de ver la vida, acompañado de una composición musical de Jorge Bedoya. Porque, detrás del aparente peso de la propuesta, hay una invitación al optimismo, asegura Raymond. «La idea es que estamos en una sociedad cambiante», explica el escenógrafo, «la gente quiere hacer cosas nuevas». Un mensaje para el que se apoyan en la idea del renacer en la escenografía barroca, y también de la suciedad: sobre el visitante, que permanece tumbado dos minutos, se proyecta un audiovisual que recrea gusanos comiéndose al desdichado cadáver. El lunes, cuenta Raymond, un visitante brasileño pidió tumbarse desnudo, acompañado de su familia, y rompió a llorar. Después explicó que había estado dos veces muy cerca de la muerte.
Hermanada a esta propuesta, el pabellón español incluía la intervención «De Profundis» en la Iglesia de Santo Tomás a cargo de dos alumnos de escenografía, Ángela Guerrero Quintana y Manuel Cid Medrano. Ante la entrada, el visitante atraviesa un cubículo cerrado en el que le espera una sorpresa relacionada con los vivos y los muertos. Una vez dentro, es animado a participar, provisto de su «Kit De Profundis», en una acción que aspira a encontrar, en la espiritualidad del lugar, un remanso de paz respecto al bullicio de la Cuatrienal. «Esta obra se basa en tres elementos: el individuo, la instalación y el espacio», explica Cid Medrano. El propio visitante se convierte en una pieza clave de la acción.
Más alegre es la idea de los estudiantes españoles, un pabellón en la Casa de Kafka, edificio que alberga interesantes salas de jóvenes de escuelas de diferentes países, como la del anfitrión, la República Checa, que convierte la escenografía en un dispensador de cerveza para jugar con la identidad nacional; la austriaca, resumida en un minúsculo bar, o la rusa, una masa viva de sábanas que respiran haciendo temblar hasta a la pared. El pabellón español de estudiantes ha sido coordinado entre cuatro escuelas de arte dramático y comisariado por Alicia Blas Brunel. En él han participado todos de forma cooperativa, compartiendo ideas vía Pinterest o Facebook, una escenografía con algo de artesanal y de simbólico y reivindicativo que juega con la idea de los cuatro elementos de la naturaleza e incluye estructuras móviles unidas por elementos que dejan ver los procesos y marcas de construcción, plantas que han crecido junto con el trabajo y guiños desde la escala a la emigración de los jóvenes españoles.

Kubinia es un nuevo país

Sin duda la aportación de las nuevas voces alberga lo más interesante. La sala de los estudiantes serbios es una interrogante en la que cada día suceden cosas diferentes. Algunos estudiantes centroeuropeos han inventado un nuevo país, Kubinia, al que han dotado de pabellón propio. La Cuadrienal permite participar también como región, como Quebec, Taiwán, por ejemplo. Cataluña, que comenzó a participar de forma independiente, pero que en las últimas ediciones se había sumado al esfuerzo español, participa en con su propio espacio, cuya comisaria es Bibiana Puigdefàbregas. Ofrece el trabajo de tres escenógrafos, Alfons Flores, Franc Aleu y Lluc Castells. El nombre del pabellón: «Catalán Ways». Vías catalanas.

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