Cultura

Teatro

Esperanza ante el horror

Osorio y Pascual reivindican el arte en tiempos difíciles en «Mi niña, niña mía».

Goizalde Núñez (en la imagen) comparte reparto con Ángela Cremonte
Goizalde Núñez (en la imagen) comparte reparto con Ángela Cremontelarazon

Osorio y Pascual reivindican el arte en tiempos difíciles en «Mi niña, niña mía».

El campo de concentración de Terezin fue utilizado por los nazis como escaparate para mostrar a Europa una falsa humanidad hacia los judíos. En él se concentraron un gran número de artistas que supieron usar el arte para sobrevivir. Trataron que los niños vivieran con la mayor normalidad, les enseñaban música y hacían teatro, pero cuando la farsa terminó todos fueron enviados a los trenes de la muerte. Sobre ello decidieron escribir Amaranta Osorio e Itziar Pastras coincidir en Avignon. Les hablaron de una actriz checa que vivió en Terezin haciendo teatro con los niños. Entonces, se preguntó Amaranta, «¿cómo alguien en estas circunstancias puede crear belleza? “Este teatro me salvó la vida” –decía la actriz–. Esta forma de resistir nos conmovió y empezamos a trabajar». Por otro lado, prosigue Itziar Pascual, «Sanchís Sinisterra nos recomendó una obra del alemán Didi-Huberman, “Supervivencia de las luciérnagas”, cuya la idea es que el arte, en tiempos de oscuridad es una luciérnaga que ilumina el horror de la noche. Unir a esta actriz checa con este pensamiento fueron detonadores para reflexionar sobre algo que nos importaba, el arte como respuesta, la posición de las mujeres en una acción de resistencia y la relación con la infancia». Estos tres conceptos fueron los vertebradores del proceso de escritura de «Mi niña, niña mía», que se estrena en el Teatro Español con Ángela Cremonte y Goizalde Núñez en el reparto, dirigidas por Natalia Menéndez, que manifiesta: «El texto me dejó atrapada emocionalmente porque me tocaba familiarmente y siento que los movimientos neonazis están resurgiendo y me preocupa. Esta obra es una apuesta por la paz, la resistencia y por el arte como luz».

Para sus autoras, son «dos mujeres, dos tiempos, dos historias unidas por la sangre. La actriz judía [mujer histórica] y una entomóloga [mujer actual] que estudia las luciérnagas y descubre que es una superviviente del Holocausto». Realidad y ficción entre el pasado y el presente, entre la mujer histórica en analogía con esta actriz checa y otra que vive hoy en Europa.

Diálogo entre dos tiempos

Y explica Pascual: «Nos importaba esta conciencia de diálogo entre dos tiempos, porque esos trenes llenos de personas, mujeres y niños enfrentados al horror han vuelto, están aquí. Para nosotras era importante esta conversación y que fuera a través de dos personajes femeninos. Pero tardarán en encontrarse y mientras sucede, lo que vemos es la contemporaneidad de la mujer actual y lo que pasaba en el campo», apostilla Osorio. «La luciérnaga es una metáfora de que la verdadera resistencia se hace sumando muchas pequeñas luces o gestos que pueden salvar una vida. De estas mujeres pequeñitas nadie espera nada y, sin embargo, logran brillar, dan esperanza y resisten desde la oscuridad, cuando nadie las ve».