Fassbinder, vuelve la crítica social
«El matrimonio de Maria Braun» cuenta el devenir del país germano justo al término de la Segunda Guerra Mundial
Hay una impaciencia ya notoria en el ambiente teatral madrileño por la inminente llegada, después de un triunfal paseo de más de 10 años por los teatros de todo el mundo, de «El matrimonio de Maria Braun», un espectáculo dirigido por Thomas Ostermeier, uno de los directores más respetados en la escena mundial contemporánea, que está basado en la película homónima de
Rainer Werner Fassbinder y repasa de manera crítica el sustrato ideológico y social sobre el que se desarrolló la República Federal de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque la trama del film arranca antes del final de la contienda, con el precipitado matrimonio de Maria y Hermann Braun en 1943, la acción de esta adaptación teatral se inicia en la inmediata posguerra, con un país reducido a escombros y ocupado por unas tropas aliadas que tienen que ponerse de acuerdo para poder llevar a cabo la reconstrucción. En ese depauperado entorno en que han de sobrevivir los alemanes que allí quedan, la protagonista, informada de las altas probabilidades de que su marido haya fallecido, se ve obligada a recurrir, como tantas otras mujeres en su situación, al mercado negro y la prostitución.
Un nuevo orden
Después de quedar embarazada de un soldado estadounidense, el verdadero conflicto de la obra estallará súbitamente ante ella cuando Hermann, que no ha muerto, regresa al hogar. «Es una obra que habla del amor y de la guerra, pero en la que hay también una importante crítica social», apunta la directora de los Teatros del Canal, Natalia Álvarez-Simó. En efecto, ya en el original cinematográfico de Fassbinder, que fue considerado como una certera parábola de lo que se llamó «el milagro económico alemán», se apreciaba una mirada escéptica hacia un país que necesitaba sepultar en el olvido su propia historia y su idiosincrasia colectiva para poder reconducir los pasos en un mundo en el que empezaban a primar, por encima de cualquier otra cosa y sin posible vuelta atrás, el poder económico y la especulación comercial. Frente a ello, el personaje de Maria Braun simboliza lo esencial, lo perenne; ella se aferra a su propio pasado y al amor, luchando contra ese inclemente nuevo orden que continuamente la utiliza y la zarandea.
En su propuesta teatral, Ostermeier cuenta con solo cinco actores para dar vida, con el esfuerzo interpretativo y de caracterización que ello conlleva, a los 27 personajes que aparecen en la película. La obra sigue la línea de trabajo de la mítica compañía Schaubühne desde que se fundara en 1962, con Peter Stein entonces a la cabeza, y que se caracteriza por proponer en sus montajes una seria reflexión ideológica y política, exenta, eso sí, de soflamas moralistas. Con un repertorio de más de 30 producciones en el que conviven los autores clásicos y los contemporáneos –la compañía estrena cada temporada una decena de espectáculos–, la Schaubühne, con Ostermeier al frente desde 1999, se ha convertido en el anhelado edén de muchos directores por el hecho de contar, en tiempos difíciles para el teatro, con un equipo artístico estable.