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Teatro

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«Jane Eyre»: Contra viento y marea

Autor: Charlotte Brontë. Versión: Anna María Ricart. Directora: Carme Portaceli. Intérpretes: Abel Folk, Pepa López, Jordi Collet, Gabriela Flores... Teatro Español. Madrid. Hasta el 21 de octubre.

Escena de Jane Eyre
Escena de Jane Eyrelarazon

Las innumerables peripecias de Jane Eyre, tan atractivas y evocadoras en la prosa de Charlotte Brontë, es decir, bajo el código narrativo en el que fueron concebidas, podrían tornarse muy fácilmente molestas y excesivas a la hora de adecuarse hoy a un escenario con sentido y precisión. Sin embargo, solo puede uno aplaudir admirado la ágil y concisa versión que ha realizado Ana María Ricart a partir del prolijo argumento original. Jugando a la analepsis y al monólogo interior, con mucho tino para que la claridad expositiva no se resienta, las tribulaciones de esta mujer -tremendamente libre si tenemos en cuenta la época en que fue escrita la obra-, que busca la dignidad y el sentido de su propio destino contraviniendo muchas veces lo que espera de ella la sociedad, discurren en este montaje, bajo la batuta de Portaceli, con encomiable ritmo y firmeza. En aras de no fracturar el inexorable sentido narrativo de la trama, la directora se apoya en la útil y minimalista escenografía de Anna Alcubierre para aportar un verdadero sentido de continuidad en el movimiento de los personajes y en el sobresaliente manejo de las abundantes transiciones, que se reducen a un leve respiro cuando conviene o que se convierten, por el contrario, en auténticas y completas “escenas-puente”. Asimismo, el uso de la eficaz música compuesta por Clara Peya facilita el necesario viaje imaginario que ha de realizar el espectador por el espacio y el tiempo para seguir cómodamente la vida de un personaje genial que, sin embargo, no necesitaba al final de la obra, porque ya nos había quedado muy claro con todo lo visto hasta ahí, soltar al patio de butacas el discurso de marras sobre lo que quieren o no quieren las mujeres.

Las buenas interpretaciones de Abel Folk, Pepa López, Jordi Collet o Gabriela Flores, entre otros, secundan a la perfección a una Ariadna Gil, en el papel protagonista, que, sin llegar a dar la prestancia que permite un personaje tan sabroso como este, se muestra algo más expansiva y briosa que en otros trabajos anteriores en teatro.

Lo mejor: El ímprobo y talentoso trabajo de adaptación

Lo peor: El personaje era ideal para un lucimiento interpretativo mayor