«La estrella de Sevilla»: una tragedia de Oro
Una de las obras capitales del siglo XVII llega de la mano de Alfonso Zurro para trasladar al público a la época del rey Sancho IV con un guiño a la actualidad: el abuso de los gobernantes hacia el pueblo.
Una de las obras capitales del siglo XVII llega de la mano de Alfonso Zurro para trasladar al público a la época del rey Sancho IV con un guiño a la actualidad: el abuso de los gobernantes hacia el pueblo.
Con dos premios de la Asociación de Directores de Escena, uno a la mejor escenografía para Curt Allen Wilmer, y otro a la mejor dirección, que recayó en Alfonso Zurro, llega a Madrid este montaje de la compañía Teatro Clásico de Sevilla sobre un texto del Siglo de Oro tan valioso por sus cualidades teatrales y su espíritu crítico como enigmático en lo que tiene que ver con su autoría: «La estrella de Sevilla». La obra cuenta cómo el rey Sancho IV, al llegar a la capital andaluza, se enamora de Estrella Tavera, una joven comprometida con Sancho Ortiz de las Roelas, que es, a su vez, amigo de Busto, el hermano de Estrella y regidor de la ciudad. El conflicto estalla cuando el rey trata de conseguir por todos los medios los favores de Estrella.
Con la ambición y la corrupción del poder como temas de fondo, y mezclando algunos hechos históricos con la pura ficción, «La estrella de Sevilla» guarda algunas similitudes con Fuenteovejuna, si bien en aquella las relaciones entre los personajes y las tretas que marcan el desarrollo del argumento llegan a complicarse y enredarse como en un verdadero culebrón. Se ha dicho, tradicionalmente, que la obra tiene una estructura dramática un tanto deslavazada, algo que, en cierto modo, puede complicar de forma considerable su puesta en escena. «Es verdad que esa falta de cohesión puede dificultar la dramaturgia –corrobora Alfonso Zurro–. Afortunadamente, en esta compañía trabajamos de una manera muy conjunta. Investigamos bastante, y luego vamos poco a poco caminando juntos desde el principio hasta dar con el resultado. En este proceso, hemos optado en mi versión por eliminar cosas secundarias y ceñirnos a los personajes fundamentales y a la tragedia principal que están protagonizando». Esos «personajes fundamentales» están interpretados por tres actores que pueden considerarse ya habituales en la compañía andaluza: Rebeca Torres, en el papel de Estrella; Manuel Monteagudo, dando vida al rey Sancho; y Pablo Gómez-Pando, que interpreta a Sancho Ortiz. «Ellos tres son el eje del conflicto –aclara el director–. Y ese conflicto no es otro que la ambición y el enfrentamiento de ese poder con el pueblo. Por desgracia, el abuso de los gobernantes, que a veces parece que estuviese en su ADN, sigue existiendo en nuestros días, y me temo que seguirá existiendo. Es una obra que el espectador puede ver perfectamente desde su mundo contemporáneo. Por eso es un clásico».
El poder de Olivares
El hecho de que el autor primigenio del texto quedase tan oculto detrás de su obra podría tener que ver con la crítica al poder que algunos creen que subyace en la misma tras una lectura profunda, según la cual ese rey Sancho IV del siglo XIII podría ser en verdad un trasunto del Rey Felipe IV, que visitó Sevilla con el conde-duque de Olivares en 1624, apenas un par de años antes de que la pieza fuese escrita en su primera versión. «Sí, se ha dicho que la obra quería mandar un mensaje al Rey para que no siguiese malos consejos, en este caso los de su valido el Olivares, y para que escuchase a un pueblo que empezaba a tener entonces conciencia de eso que hoy llamamos ciudadanía», asegura el director, «quizá este espíritu crítico sea la causa de que el texto fuese retocado y modificado varias veces, como parece que ocurrió».
Atribuida a Lope de Vega hasta 1920, según algunos expertos por meras razones editoriales, «La estrella de Sevilla» sigue sembrando la discordia entre los estudiosos a la hora de señalar al verdadero poeta que la compuso. Si es que se puede señalar a uno solo, porque, según piensan muchos, lo que ha llegado hasta nosotros parece una refundición de distintas versiones. «Cuando te pones a trabajar de lleno con el texto –afirma Zurro– tienes la sensación de que ahí debió de meter mano bastante gente; creo que, por unas cosas o por otras, hubo varios autores. Eran cosas que ocurrían entonces». Esa sensación de pluralidad de autores fue la misma que tuvieron en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) cuando Eduardo Vasco, a la sazón director de la misma, montó la obra en 2009. Y es precisamente esta Compañía Nacional, ahora con Helena Pimenta a la cabeza, la que ha querido invitar a Zurro y a su equipo artístico a mostrar en el Teatro de la Comedia el resultado: «Es una felicidad para nosotros llegar a La Comedia. Y es muy bonito porque, además, es reconocer, por parte de la CNTC, que fuera de Madrid, y en este caso en Sevilla, también amamos a nuestros clásicos y hacemos teatro con una dignidad altísima y una gran verdad. Nos gusta que la CNTC venga a Sevilla, como hacen todos los años, a traernos un espectáculo; y nos gusta también que ahora nos inviten para contrastar con ellos el trabajo que nosotros hacemos aquí».
Precisamente fue Sevilla una de las ciudades más prósperas de Europa durante los siglos XVI y XVII y uno de los principales focos culturales en esa España el Siglo de Oro. «Esta ciudad –confirma Zurro– tuvo una gran importancia en nuestra historia teatral y literaria con sus corrales de comedias, con los amoríos que en ella hubo y que tanto material dieron sobre el que escribir, con las huellas de los autores que nacieron o pasaron por aquí y escribieron sobre la ciudad...». Entre ellos, Francisco de Rioja, Fernando de Herrera, Cervantes, Mateo Alemán o, cómo no, los dos escritores que más se han disputado la autoría de «La estrella de Sevilla»: el murciano Andrés de Claramonte, que vivió muchos años en esta ciudad, y Lope de Vega, que dejó escrita una hermosa letrilla en «El amante agradecido» alabando el esplendor de Sevilla en aquel tiempo: «Vienen de Sanlúcar / rompiendo el agua, / a la Torre del Oro, / barcos de plata».