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Menos guapa que en el cine

larazon

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Ha habido muchas Cleopatras en el cine, pero sólo una es casi mítica, la que en 1963 interpretó Elizabeth Taylor a las órdenes del director Joseph L. Mankiewicz. Ganó cuatro Oscar y fue un éxito de crítica y taquilla, con 5,7 millones de dólares, la mayor recaudación del año que, sin embargo, no fue suficiente para cubrir los cuarenta y cuatro que costó en total, un presupuesto desorbitado que, en su momento, casi llevó a la ruina a los estudios Twentieth Century Fox. Hasta 1973 no lograron amortizar la película, que sigue siendo una de las más caras de la historia. Preguntado por sus referencias cinematográficas, Heras no duda en responder. «Por supuesto que he intentado ver el máximo de películas sobre Cleopatra, alguna de ellas muy malas, varias incluso serie B y hasta un par "pornos". La más mítica es la que sublimó Hollywood a través de Elizabeth Taylor, pero a mí me encantan Claudette Colbert, Vivian Leigh, Lindsey Marshal y, sobre todo, Theda Bara. La nuestra puede que tome parte de ellas pues llevo tanto tiempo pensando y soñando con hacer este texto de Rojas que he visto, leído y estudiado una gran cantidad de materiales. Por supuesto que esta puesta está atravesada por mi "educación sentimental"cinéfila, pero sin olvidar que el teatro es un lenguaje específico y que no puede competir en ciertas zonas con la espectacularidad del cine». Lo cierto es que «Cleopatra», de Mankiewitz, se ha convertido en un mito, no sólo por los problemas inherentes al rodaje, sino, también, por el romance tórrido que protagonizaron Richard Burton y Elizabeth Taylor (un amor que es tan famoso como el propio filme y, probablemente, tan mítico como el de Marco Antonio y Cleopatra). Su relación inundó las páginas de los periódicos y hasta fue glosado, en uno de sus célebres retratos, por Truman Capote (siempre tan irónico como correosamente detallista). La reina de Egipto, por su parte, continúa siendo objeto de discrepancias entre los historiadores, que siguen biografiando su figura. Parece que no era tan bella como el cine nos ha hecho creer, pero que, en cambio, poseía una inteligencia capaz de rendir a sus pies a cualquier general de Roma.