Teatro

Francia

Rossy de Palma: «La pena es un material riquísimo para crear»

Experta en sacar beneficio de las situaciones contrarias a costa de los golpes de la vida, presenta en el Español para seguir haciendo terapia con su «Resilienza d’amore»

Rossy de Palma: «La pena es un material riquísimo para crear»
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Resiliencia: capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Palabra de la RAE. Sin embargo, para Rossy de Palma va mucho más allá de una simple definición. Es el término que, conjugado en todas sus versiones, la ha llevado a quererse a sí misma. Tan esencial como el respirar y algo que, sin embargo, no ha podido decir hasta hace apenas cinco años. Desde entonces, es otra. Rebelde como siempre, concentra ese bien que en su día fue mal en un torbellino que se sube al escenario del Español durante este fin de semana con «Resilienza d’amore».

–¿Qué le viene a la cabeza cuando le mentan los inicios del proyecto: Dalí, Picasso y Lorca?

–De Picasso me sabe mal no tener «copyright», me gustan más sus grabados que sus obras más conocidas. A Dalí sí le he estudiado mucho y me fascina; y Lorca está ahí: hemos crecido con su mundo, su poesía y marcados por la forma en que murió, ya había hecho recitaciones lorquianas. Son universos que ya había transitado, que no me son ajenos.

–¿Y cómo se ensambla todo?

–Cuando el Piccolo de Milán me encargó una obra sobre surrealismo con matices de Dalí y Lorca, les di esa sinopsis de la cebolla. De que cuando era pequeña desguazaba los juguetes porque necesitaba saber qué se ocultaba en su interior y me daba cuenta de que detrás de las capas sólo habitaba el vacío. A fuerza de desmembrar cosas y no conseguir nada de ellas fui comprendiendo esta analogía en la que digo que la vida es como una cebolla: llena de capas, que no hay que apresurarse a pelarlas porque al final lo que nos queda no es más que la humedad de las lágrimas que hemos vertido mientras la pelábamos. Luego esperé y esperé para quería que naciera del inconsciente porque tanto el surrealismo como el dadaísmo, que fue de mis primeros amores como poeta, me descubrieron que había otro mundo. Sin saber nada, con un descubrimiento de una poesía dadaísta comprendí que había otro mundo al que pertenecía de una manera inconsciente. No viene de una premeditación, se acercaba la fecha y no tenía prácticamente nada, quería que naciera solo. Hacer el vacío y algo que habite y se exprese a través de ti. Muy arriesgado, pero muy excitante.

–¿Queda espacio para la improvisación?

–No, los números están cerrados. Sí se deja sitio a la creación espontánea, que no haya premeditación. Una vez la pieza ha nacido se mantiene como es. Es como un collar de perlas, cada una ya esta cerrada en sí misma, aunque son todas hermanas por ir engarzadas unas a otras a través de la cuerda que las une, el hilo conductor. Son piezas redondas como una perla. Raras y redondas.

–Dentro de ese símil de las cebollas, ¿se trata de un vacío al que hay que llegar?

–Es como cuando Ulises llega a Ítaca: «Vaya isla más pequeña y decepcionante». Pero nadie le había dicho que fuera increíble, por eso el viaje hacia allí, cada etapa, es lo que hizo de su vida algo maravilloso. El destino al fin y al cabo ya lo conocemos, sabemos lo que nos espera a todos. La cebolla es eso, cada vivencia.

–No es una obra, no es un monólogo... ¿Qué es?

–Un recital, un solo. Es dadaísta, surrealista y, luego, la resiliencia viene a decir cómo es el arte para mí. No podría haber sido otra cosa que artista porque es algo súper terapéutico. Ese descubrimiento de la poesía dadaísta de pequeña me dio la esperanza de que había un universo que me correspondía, aunque no lo viera en ese momento. En el mundo del arte la pena puede ser un material riquísimo para crear y en el que transformar una experiencia traumática en algo bello, es liberador y sanador. Eso es lo interesante, la resiliencia es la capacidad de salir reforzado de una vivencia traumática inclusive con ese material traumático transformarlo en algo bello

–¿Ha necesitado mucha resiliencia a lo largo de su vida?

–Sí, todo el rato. Soy una resiliente total. Esto que hago en el teatro es una excusa para resiliarme con público, comparto mi momento sanador.

–Con esta «Resilienza» deja el poso de que le costó quererse.

–A todos nos cuesta. Por supuesto que me ha costado quererme, habré empezado hace cinco años a ocuparme de mí misma, sin necesidad de que me quiera otro ni nada. Muchos de los problemas sentimentales de hoy no existirían si la base emocional de cada individuo estuviera bien anclada. No entiendo cómo no enseñan en los colegios, antes que cualquier otra materia, la neurolingüística, te enseña a saber lo que es una sensación y a diferenciar todo esto que al ser humano confunde muchísimo. Es más importante inclusive que las matemáticas: en la vida no vuelves a hacer una raíz cuadrada, pero estos estudios te acompañan siempre.

–Nueva propuesta para Educación...

–Está instalada en la necedad. El sistema no evoluciona al paso del ser humano. Hay que enseñar lo que se va a necesitar en un futuro cercano para no quedarnos obsoletos.

–Otra de las cosas que transmite es la importancia de rebelarse.

–No me adapto a lo impuesto porque sí, me coloco donde estoy cómoda. Estás condenado en esta sociedad y este sistema montado en torno al ojo del gran hermano que nos vigila y nos tiene azotados, pero luego siempre hay rendijas por las que se puede escapar. Como artista tienes que ser libre, es una obligación.

–Y a todo esto, ya hace una década que no pisa Madrid. ¿Qué Rossy de Palma se vio entonces y cuál viene ahora?

–De lo que tengo ganas es de que me vean aquí un poquito también porque eso de no pisar tanto tu tierra... He hecho mucho teatro en Francia, en abril estreno en el Piccolo grande una mega producción de Brecht y lo que quiero es traerlo un poco aquí, que se vea algo. Traer esta «Resilienza» creada por mí de arriba a abajo me da mucha satisfacción.

–Y, además, en el Español.

–¡Bueno, le tenía unas ganas...! El otro día subí a Instagram una foto besando el suelo del escenario. Es historia viva del teatro y esos espíritus que lo habitan espero que me protejan y me acepten. Voy a hacer el amor con el Español y os invito a todos a que vengáis a hacerlo conmigo. Tiene que ser un goce.