Teatro
Silvia Zarco, la profesora de la España vacía que rompe moldes en Mérida
La autora y maestra regresa a las ruinas romanas con 'Ifigenia', un hecho insólito en el festival clásico
Silvia Zarco regresa a las ruinas del Teatro Romano de Mérida y se lo toma como “una nueva oportunidad de realizar una terapia colectiva”: “Primero, terror, y después, la compasión para llegar a la catarsis y llorar juntos”. La autora, filóloga y profesora quiere convertir el festival emeritense en “una pequeña isla utopía que nos haga mejores, llevar al público la esencia del teatro griego y buscar el origen del ser humano”.
En concreto, Zarco vuelve a Mérida con la misma 'Ifigenia' (dirigida por Eva Romero) que presentó el año pasado, todo un hito, y busca destapar de nuevo el error trágico que, como decía Konrad Lorenz, demuestra a la humanidad como una especie violenta. Es el etólogo uno de sus nombres de referencia junto a Buero Vallejo e Ignacio Amestoy, entre otros. Durante su charla con LA RAZÓN, acude a ellos constantemente. La maestra tomó del austriaco la idea de que es imposible separar al ser humano de su naturaleza animal: “No sabemos comportarnos como especie no natural y no vamos a ser capaces de frenar la violencia. Hay un terrible peso de la naturaleza en nuestras relaciones”, apunta.
Lorenz señaló la necesidad de una descarga catártica física para despegarnos de ese destino y la profesora, obediente, se ha entregado al deporte y también, por supuesto, a la palabra y a la educación, aunque es consciente de que únicamente con esto último “es muy complicado apartarse de la violencia porque las humanidades no se trabajan en el sistema educativo. No hay asignaturas que lleven a una reflexión lenta”. Denuncia la autora que cada vez somos “más consumidores y menos ciudadanos”, y que “los jóvenes y la sociedad en general destilan soberbia, prisa y afasia, lo que va en contra de la terapia colectiva”.
Entre los antídotos para combatir esos “males”, la autora receta “prudencia”, para la soberbia, y “diálogo”, ante la afasia. Y sentencia: “Educación y democracia nacieron juntas; y los conflictos se resuelven con las palabras”.
Justamente las palabras son los pilares sobre los que se apoya su 'Ifigenia', donde Zarco acude al kilómetro cero de la violencia contra las mujeres, en concreto, a la Guerra de Troya, “de donde viene la actual realidad de Occidente”, afirma antes de poner sobre la mesa datos de la ONU: “El 80% de los refugiados son niñas y mujeres; y cada cinco minutos, una es violada”, sentencia.
De este modo, la función rebusca en la raíz del problema actual para incorporarse a un viaje iniciático para, a partir de ahí, “renacer en la tragedia”, apunta parafraseando a Buero. También aprovecha la ocasión para acudir a Amestoy y su sentencia de que “el error está documentado en las tragedias”.
Ifigenia sirve así para cumplir la máxima del dramaturgo vasco, pues la suya es la primera muerte violenta de una mujer en la literatura occidental: Agamenón, su padre y jefe del ejército griego, sentencia y siembra la raíz de la violencia contra niñas y mujeres en el origen de nuestra civilización. “Siguiendo el rastro de sangre de Ifigenia”, continúa el programa de mano, “llegamos hasta el sacrificio de Políxena, princesa troyana, y el hallazgo nos incendia la rabia en la garganta: la Guerra de Troya terminaba como empezó, inundando el mar de sangre virgen...”.
Tejida a partir de tres tragedias clásicas, por las que transita la épica de la victoria griega en Troya, la pieza aborda el altísimo coste que tuvieron que pagar las mujeres para que los hombres alcanzaran la gloria. Buen ejemplo de ello son Hécuba y Clitemnestra, reinas de vencedores y vencidos, madres de las asesinadas y quienes albergan en su vientre una herida salvaje que se abre.
“Los clásicos no son un ejemplo, pero sí tienen el poder del autocuestionamiento. Nos ofrecen una mirada actual sobre las penumbras”, advierte la profesora. En este caso, Zarco pone el foco sobre esas dos madres que, “antes de llegar al extremo, abogan por el uso de la palabra”.
Y es esa misma filosofía la que esta profesora del IES Siberia Extremeña (en Talarrubias, Badajoz) trata de implantar en sus clases: “No tendremos futuro si no habilitamos espacios, como las aulas en las que se están conformando las mentes de las nuevas generaciones, en los que se propicie una reflexión lenta. A día de hoy, el diálogo está secuestrado porque no hay espacio. Vivimos a base de inputs de diez segundos. Ruido. No hay tiempo para que la palabra incendie nada a través de la razón. Llevo años desencantada. Estoy muy descontenta. Cada día soy más pesimista. Se pierden horas de filosofía, griego, latín... No sé a qué lugar nos llevará esta deriva. Solo me queda el teatro”.
Las salas de ensayo en las que lidera Párodos Teatro y los escenarios son el refugio de Zarco. El lugar en el que se aleja del “mundo seccionado” que nos vende la televisión y en el que trata de salvar a sus alumnos: “No podemos controlar lo que nos viene de fuera”. La maestra lucha contra el tiempo y los elementos: “Soy una remera que voy con los niños a intentar cruzar a la luz del conocimiento. Espero que, al menos, dos o tres mantengan el conocimiento”.