Crítica de teatro

"El sueño de la razón": Goya contra la tiranía ★★★☆☆

Antonio Buero Vallejo recurrió en "El sueño de la razón" a una discapacidad física, en este caso la sordera, para simbolizar el choque vital, intelectual, espiritual y moral del individuo

El Español programará "El sueño de la razón" hasta el 9 de julio
El Español programará "El sueño de la razón" hasta el 9 de julioMarcosGpunto

Autor: Antonio Buero Vallejo. Adaptación y dirección: José Carlos Plaza. Interpretación: Ana Fernández (Leocadia) Chema León (El Rey. Sargento) Carlos Martínez-Abarca (Arrieta) Montse Peidro (Gumersinda) Fernando Sansegundo (Goya) Jorge Torres (Duaso) Marta Heredia (Emiliana. Gata) Álvaro Pérez (Andrés. Cerdo. Voluntario) Marco Pernas (Voz. Cornudo. Voluntario) Steve Lance (Blasito. Cerdo. Voluntario). Teatro Español, Madrid. Hasta el 9 de julio.

Igual que hiciera en otras obras con la ceguera, Antonio Buero Vallejo recurrió en El sueño de la razón a una discapacidad física, en este caso la sordera, para simbolizar el choque vital, intelectual, espiritual y moral del individuo contra una sociedad demasiadas veces inflexible y devastadora.

Buero, que en su juventud parecía destinado a desarrollar su carrera en la pintura, escogió como protagonista de esta función escrita en 1970 a Francisco de Goya –el título de la obra está tomado del grabado El sueño de la razón produce monstruos– y ambientó la trama el Madrid de 1823. Es el momento histórico en que Fernando VII vuelve a implantar el absolutismo e inicia una dura represión contra los liberales. La obra cuenta el razonado pero inútil intento del pintor aragonés por permanecer en su país fiel a sus convicciones, desatendiendo así los consejos de sus allegados, que le intentaban persuadir de que huyese a Francia porque veían peligrar su vida.

El autor pone de relieve, concretándolo en la biografía de Goya, el combate antes referido entre el individuo, que trata de ejercer una libertad fundamentada en la ética, y un entramado social y político que pasa por encima de ella sin atender a razones. Sin embargo, no es esta la mejor obra de Buero ni es tampoco el de Goya uno de sus mejores personajes. La verdad es que, una vez que el conflicto ha quedado planteado con eficacia en las primeras escenas, la acción apenas evoluciona hasta el desenlace. Y tampoco hay un complejo estudio psicológico de los personajes que permita al espectador ir descubriendo en ellos, al margen de la acción, distintas capas de pensamiento o de emoción.

Eso sí, la historia está muy bien contada, con el oficio propio de un director de la veteranía de José Carlos Plaza, que resuelve con destreza, por ejemplo, la dificultad de integrar el lenguaje de signos sin que se resienta más el ritmo y la de hacer que el público escuche el mundo interior de Goya, y no el del resto de los personajes. Además, todo está enmarcado en una estupenda producción en la que cabe resaltar el trabajo de Javier Ruiz de Alegría –que también es pintor- como iluminador y escenógrafo, y el de Álvaro Luna en el diseño de audiovisuales. En cuanto a las interpretaciones, todas ellas correctas, destaca especialmente Ana Fernández, que logra dar a Leocadia, mejor que el resto de compañeros en sus respectivos personajes, ese plus de nervio y de pasión que el texto no termina de ofrecer.

  • Lo mejor: El gran número de buenos profesionales que coinciden en la producción.
  • Lo peor: Es una de las obras menos inquietantes y complejas de Buero Vallejo.