Teatro

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"Viejo amigo Cicerón": Cicerón para todo público

Foto: Festival de Mérida
Foto: Festival de Méridalarazon

Autoría: : Ernesto Caballero. Dirección: Mario Gas. Intérpretes: José María Pou, Bernat Quintana y Miranda Gas. Festival de Mérida. Hasta el domingo.

No ha llegado a satisfacer tanto este «Viejo amigo Cicerón» como esperábamos algunos desde que supimos que el texto vendría firmado por Ernesto Caballero, la dirección correría a cargo de Mario Gas y el protagonista iba a ser José María Pou. Quizá no termine de entusiasmar el producto porque tiene uno la intuición de que han querido aclimatarlo más de lo conveniente a un público, como es el del Festival de Mérida, amplio y heterogéneo y, en ocasiones, distanciado del teatro que no sea puro espectáculo sensorial. De modo que el trabajo parece más encaminado a exponer con amenidad y cercanía algunas vicisitudes que marcaron la biografía de Marco Tulio Cicerón, lo cual se consigue muy bien, que a intentar radiografiar con precisión el alma compleja de un filósofo y político por el que, tal vez, muchos de los espectadores no tengan un especial interés previo. Si exceptuamos un desconcertante desenlace que entrampa el planteamiento inicial y resta verosimilitud al conjunto, la obra está técnicamente bien escrita, bien contada y bien interpretada. Como es habitual en sus textos, Caballero sabe presentar este conflicto, y cualquier otro, porque sabe contraponer en torno a él, con un ejemplar equilibrio, distintos puntos de vista y distintas ideas, diferentes formas de entender y de atrapar una misma realidad. En este sentido, la función repasa asuntos interesantes y controvertidos en la biografía de Cicerón –su concepción de la República o su relación con César, Bruto, Pompeyo, etc.– y consigue dar entidad dramática a ese hombre que busca, ante todo, «comprometerse con la verdad». Sin embargo, autor y director prefieren no entrar demasiado a fondo en el mundo interior del protagonista; no se detienen a explorar el precipicio de su existencia para no echar a perder la ligereza del tono por la que han optado para encauzar la representación.