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Sebastián Castella: «No había cogido un lápiz ni un pincel en mi vida»

Su exposición «Monólogo» se podrá visitar en mayo en Casa de Vacas de El Retiro. Hace dos días anunciaba su reaparición en enero en Manizales
Katia Sol

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Hace dos años que Sebastián Castella decidió retirarse de los ruedos. Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Al diestro francés se le iluminó otra vertiente del arte y fue disciplinado en su formación y libre para la creación. Después de debutar en Miami en Art Basel, una de las ferias más relevantes de Estados Unidos en 2021, estará con «Monólogo» durante todo el mes de mayo en Casa de Vacas, en pleno corazón del Retiro de Madrid. Capotes usados que tuvieron una vida y ahora cuentan otra historia. Dos artes que confluyen. Una explosión de color que da cobijo a otra de emociones.
¿Qué nos vamos a encontrar?
La exposición se llama «Monólogo» y son mis historias plasmadas en mis capotes.
¿Cómo comenzó a pintar?
He tenido que aprender, aunque ese camino dura toda la vida. Pero tomé clases y entendí lo que es la magia de la pintura. Estuve mucho tiempo buscando y rebuscando un toro que fuera muy personal, que fuera diferente, busqué mi toro. El toro Castella.
¿Cómo diría que es?
Tiene una mezcla de minotauro, la cultura mediterránea y el toro de Osborne con toques picassianos. Y luego todos esos remates. Son las historias de mi carrera, las experiencias, lo que he ido viviendo.
¿Los capotes son nuevos o usados?
Si fueran nuevos para mí no tendría ningún sentido. Son todos usados en Madrid y en distintas plazas. En cada uno aparece el nombre de donde lo estrené. Es un lienzo vivo y luego plasmo otra historia encima. Tiene sentido. Es un valor sentimental e histórico de mi carrera.
¿Hasta que no se retiró no comenzó esta nueva vertiente?
Cuando decidí irme de los ruedos estaba inquieto. En esa época estaba muy apegado a Domingo Zapata y me dijo «tú te quedas conmigo». Pasé por muchos momentos y uno de ellos fue tomar la decisión de retirarme de las plazas. Me fui a Mallorca con Domingo, lo acompañé, lo ayudaba a manejar los lienzos. Fue donde empecé a dar clases para aprender y descubrí un camino paralelo a la tauromaquia de gran disfrute. Es una manera de expresarme, de descubrir un mundo diferente, aunque el arte siempre está relacionado. Al conocer este mundo también conoces a gente nueva y evolucionas como persona. Necesitaba encontrarme como persona.
¿Cómo había sido su relación con la pintura hasta entonces?
No había cogido un lápiz ni un pincel en mi vida. Sí me he sentido atraído siempre por el arte y, de hecho, en todas las tardes especiales, en las encerronas encargaba carteles a distintos artistas, como fue el caso de Domingo Zapata o Botero. Más allá de que sea conocido o no, me siento muy atraído por el arte, por esa capacidad de expresar lo que llevas dentro con colores, formas...
¿Le lleva mucho tiempo pintar uno de esos capotes?
No hay un tiempo marcado ni definido, pero diría que sí tardo mucho. Con algunos tengo una idea y con otros estoy delante de un lienzo en blanco y tengo que ver cómo empiezo, por donde le meto mano, a ver si me decido. Es hacer el dibujo, saber qué quieres contar. Luego viene la parte de la pintura y después el tema de los detalles. Creo que pasa igual en la arquitectura, por ejemplo. Primero dibujas la casa, luego viene la etapa de la construcción y después los remates. Incluso lo podríamos llevar al toreo. Al principio paras al toro, lo recibes con el capote y estás definiendo qué es lo que tienes que hacer con ese animal. Luego llega la faena de muleta, que es el grueso, donde se define y al final llegan los adornos y la espada, que es la explosión final. Las artes son así, necesitan sus tiempos, sus distancias, como decía Manolo Vázquez.
¿Cómo fue exponer en Miami?
Muy divertido. No quería hacerlo en un sitio taurino de primeras, porque era mi manera de llevar la tauromaquia a otras fronteras más allá de las propias. Es un deber que tengo y que tenemos todos los toreros, cada uno a nuestra manera.
¿Cómo recibieron la exposición?
Cuando surgió la oportunidad no estaba preparado del todo, pero me metí a trabajar a tope y salió muy bien. De ahí luego me contactaron del Ayuntamiento de Madrid para hacer esta exposición en Casa de Vacas. Muchos aficionados estuvieron en la de Miami y mucha gente fue a verla que no lo eran. Estadounidenses que llegaban, lo admiraban, preguntaban...
Sin complejos.
Exacto. Habrá gente que le gusta y a otra que no, pero con la tauromaquia de fondo, respetando que es parte de la historia de un país.
¿Se pone metas en el arte? ­
No, mi carrera la he hecho, con sus más y sus menos, siempre faltando cosas. En este caso lo hago para disfrutar, no para divertirme. Nunca lo he hecho para vender, pero de pronto la gente me pide los capotes y se han vendido bastantes obras. Artistas hay buenos y mejores que yo. Soy el primero que pinta sus propios capotes. Los pintores siempre han contado historias, reivindicado ideales, es importante transmitir un mensaje.