"Tres idénticos desconocidos": Yo, yo mismo y mi otro yo
Tim Wardle documenta la asombrosa historia de unos trillizos separados al nacer que se reencontraron a los 19 años y las sombras de un experimento científico en torno a ellos
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Tim Wardle documenta la asombrosa historia de unos trillizos separados al nacer que se reencontraron a los 19 años y las sombras de un experimento científico en torno a ellos.
No vamos a descubrir ahora la recurrente fantasía del «doppelgänger». ¿Quién no ha especulado con la posibilidad de encontrarse a su doble, su alter ego, en la calle, al doblar una esquina? El problema de las fantasías es que, a veces, en contadas ocasiones, se materializan. Y, demolida la lógica de las cosas, ya no sabemos cómo lidiar con ello ni qué vendrá después.
Algo así le sucedió a Robert Shafran cuando, en su primer día en la universidad, le confundieron con un tal Eddy Galland. Rápidamente descubrieron que eran gemelos y después de que el asunto saltara a la prensa, un tercero en discordia, David Kellman, apareció para completar el puzzle: ya eran tres. Fotocopias exactas, separados al nacer y expedidos a sendas familias de adopción en un radio de 150 kilómetros.
Historia de una cobaya
Los trillizos causaron furor. Se convirtieron en personajes de la prensa y la televisión norteamericana en los 80, llenaron con su rebosante simpatía las fiestas de Nueva York, conferenciaron, abrieron negocios, vivieron a tope la vida y su recobrada hermandad. Sin embargo, el misterio de por qué habían sido separados al nacer, vinculado a una fundación judía, y paulatinas revelaciones sobre un experimento científico del que habrían sido cobayas sin saberlo, empezaron a abrir grietas en la conciencia de los trillizos.
Para Tim Wardle, que ha dado el paso al largometraje con esta cinta, la de estos hermanos «era una de las ideas documentales más extraordinarias que había escuchado». Y no solo por su milagroso reencuentro, sino porque «la historia de fondo nos arrojaba todo tipo de dilemas». Efectivamente, «Tres idénticos desconocidos», que arranca casi festivamente con la anécdota asombrosa que da pie al filme, vira rápidamente a una suerte de «thriller» que ahonda en todo tipo de espinosos asuntos asociados a la investigación científica y más genéricamente al eterno debate entre el peso de la genética o del contexto social en la formación del hombre.
«A nivel personal, me encantaría creer que el entorno es absolutamente clave, pero la biología es claramente poderosa. Pensamos que tenemos libre albedrío y que podemos moldear nuestras vidas y las de nuestros hijos, pero en realidad es solo la mitad de la historia», afirma el británico.
Wardle cuenta con el testimonio de los propios hermanos, dos de ellos, ya que uno falleció por suicidio. Al principio, confiesa, fueron «bastante escépticos» con el proyecto, debido a la instrumentalización de su historia en el pasado y a las reservas sobre el experimento al que fueron sometidos sin ellos saberlo y que es el meollo (no desvelaremos más) de este documental.