Un fin de fiesta comprimido
Joël Pommerat y Nassim Soleimanpour llegan al Pavón Kamikaze y a La Casa Encendida para despedir el Festival de Otoño
Joël Pommerat y Nassim Soleimanpour llegan al Pavón Kamikaze y a La Casa Encendida para despedir el Festival de Otoño.
Se acerca a su final un Festival de Otoño que ha vuelto a los orígenes en el formato, concentrando toda su programación en un par de semanas. Quizá tenga más sentido así, si no fuera porque muchos montajes se solapan los mismos días de exhibición y porque, además, compiten con una cartelera teatral, la de la temporada regular en Madrid, que está ya desde hace tiempo muy saturada. Por si fuera poco, los Teatros del Canal, una de las sedes del festival, están estrenando de forma paralela estos días, como si se contraprogramasen a sí mismos, algunos montajes que tienen también mucho interés. Como consecuencia de todo ello, es prácticamente imposible ver lo mucho que hay de bueno en el festival sin renunciar a otras cosas igualmente buenas. Y eso será lo que probablemente ocurra hoy, día en el que se presentan dos de los últimos y más suculentos platos de esta 36ª edición.
Por un lado, Joël Pommerat llega al El Pavón Teatro Kamikaze con «Le petit chaperon rouge» («Caperucita roja»), una aproximación al clásico de Charles Perrault en la que el dramaturgo francés, fiel a su interés por reinterpretar algunos mitos en clave filosófica e inteligible al mismo tiempo, ahonda en la relación del ser humano, especialmente del niño, con el miedo. «El miedo es primordial en esta historia y, en general, también lo es en la vida de un niño. Abordar esa cuestión del miedo con un niño significa también abordar la otra cara de dicha emoción: el deseo», asegura el director, que ya ha paseado el espectáculo por 176 ciudades de 10 países diferentes desde que su compañía Louis Brouillard lo estrenara en Francia en 2004. Apenas 40 minutos dura una función para adultos y niños mayores de 8 años que trata de ganarse al público en una atmósfera muy particular bajo la que se muestra «el lado peligroso, misterioso e impredecible de la naturaleza y de los animales, pero también el lado hermoso, la parte más cautivadora».
Cada noche diferente
Y también hoy llega a Madrid, en este caso a La Casa Encendida, una obra de Nassim Soleimanpour que, al igual que su conocida «White rabbit, red rabbit», está representada cada noche por un artista diferente, el cual, en esta ocasión, acompañará al dramaturgo iraní sobre el escenario mientras el texto de la función permanece oculto en una caja sellada. No es gratuito que la enigmática obra, dirigida por Omar Elerian, se titule «Nassim», como su autor, porque lo que en realidad propone es un viaje autobiográfico, apelando a las emociones y al humor, que explora las posibilidades del lenguaje como instrumento capaz de derribar los más gruesos muros que separan a los seres humanos o, por el contrario, de aislarlos y separarlos del prójimo. «Si un hombre es una isla –asegura el director–, el lenguaje es el puente que nos conecta en un archipiélago de pensamientos, ideas, culturas y civilizaciones».