Sección patrocinada por sección patrocinada
Historia

Guadalupe

Una política hispánica

La Razón
La RazónLa Razón

La figura de Bernardo de Gálvez sorprende por su competencia polifacética. En los asuntos militares los resultados pertenecen a las glorias de España y de la nación que ayudó a crear, pero en los de gobierno fueron también notables. Destacaremos un aspecto menos conocido: sus esfuerzos por integrar a los elementos no españoles, franceses mayoritariamente, pero angloamericanos también, en la defensa común primero y en todos los demás aspectos después. Intentó crear una comunidad de intereses, relaciones y afectos entre las diversas culturas, que dio resultados inmediatos y pudo haberlos dado definitivos. Optó por una política de colaboración y de atracción al mundo hispánico, sin renuncia a sus peculiaridades, que se vio favorecida por su carácter abierto y su dominio del francés, con el acento pirenaico de Pau. Política que acabó atrayendo a los desposeídos del Canadá, cuyo escaparate urbano fue Galveston, en cuyo cabildo se deliberaba en francés y en castellano, y cuyo escaparate social fue su propia familia. Si tenemos en cuenta que la cesión a España por Francia de la Luisiana por la Paz de París de 10 de febrero de 1763, hecha sin consultar a sus habitantes, había originado la revuelta y expulsión de su predecesor, Antonio de Ulloa, y que había tenido que ser sofocada por la fuerza de las armas, el cambio que se produjo en poco tiempo fue llamativo. La familia que fundó al contraer matrimonio en 1777 con la joven viuda criolla francesa Feliciana Saint Maxent, hija de un rico y competente colaborador en lo administrativo y en lo militar, estaba llamada a ser ejemplo de futuro. Con doña Mª Feliciana, que aportó al matrimonio a Adelaide, que Gálvez siempre consideró como propia, tuvo tres hijos: Miguel, Matilde y Guadalupe. Su modelo fue seguido de otros oficiales españoles del Regimiento Fijo de Luisiana, como su teniente coronel, Felipe Treviño, que contrajo nupcias con Catalina Fazende. Bodas que merecieron, sin el menor problema, la preceptiva real aprobación, como el mejor plácet a una inteligente solución local sin aplicación posible en el resto de los territorios americanos.

Ahora que celebramos el reconocimiento de la aportación de Gálvez a la creación de EE UU, debe quedar lugar a la imaginación. ¿Si el proyecto integrador de Gálvez hubiera cuajado, cuál hubiese sido el devenir de las dos Floridas?