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Vanesa Martín: «Con la DANA ningún político ha estado a la altura»

La cantautora malagueña, que anuncia nuevo disco de estudio «de raíz y luminoso» para la próxima primavera, repasa su trayectoria y habla de la actualidad
La cantante Vanesa Martín
La cantante Vanesa MartínSalva Musté
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

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En sus casi dos décadas de trayectoria, desde que se dio a conocer con un disco, «Agua», que nos avisó de que acababa de nacer un talento que sólo había mostrado el diez por ciento de su capacidad, Vanesa Martín, malagueña de 1980, ha parido ocho discos de estudio que le han ganado el saludo de la crítica y el amor del público. Pero los comienzos fueron difíciles: «Los cantautores me rechazaban porque decían que era muy pop y muy flamenca –relata–, y en el pop me mandaban al otro lado porque decían que era muy cantautora. No encontraba mi sitio en ningún lugar. Las radios tampoco me entendieron, no sabían dónde ponerme, decían “es que es muy andaluza”, y me vi unos años navegando en terreno de nadie. Eso provocó lo que ahora entiendo que es mi estilo; ahí contaba mi filosofía de vida. En mis canciones hablo de cambios personales, de la gente prejuiciosa, de amor, de pasión, de que como mujer no tengo por qué enamorarme y que sea para siempre, sino que puedo tener una noche de sexo con cualquiera y no hay más drama. Una historia de amor –prosigue– te permite hablar de muchas cosas, porque el amor es el eje universal en el que todo, todo, todo se tendría que sostener. Hasta nuestros políticos debieran tener más amor y sentir más amor, no sólo propio. Más amor empático». A propósito de políticos, Vanesa, en sus redes, ha hablado de la DANA y ha disparado contra la clase política: el pueblo, afirmó, estuvo a la atura y los políticos no. ¿Se refería a todos los políticos, a izquierda y derecha, comunidad autónoma y Gobierno de España, todos? «Absolutamente –responde tajante–. Yo estoy hablando de todos los políticos y creo que con la DANA no sólo no han estado a la altura, ninguno, sino que cuando han tenido alguna intervención ha sido para empeorar lo que no supieron hacer».
«Hemos luchado mucho por hacer una sociedad más justa a través del arte, más igualitaria, como para que lleguen ahora canciones que degradan a la mujer» Vanesa Martín
Vanesa trabaja ahora en el que será su noveno disco de creación, donde vuelve a componer todas las canciones y cuya fecha de publicación está prevista para la primavera de 2025 (el primer sencillo saldrá a mediados de enero): «Es la primera vez en mi vida que he compuesto una barbaridad de canciones –explica–, más de 40, para un disco que finalmente llevará, maximísimo, 14, aunque mi idea es que se quede en 12. Vengo de un proceso de cambio, profesional y personal, de dos años para acá, en el que he hecho muchos movimientos en mi vida, con lo cual la arena estaba muy removida y me ha dado para escribir mucho. Es un disco que no tiene nada que ver con mis tres últimos discos en cuanto a producción y a ese pop/rock que venía haciendo. Conservo mi esencia, claro, no van a faltar mis baladas de siempre, pero tiene mucha raíz, es muy luminoso y dinámico, con mucho magnetismo. Abarca muchos mundos y abraza distintas realidades, no sólo de España sino también de Latinoamérica. ¿Es el disco de mi vida? Ojalá, toco madera. Para mí lo es y lo siento así».

Canciones que degradan a la mujer

¿Y qué le parecen los géneros de moda entre los jóvenes, el reguetón y el trap? Criticados por su explicitud y su excesiva carga sexual, han recuperado sin embargo la esencia transgresora del rock y el punk: «Si hablamos de ritmos o de letras, entiendo lo de la rebeldía de la juventud. La sociedad avanza muy deprisa y los jóvenes necesitan referentes y sentirse identificados con algún género musical. Pero hemos luchado mucho por conseguir una serie de derechos y hacer una sociedad más justa a través de la música, del arte en general, más igualitaria, abierta, menos prejuiciosa, que se respete más entre sí, como para que lleguen ahora canciones que degradan a la mujer. Yo, como mujer, lo veo así». ¿Le ofenden esas canciones? «Me siento fuera de contexto ahí –admite–. No me siento identificada y me parece que tenemos un lenguaje tan bello que degradarnos a ese nivel es embrutecer un poco el pensamiento del ser humano. Creo que tendría que estar todo más depurado. Creo que se puede hablar de todo, sexo, pasión, locura, rebeldía, siempre y cuando no ofendas al otro. Mi libertad, que yo defiendo tanto, depende también de tu libertad: por sentirme libre yo, no puedo joderte a ti. Y hay ciertas canciones que navegan en esa libertad y degradan al ser humano. No soy partidaria de ese tipo de mensajes y cuando veo a niños y niñas de 12 o 14 años cantando ciertas cosas, me horrorizo».
«Sabina ha generado conciencia, pensamiento crítico, y es ajeno a las modas»Vanesa Martín
Vanesa fue miembro del jurado de un concurso televisivo («Factor X») y se le acusó de ser dura, en concreto con una de las concursantes, como si el papel del jurado fuese hacer amigos y sumarse a una corriente buenista en vez de ensalzar las virtudes y señalar los defectos. ¿Le dolió? «Me dolió, la verdad –asiente–, soy franca, porque no se me entendió. Y no se me entendió porque hice un símil muy malagueño, que es cuando harinas el pescado, y no se entendió y se llevó a otro sitio. Procuro ser muy sincera y sé que mis palabras, a veces, se han podido malinterpretar, pero nunca le voy a decir a una persona “eres fenomenal” si no me lo parece. La tele no es la única tabla de salvación, impulso y éxito para nadie, es efímera, y el artista se hace en la calle y con el público, y si sólo te basas en un programa de televisión para considerarte artista, eres un producto perecedero», sentencia.
Se sabe de la amistad que la artista malagueña mantiene con Sabina, de quien me dice que «te podrá gustar más o menos, pero ha generado conciencia, pensamiento crítico, y es ajeno a las modas». Le pido que me cuente alguna anécdota inédita que haya vivido con él y se anima sin dudarlo: «Yo cantaba en Argentina y me llevé a mis padres, y él estaba allí cantando, haciendo no sé cuántos Luna Park, cuatrocientos. Mi madre es de Archidona, un pueblo de Málaga, y Joaquín me dijo: “Vamos a comer todos juntos y tu madre que se siente a mi lado”. Y mi madre, que es supertímida, se sienta a su lado y, claro, de Archidona es conocido el cipote de Archidona, y Joaquín lo primero que hizo fue hablarle a mi madre de eso, del cipote de Archidona, ja, ja, ja. ¡Si ves a mi madre roja, verde, morada… de todos los colores! Y te juro que yo me iba a morir llorando de la risa. Fue una anécdota graciosísima que, por supuesto, no tiene nada que ver con nada obsceno. Y al cabo de la comida mi madre me dijo: “Es un hombre tan atento… Está pendiente de lo que habla todo el mundo y te da tu sitio, te escucha”, y eso –concluye– no todos los artistas lo hacen».

LA NIÑA DEL PONI

Por Javier Menéndez Flores
La voz es una llanura que se extiende más allá de cuanto abarca la vista. Pero a veces te encuentras una elevación del terreno o una hondonada y te entretienes –y cuánto lo disfrutas– ascendiendo o sumergiéndote. Y a eso, a caminar en llano, subir y hundirse, lo han llamado pop, rock y flamenco porque a las cosas hay que ponerles nombre igual que tú, en las noches terribles y en las mañanas luminosas, nombras cada parte del cuerpo amado con la pasión con la que reza un ateo. Igual que dices, avaramente, «nadie más que tú» o «no matemos el tiempo» o «arráncame» y te entregas como una llamarada a lo que parece un sueño y tal vez lo sea.
«Vanesa ha logrado vivir a espaldas de la imposturas»Javier Menéndez Flores
La calle Larios nació entonada y por eso la alegría recorre su columna vertebral y la lengua en la que todos se expresan es una risa alta y un beso de cristales mil veces repetido. Minimizan los malagueños el embrujo de la Giralda y de la Torre del Oro porque ellos tienen una catedral cuyo único brazo «knocks on heaven’s door». Y Picasso es propiedad de todo aquel que sepa admirarlo, en cualquier continente e idioma, pero la plaza de la Merced vio a Pablo Ruiz antes que nadie y eso es un farde mayúsculo. Y en el camino de Antequera, en Cruz de Humilladero, a tiro de flecha de la mole del Carlos Haya, la chica timidísima se enredaba todas las horas que podía con una guitarra. Y cuando salía a la calle, con ella cargada a la espalda, parecía una tortuga que se movía a la velocidad de un guepardo.
«Solo los valientes muestran sus peores fotos»Javier Menéndez Flores
El mundo era, sin embargo, demasiado grande y la estación de Atocha no dejaba de rugir tu nombre, y en aquel Madrid post-11M buscaste lo mejor de ti y fue tu hambre de música lo que te ayudó a olvidar que llevabas todo tu patrimonio a cuestas. Hay sueños que sólo se cumplen en las novelas y en las películas, y los boletos ganadores siempre los llevan otros, pero un búho te abrió los ojos en canal y el fluir del agua y sus doce más uno afluentes se ocuparon del resto (benditos sean DeMaría y Jean, contigo van). Y ya nada, nunca, volvió a ser lo mismo.
Tres discos le hicieron falta a la joven maestra para que sus padres aceptasen que las únicas aulas en las que iba a ejercer eran los escenarios. Y colgada de la melena loca de Manuel Alejandro, amo y señor de los corazones rotos, maestro de maestros, siguió arrancándole respuestas a cada una de las mujeres que la habitan. Al cabo de dos décadas, su curiosidad no ha echado una sola cana. Por eso, cuando Agris se desangra y confiesa que no dejó de fumar, que cogió diez kilos y que cuando nadie la ve no para de bailar, te explota una bomba en el pecho y te dices que sólo los valientes muestran sus peores fotos y sus heridas aún por cerrar. Y pese a lo mucho logrado, eso, Vanesa, vivir a espaldas de la impostura, sigue siendo tu reto diario.
«Al cabo de dos décadas no ha echado una sola cana»Javier Menéndez Flores
(Ajena a la ansiedad homicida de los adultos, en la calle aún sin asfaltar, la niña que está sobre el poni siente el placer que dispensa la felicidad absoluta. Esa que ningún escritor sería capaz de trasladar al papel porque en ella actúan la vista, el olor y el tacto en su forma más pura. Tiene los ojos habitados de estrellas y una carcajada atrapada en el corazón. Tiene las manos limpias como el agua. Todavía no se ha cruzado con el dolor verdadero ni ha contemplado la máscara torva de la tarde de un domingo de enero en Venecia. Sonríe y ríe alternativamente, se atraganta de vida. No conoce la nieve ni el cuchillo y aún no la ha partido en mil pedazos la canción más hermosa del mundo).