Vincenzo Latronico: «La vida y lo que vemos en el móvil son la misma realidad»
El autor italiano presenta «Las perfecciones», una novela que se ha convertido en fenómeno editorial
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Vincenzo Latronico lleva algunas novelas a sus espaldas, pero con «Las perfecciones», que acaba de publicar Anagrama, se ha convertido en un fenómeno editorial en toda Europa. Y todo ello en una obra que respira a Georges Perec, pero llevándonos al Berlín de nuestros días de la mano de dos jóvenes llamados Anna y Tom.
En su libro, usted toma como referencia «Las cosas» de Georges Perec, pero a mí también me ha hecho pensar en «La vida instrucciones de uso».
Digamos que el modelo, efectivamente, ha sido «Las cosas», pero sí que tiene similitudes con el libro que usted ha citado. El otro libro, «La vida instrucciones de uso», era una profundización en las técnicas que Perec fue experimentando en «Las cosas». Así que hay un hilo conductor. Debo decirle que hubo un momento en el que pensé que «Las perfecciones» era un juego literario hasta que alcanzó una dimensión mucho más profunda.
En esa profundidad imagino que uno de los grandes retos fue conseguir el tono que tiene el libro. ¿Fue difícil?
Sí. Fue muy difícil el tono porque quería hacer justicia a un sentido de falta de orientación, a un sentido de frustración, de falta de autenticidad. Es una sensación que caracteriza la época de la vida digital. Es muy fácil hablar de estas cosas y entrar a juzgar y decir que la vida digital lo ha estropeado todo desde un punto de vista superficial. Pero para mí era importante era hacer justicia sin juzgar. Así que, en efecto, fue muy difícil encontrar ese tono que yo buscaba.
¿Sería posible una novela como esta en una ciudad que no fuera Berlín?
Sí y no. Es cierto que es una historia que cuenta la transformación de Berlín en los últimos quince años por parte de unas personas no alemanas. Así que, por un lado, sí, es una historia específica de Berlín, pero a la vez hay otra dimensión. Yo podría escribir esta historia en Barcelona o Milán, en ciudades distintas, pero atendiendo las mismas cosas. Es como una historia de transformación, en el sentido de que hablo de quien cumple cuarenta años y entra en el mundo adulto irreparable. Ese tipo de experiencia sí que es compartida.
¿En quién se basó para crear a Anna y Tom, los dos protagonistas? ¿Hay algo de usted en ellos?
Anna es un como un «collage» de detalles de mi vida, detalles de mi apartamento que tenía mi expareja. Lo que me hace feliz es que ninguna de las personas de las que he robado cosas para el libro se ha ofendido. Es una mirada donde la gente se ve en el espejo, pero no juzgándose.
No juzga a las personas, pero lo que sí se juzga es el tiempo que le ha tocado vivir a los personajes de «Las perfecciones». Hablamos de un tiempo de declive de Europa.
Sí, sin duda. Es un tiempo decadente. Lo que hacen los personajes es tratar de huir de la historia. Intentan vivir bien, ignorando los problemas que se van acumulando a su alrededor, como es el cambio climático –que no sale en el libro– o la crisis migratoria –que sí sale–. Pese a los esfuerzos de ellos, la realidad al final les llega.
En la novela se dice que vivimos dos vidas: la real y la del «smarthphone».
Sí, pero más importante es lo que se dice después de esa frase y es que los dos mundos son reales, tanto la vida como lo que vemos en el móvil. Lo que pasa en las redes sociales se dice que no es real, que está dictado por el narcisismo, pero pensando en Italia, por ejemplo, en el Movimiento 5 Estrellas, es algo que solo se explica por las redes sociales y eso es muy real.