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Visitar la joya de Altamira seguirá siendo una lotería

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La entrada a la cueva de Altamira, la joya del arte rupestre situada en Santillana del Mar (Cantabria), seguirá estando limitada a unos pocos afortunados cada semana, que podrán disfrutar de la conocida como la Capilla Sixtina del Arte Cuaternario.
El Patronato del Museo de Altamira ha decidido hoy que el régimen iniciado en febrero y que ha permitido a 130 personas entrar en las cuevas, seguirá vigente al menos hasta febrero del año próximo para ampliar los estudios que se llevan a cabo para determinar el impacto de la presencia humana en sus pinturas rupestres, que son patrimonio de la humanidad.
La Cueva de Altamira, descubierta en 1868, se encuentra a 160 metros sobre el nivel del mar, en un cerro compuesto por calizas del cretácico.
El primero en descubrir la cueva fue un aparcero del naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola, a quien aquél comunicó el hallazgo.
Sautuola identificó, en el verano de 1879, el conjunto de pinturas rupestres gracias al descubrimiento fortuito de las mismas por su hija María, de diez años.
Sin embargo, hasta principios del siglo XX no se reconoció la importancia del descubrimiento, coincidiendo con otros hallazgos del paleolítico en la Dordoña francesa.
El 25 de abril de 1924, la cueva fue declarada monumento nacional por decreto ley y se convirtió en uno de los lugares más visitados de España.
Altamira es el más importante yacimiento paleolítico de España. Posee una planta con dos tramos acodados de 270 metros de longitud, a lo largo de los cuales se ha datado un yacimiento de ocupación, hallazgos mobiliarios y las obras de arte rupestre en todo el recorrido.
Correspondiente a las culturas Solutrense y Magdaleniense, la estructura de la cueva consta de tres zonas: un vestíbulo con luz natural habitado desde comienzos del Paleolítico Superior, la Gran Sala de los Polícromos y otras salas y corredores con manifestaciones artísticas pero de menor importancia.
Aunque Altamira conserva más de 260 pinturas o grabados, el conjunto más importante se encuentra en el techo de la sala de los polícromos, cuya bóveda, de 18 metros de largo por 9 de ancho, contiene más de treinta figuras entre bisontes -el animal más representado-, caballos, jabalíes y ciervos.
Las figuras polícromas, rojas y negras, se superponen entre sí adaptándose a los salientes de la roca, subrayando la sensación de relieve.
La cueva de Altamira, que junto con las francesas de Dordoña y Ariege (suroeste de Francia) reúnen la mayor concentración de arte parietal paleolítico de todo el continente, fue declarada en 1985 patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Abierta al público en 1917, la Cueva de Altamira recibió tal afluencia de visitas que en 1970 se alertó del paulatino deterioro de las pinturas tras la transformación de su microclima, invariable durante milenios.
En 1976 una Comisión Investigadora, creada por la Dirección General de Bellas Artes reafirmó el deterioro del conjunto pictórico y en 1977 se acordó el cierre de la cueva.
Después de exhaustivos estudios, Altamira reabrió en 1982, pero de forma limitada a la visita de 8.500 personas al año.
En 1994, se aprobó el anteproyecto de réplica de las mismas que realizó el arquitecto santanderino Juan Navarro Baldeweg y cuya primera piedra se colocó el 29 de octubre de 1997.
El complejo Altamira, que inauguraron los reyes de España el 17 de julio de 2001, alberga lo que ya se conoce como "neocueva", una superficie de 620 metros cuadrados en la que a tamaño natural se reproducen la entrada y el interior de la Sala de los Polícromos.
Las pinturas, obra de Matilde Músquiz y Pedro Saura, se han realizado con las mismas técnicas pictóricas y materiales de los hombres prehistóricos.
Cerrada desde 2002, el 8 de junio de 2010, el nuevo Patronato de la Cueva de Altamira acordó, por unanimidad, la posibilidad de visitar la cueva, pero con condiciones.
En agosto de 2012 el Patronato de Altamira aprobó un programa de investigación para estudio y evaluación de la presencia humana en la cueva, por lo que a partir del 27 de febrero de 2014 empezaron las primeras visitas experimentales, de cinco personas más un guía a la semana, elegidas en un sorteo de los ya inscritos para visitar la réplica.
En los seis primeros meses del presente año han visitado el Museo y Centro de Investigación de Altamira 96.629 personas, que han podido admirar la réplica, pero solo 130 -incluida la última visita, realizada hoy- han podido entrar en la cueva real.