¿Y si los políticos volvieran a ser niños?
Pedro Sánchez, Donald Trump, Angela Merkel, Vladímir Putin, Xi Jinping, Binnjamín Netanyaho, Hasán Rohaní... todos los líderes políticos mundiales en algún momento fueron niños, los sujetaron sus padres y los cuidaron con el deseo más grande que nuestros progenitores pueden tener: “que crezcan con salud y que no les falte nunca de nada”.
Cada uno de ellos ha crecido en un entorno totalmente diferente, estoy segura de que en su infancia también jugaban en los parques y, desde pequeños, contaban con la gran capacidad de hablar con todo el mundo. Se comunicaban sin ninguna ayuda ni intervención por parte de los adultos, eran capaces de entablar una conversación sin miedo con otros niños, daba igual el color, la religión, el idioma o la raza. Simplemente querían jugar entre ellos, como todos los niños, entendiéndose unos a los otros de cualquier manera posible.
Sin embargo, ¿en qué momento de su vida han perdido esta habilidad tan simple y a la vez tan importante? ¿Cómo se han convertido en personas que no paran de juzgar, de pelear, de discutir y de discriminarse los unos a los otros?
Nadie, absolutamente nadie nace con odio, ¿qué nos pasa por el camino? Todavía existe esa absurda creencia de que un país es mejor que otro, que un ser humano es más válido que otro, o que un universitario es superior a una persona sin estudios.
¿Os suenan las siguientes palabras? Yo las he oído, y más de lo que me gustaría:
“Apostemos por el Nacionalismo”, “tenemos que abrir fuego a los emigrantes si cruzan las fronteras” “El antisemitismo vuelve a las calles”.
Si tan solo por un día pudiéramos pulsar un botón mágico y dar a los políticos la oportunidad de volver a sus infancia... ¿que pasaría?
Imaginaos a Donald Trump con dos años jugando con Angela Merkel, o a Putin hablando por señas y gestos con Xi Jinping, el jefe de la república popular China. ¿Creéis que se mirarían los unos a los otros diciendo “tú eres alemana, no hablare contigo” o “tus ojos son rasgados, no quiero jugar”? Lo dudo mucho.
Seguro que construirían juntos un castillo precioso, después jugarían al escondite y al pilla pilla y, cuando llegase el momento de despedirse y volver a casa, solo pesarían en la llegada del día siguiente para volver a estar juntos.
De modo que, como profesora y madre, mi mensaje es el siguiente:
Queridos políticos, regresad un poco a la niñez, sin faltas de respeto de unos hacia otros. Vosotros tenéis el gran poder a cambiar este mundo. Volved a ser auténticos, sin juzgar, sin competir, con menos ego y con más valor para abrir vuestro corazón de niño, lleno de compasión hacia los demás.
Sois el espejo público y el ejemplo de las nuevas generaciones en todo el mundo, por eso tenéis la responsabilidad y el gran trabajo de convertirlo siempre en algo mejor.
Considero que este es el camino correcto, el de la tolerancia, la empatía, la paciencia y la unión.
Eso lo que necesita el mundo para volver a ser mejor y más simple, con los valores más básicos con los que todos nacemos y que perdemos a lo largo de este sendero llamado “vida”.
Si finalmente la educación tuviese la oportunidad, no solo de ser una palabra sobre un papel del Ministerio de Educación, sino de convertirse en el principal objetivo del mundo, en todos los países, en todos los idiomas, en todos los colores, podremos conseguir una unión total y, por fin, vivir en paz. ¿Os suena naiv, o lo intentamos juntos?
Meirav Kampeas es Madre, profesora de Educación Especial, escritora y conferenciante