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Crítica de libros

Los autores que deberías leer este mes: Muñoz Molina, Ray Loriga, Sainz Borgo...

Muñoz Molina vuelve a Lisboa y repasa los retos futuros de la sociedad, Sainz Borgo quiebra el corazón de Venezuela en una novela intimista y torrencial, Ray Loriga regresa a los ochenta... Estos son los libros que no deberías perderte esta semana.

Los autores que deberías leer este mes: Muñoz Molina, Ray Loriga, Sainz Borgo...
Los autores que deberías leer este mes: Muñoz Molina, Ray Loriga, Sainz Borgo...larazon

Muñoz Molina vuelve a Lisboa y repasa los retos futuros de la sociedad, Sainz Borgo quiebra el corazón de Venezuela en una novela intimista y torrencial, Ray Loriga regresa a los ochenta... Estos son los libros que no deberías perderte esta semana.

Muñoz Molina, viaje al fin del mundo; por Jesús Ferrer

Publica el día 12 la inquietante «Tus pasos en la escalera», en la que vuelve a Lisboa y repasa los retos futuros de la sociedad

La obra literaria de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) ha sabido combinar la intriga psicológico-policial que hallamos en «Beatus ille» (1986), «El invierno en Lisboa» (1987) o «Plenilunio» (1997), con el retrato histórico-civil en «El jinete polaco» (1991) o «La noche de los tiempos» (2009), el misterio sentimental en «Carlota Fainberg» (1999) y en «Ausencia de Blanca» (2001), la crónica testimonial en «Sefarad» (2001) y «Un andar solitario entre la gente» (2018), o el relato autorreferencial de «Ardor guerrero» (1995) y «El viento de la Luna» (2006). Una narrativa de variado registro temático y mantenido rigor estilístico que, aunque fiel a su adscripción realista, ha sabido indagar en ambigüedades ficcionales y contenidos metaliterarios. Su última novela, «Tus pasos en la escalera», incluye estos formantes, ahondando en el enigma introspectivo y la ambivalencia identitaria de los personajes.

Bruno, un profesional de las finanzas en el umbral de la madurez, decide abandonar su trabajo en un deshumanizado Nueva York y el desquiciado modo de vida que ha llevado. Jubilado anticipadamente, decide instalarse en Lisboa, ciudad que representa para él la soledad donde leer, meditar y disponer de un mitificado tiempo libre, de total disponibilidad cotidiana. Preparando su nueva casa, espera la llegada de Cecilia, su pareja, acreditada científica en el campo de las patologías neuronales. Algunos personajes secundarios suponen un auxiliar coro que acompaña al protagonista en su estrenada nueva vida, como Alexis, habilidoso operario de ascendencia argentina, y la hacendosa asistenta Cándida; o una episódica muchacha, Ana Paula, de intrigante incidencia sentimental.

Decadencia

Pero nuestro protagonista no huye solamente bajo una motivación laboral, sino que se halla saturado de los agobiantes, cuando no apocalípticos, signos de nuestra edad: globalización especulativa, sospechosa interculturalidad, turismo desatado, inmigración masiva, incontrolada gestión de residuos contaminantes y el cambio climático. En su mente palpita la catástrofe de las Torres Gemelas, como punto de inflexión de un arraigado miedo colectivo. Grandes incertidumbres se ciernen sobre sus temores, desde una mundial quiebra bancaria a la constante amenaza terrorista. Su apartamento en Lisboa, un espacio de reclusión que Bruno compara con la isla de Robinson Crusoe o el castillo de Montaigne, será su arcádico retiro feliz a la espera del intuido fin del mundo. Entre el pintoresco paisaje lisboeta y el acondicionamiento de la casa, asistimos a las reflexiones de un desarraigado héroe moderno, enamorado de los libros, meditabundo existencialista a su manera, y entregado lector de las peripecias de aventureros viajeros como el almirante Byrd, el capitán Cook o el barón Humboldt, en un trasunto de las propias vicisitudes vitales.

No es gratuita la compañía de su perra Luria, porque comprueba así diariamente la felicidad animal inherente al desconocimiento de la muerte, a la inconsciencia de un resolutivo final; escritores como Axel Munthe o Carlos Castilla del Pino, han avalado en sus escritos esta tradición de cercanía emotiva y conceptual entre el perro y su dueño. Una enigmática relación que se plantea aquí de este modo: «A veces se acerca y me rasca con la pata. No deja de hacerlo hasta que cierro el libro y le presto verdadera atención. Tiene una mirada tan profunda y tan escrutadora como la de un retrato antiguo. El lugar que yo ocupo en el mundo de Luria nunca podré saberlo».

En el curso del relato no faltan significativos insertos: la evocación de una paulatina crisis matrimonial; una entrevista en la BBC a Antony Beevor, radiografiando históricamente nuestro presente; o las extravagantes charlas de un gurú inmobiliario que postula –y vende– viviendas de una bunquerizada seguridad. Avanzada la novela, encontramos al protagonista aquejado de una patológica desmemoria, sumergido en una dificultosa percepción de la realidad, donde los recuerdos se diluyen y el presente se convierte en un inquietante espejismo; entretanto, sigue a la espera de su amada Cecilia, imaginando sus pasos en la escalera.

Mantiene, eso sí, la comparativa entre Nueva York, añorado y detestado a un tiempo, y Lisboa, que le abre nuevos horizontes vitales, definidos por la ecología, el pacifismo y la solidaridad. Y siempre la lectura como refugio al que volver tras una larga andadura de insatisfacción profesional. Se trata de un paréntesis que le llevará a un balance personal, acuciado por oscuras perspectivas apocalípticas. La historia va creciendo como una inquietante intriga psicológica, de engañosas apariencias y sorprendentes episodios. La lograda cadencia de una prosa clásica, junto a la eficaz reflexión sobre el engaño de la realidad conforman lo mejor de esta sobresaliente novela.

Sobre el autor

Novelista de la generación de los años ochenta, de acentuado estilo realista, aunque con tendencia a la referencialidad simbólica. Compromiso civil, fluidez narrativa, amenidad argumental y excelente construcción psicológica de personajes definen su escritura. Es académico de la RAE y fue director del Instituto Cervantes de

Nueva York.

Ideal para...

sumergirse en una historia de intrigantes expectativas que es, a la vez, pretexto para una reflexión sobre la realidad, el cambio climático, las amenazas terroristas o la desatada globalización.

Un defecto

En algunos momentos de la novela la acción se dispersa en meditaciones discursivas a medio camino entre la divulgación científica y el excurso ecológico; lo que, sin ser enteramente negativo, lastra algo la narración.

Una virtud

La extraordinaria habilidad para combinar la vivencia cotidiana con un ensoñado espejismo de la misma, creando una metaficción engañosa y muy eficaz al relativizar la verosimilitud de las percepciones humanas.

Puntuación: 9

«Tus pasos en la escalera»

Antonio Muñoz-Molina

Seix Barral

320 páginas,

19,90 euros

Novela

Sainz Borgo, después de tanta muerte; por Ángeles López

La escritora y periodista quiebra el corazón de Venezuela en una novela intimista y torrencial

La hija de la española», el debut literario de Karina Sainz Borgo, fue la sensación de la última edición de la Feria de Frankfurt, y antes de su publicación en castellano sus derechos se vendieron a 22 países. Inexplicable o perfectamente explicable si uno se adentra en sus páginas y se deja envolver por las dentelladas, sacudidas y lirismos de cada párrafo. Un fenómeno que nos recuerda –con temáticas y estilos absolutamente diferentes– al debut literario de Milena Busquets cuando publicó «También esto pasará». Una historia poderosa, con el duelo de una mujer por su madre de fondo, explicada desde las entrañas y sin intención política, que terminamos aborreciendo. Su país, Venezuela, pese a que Caracas se pronuncie pocas veces en la historia, como si le diera náuseas hacerlo. Torturas, asaltos, violencia, desabastecimiento, ocupaciones de viviendas, asfixia y claustrofobia. Una distopía en toda regla si no fuera real. No obstante, pese a compartir patria con su protagonista, y haber conocido de primera mano las situaciones relatadas, es importante señalar que no se trata de una historia de autoficción, sino de una historia verdadera que no se retrata como en las narrativas de Karl Ove Knausgård, Emmanuel Carrère o Rachel Cusk.

Su protagonista, Adelaida Falcón, vive en medio de un desmoronamiento familiar, cultural, íntimo y social. No tiene una padre español o italiano o francés. Ni siquiera tiene padre, y tras enterrar a su madre no se tiene, casi, ni a sí misma. Por eso, cuando un día encuentra su casa tomada, pero no a la manera cortazariana sino real, por un grupo de mujeres capitaneadas por la Mariscala, acude a la puerta de su vecina, a quien todos llaman «la hija de la española». Ha muerto, pero sobre la mesa encuentra una carta donde se le comunica que le han concedido el pasaporte español. Adelaida solo tiene que deshacerse del cadáver que yace en el suelo y usurpar la identidad de su vecina para huir del infierno y cruzar el Atlántico. Comienza entonces una narración frenética, con escenas descarnadas y delirantes. No hay épica ni romanticismo revolucionario en esta historia. Pero sí sensualidad y exotismo a fuerza de cincelar una prosa como cosida a mano, que en ocasiones se convierte en torrencial, rematada por la utilización de localismos venezolanos que dotan a su literatura de un poder seductor embriagador.

Tiempo crispado

También hay un dolor contado con verbo de bisturí preciso que secciona y desgarra: agentes de policía corruptos, militares convertidos en estraperlistas o ciudadanos temerosos de que los ajusticien sin haber hecho nada ilegal. Una novela profética sobre un país dividido, una ciudadanía polarizada y unos seres fragmentados en mil pedazos. La obra puede leerse como heredera de un tiempo crispado cuyas consecuencias finales ignoramos, cuya vocación no es la denuncia, sino la alta literatura escrita desde la rabia, el desarraigo y las cicatrices. Justo el lugar donde nacen las grandes historias.

Sobre la autora

Karina Sainz Borgo (Caracas, 1982) trabaja como periodista especializada en temas culturales y ha publicado libros de periodismo como «Caracas hip-hop»

ideal para...

aquellos que deseen refrendar la idea de crispación social y quieran saber lo que ocurre cuando se polariza un país

Un defecto

No se le ven las costuras a esta contundente historia tanto en su trama como en su estilo

Una virtud

Todo en en la novela obedece a la lógica de la ficción y aspira a los mecanismos y resortes de la alta literatura que dura y perdura

Puntuación: 9

«La hija de la española»

Karina Sainz Borgo

LUMEN

220 páginas,

18,90 euros

Poesía

La mente del precoz Nietzsche, por Toni Montesinos

Hay autores célebres cuya permanente actualidad indica algo paradójico: tal vez no se les lee nunca porque creemos conocer en esencia su obra, o solo se hace desde ambientes académicos, pero sus libros sobre sus vidas y escritos sí tienen un incuestionable número de lectores. En tal lista podríamos colocar a Friedrich Nietzsche, que se asoma de continuo a nuestros ojos. En fechas recientes, por ejemplo, con una extraordinaria novedad gracias a Hermida Editores: las cartas que su madre envió a un amigo del filósofo y que recibieron el título de «Los años de la locura» o el voluminoso «Nietzsche. La zozobra del presente» de Dorian Astor, que se concentraba en su filosofía, viendo cómo ésta se concibió y desarrolló para hablarle al lector futuro. Ahora, este Nietzsche de precoz mente prodigiosa y al fin fatalmente enferma, por culpa de una demencia que arrastraría en el último periodo de su vida –cuando su madre pasea con él, le lee y permite que toque el piano–, aparece en una formidable biografía (traducción de Vicente Campos) denominada a partir de una de sus frases visionarias en la que acababa diciendo: «Yo no soy un hombre, soy dinamita».

El querido Wagner

Su autora, la inglesa Sue Prideaux, nos conduce a la perfección por cada etapa del filósofo: sus estudios y sus percances de salud, su prestigiosa trayectoria universitaria como filólogo, su trato con Wagner, su caída en la más terrible locura y cómo Elisabeth Förster-Nietzsche –casada con un hombre antisemita y wagneriano– hizo lo imposible por apropiarse de la fama de su hermano para lucrarse y usarla para sus fines pronazis, pues buscó negociar con su obra proyectándola como pensamiento cercano al nacionalsocialismo.

Prideaux, que tuvo la feliz idea de incorporar al final del libro una serie de aforismos nietzscheanos «que parecen tener una fuerte resonancia contemporánea» –lo cual estimula precisamente que vayamos a su obra de nuevo–, pone luz en todos estos episodios biográficos con un rigor y una agilidad totales. Las jornadas compartidas con Wagner, que reclamaba a su amigo para que fuera a verle («un reinventor del drama clásico que solo sabía leer a los clásicos en traducciones podría sacar mucho provecho del imprimátur intelectual de Nietzsche»), la mala recepción de «El nacimiento de la tragedia», su encuentro con Lou Salomé, sus viajes... El Nietzsche vital y enfermizo dará paso al póstumo, por cuanto Prideaux aborda la posteridad de su obra y el infame comportamiento de una Elizabeth adoradora de Hitler, que para ella era un «gran y espléndido hombre».

Sobre la autora

Sue Prideaux (1946) ha publicado libros como «Edvard Munch: Behind the Scream»

Ideal para...

conocer al filósofo desde el plano tanto intelectual como biográfico

Un defecto

La traducción, así como su edición bilingüe, resulta a todas luces impecable

Una virtud

Los episodios de la relación del filósofo con Wagner y su mujer, Cósima

Puntuación

10

«¡Soy dinamita! Una vida de Nietzsche»

Sue Prideaux

ANAGRAMA

536 páginas,

23,90 euros

Novela

Un año entero para ver y dormir, por D. Gándara

Esta nueva y segunda novela de Ottessa Moshfegh, escritora estadounidense, hija de madre croata y padre iraní, viene precedida por su aplaudido estreno como autora: «Mi nombre es Eileen», una novela que, dado su carácter divertido, a mitad de camino entre la comedia existencialista y el thriller espeluznante, fue preseleccionada, como muchas otras, para el premio Booker 2016. «Mi año de silencio y relajación», lejos de constituirse dentro de un género determinado, puede considerarse una novela al uso, con una intensa protagonista y narradora que lleva adelante el relato de una acción que se desarrolla a comienzos del presente milenio, con el atentado a las Torres Gemelas, como no podía faltarle a cualquier novela actual y más o menos comercial americana, como telón de fondo.

La trama, en cualquier caso, se ordena alrededor de la incansable narradora, una joven que ronda los veinte años, que ostenta un título en Historia del Arte pero que tras la muerte de sus padres, y de haber recibido la correspondiente herencia, deja su trabajo en una galería para ir preparándose, poco a poco, y a fuerza de sedantes varios, para pasar un año sin hacer prácticamente nada más que dormir y ver, cada tanto, películas de Whoopi Goldberg y de Harrison Ford. Podría ser, esta novela, una simple comedia ligera en la que, además de la protagonista, también aparecen personajes necesarios, como una excompañera de escuela, Reva, que le hace de contrapunto; la doctora Tuttle, que no para de atiborrarla de medicamentos; un amigo que también es una especie de novio y con el que no termina de entenderse; y un pintor extravagante que la saca un poco del vacío en el que ella ha decidido entrar y del que cual no piensa salir hasta que , como una bella durmiente y moderna, despierte de su año de silencio y relajación.

«Mi año de descanso y relajación»

Ottessa Moshfegh

ALFAGUARA

256 páginas,

18,90 euros

«Best-seller» internacional

Winslow se pierde en la frontera, por Lluís Fernández

Llegar a ser Don Winslow no ha sido tarea fácil. Convertirse en uno de los grandes autores de novela negra no lo puede empañar su trilogía de la «guerra de la droga», para algunos críticos su obra maestra. Olvidan una larga carrera, iniciada con dos títulos magníficos: «Un soplo de aire fresco» (1991) y «Tras la pista del espejo de Buda» (1992). Seguidos de tres de las mejores novelas negras de los años 90 y de la moderna narrativa de intriga: «Muerte y vida de Bobby Z» (1997), «El poder del perro» (2005) y «El invierno de Frankie Machine» (2006). Le siguieron la que para muchos fans es su serie más brillante y pop, la del «detective surfista» Boone Daniels, que rompe con los estereotipos de la novela negra al uso: «El Club del Amanecer» (2008) y «Los reyes de lo cool» (2012).

El problema aparece cuando Don Winslow, que hasta entonces no se ha significado políticamente, investiga sobre los cárteles de la droga de Sinaloa y prosigue con el choque entre dos fuerzas antagónicas: la del desalmado Adán Barrera y el agente Arturo Keller. ¿Qué sucede? Que la seriedad y compromiso que impone la tragedia de la droga y la violencia de los cárteles le obliga a tomarse con gravedad la aventura, dejándose por el camino el sentido del humor y su deliciosa forma de narrar con gracia, dramatismo y desenfado modernísimas novelas negras repletas de ingenio y acción.

Con «El cártel», Don Winslow entra en el farragoso terreno de los «best-sellers»: mucha documentación, novelización trivial y miles de páginas de paja para emular a Mario Puzo y apuntarse el tanto de haber escrito el «Nuevo Padrino» de los cárteles mexicanos. Cierto que Winslow ha recopilado una documentación exhaustiva con la que podría escribirse docenas de novelas, pero procesando literariamente la documentación hasta que la narración la integrara. Y no un relato zurcido con tantos hilos como una serie televisiva en la que lentitud trata de pasar por densidad.

«El cártel» era insoportable. Su secuela final, «La frontera», algo menos, pero es excesivamente discursiva y tópica. Carente de suspense, a excepción de contados fragmentos como el del infiltrado Cirello y las vicisitudes de Eddie en la cárcel de Victimville: dos personajes con nervio e identidad. El resto es desesperadamente aburrido. El consabido tebeo «demócrata» donde se equipara al sicario narco con John Dennison, el grosero, manipulador y sin escrúpulos sosia de Trump.

El peligro del folletín

A estas alturas, el fan de Don Winslow sabe que «El cártel» y «La frontera» desafían al «editor» que aligera, compendia y cohesiona la inmensidad de novelas-río como estas, librándolas del vicio de una «novelonoficción», aun híbrido entre ficción y no ficción insufrible. Desesperante cuando cae en el folletín o repite personajes intercambiables, lugares comunes y tramas tan simples que desmerecen la capacidad fabuladora del mejor Winslow. Aquí parece buscar a un Coppola que convierte en épico lo que es rutinaria docuficción, o a un «showrunner» que haga de la trilogía el «The Wire» de los cárteles. Igual de larga y tediosa.

Sobre el autor

Nacido en Nueva York en 1953, es uno de los grandes narradores de novela negra, con al menos media docena de títulos imprescindibles

Ideal para...

fans de Don Winslow que hayan disfrutado con la entrega previa de la trilogía,

«El cartel»

Un defecto

No haber logrado convertir la exhaustiva documentación en una soberbia narración épica

Una virtud

Frases geniales como ésta: «Somos almas gemelas. En el sentido de que ninguno de los dos tiene alma. Y si la tiene no vale gran cosa»

Puntuación

7

«La frontera»

Don Winslow

TAURUS

756 páginas,

23,90 euros

Novela

Una mujer camino de Siberia, por Sagrario Fdez-Prieto

«Las victorias son más importantes que los capítulos más oscuros de la historia». Con esta controvertida frase, Putin alentaba en 2007 a sus compatriotas para que olvidaran el sombrío pasado de la URSS, algo así como una llamada a la «desmemoria histórica» alimentando lo positivo; por ejemplo, que Stalin, el hombre que mató a veinte millones de rusos, fue el vencedor de la Segunda Guerra Mundial. La idea parece haber tenido algo de éxito, como vimos hace poco en el libro de Witold Szablowski, «Los osos que bailan», donde se recogen testimonios de personas que recuerdan entre lágrimas a su «estalincito». Pero la realidad es que el terror fue tan extenso como el territorio en el que se desató y tan intenso que todavía se están recuperando obras inéditas sobre los efectos de aquella terrible máquina burocrática.

Pero «Zuleijá abre los ojos» es un libro novedoso, aunque a primera vista pudiera no parecerlo. La autora cuenta la historia de una mujer tártara que en 1930 es deportada a Siberia por ser una «kulak», campesinos que poseían bienes que debían colectivizarse. Había que expropiarlos y «reeducarlos». Zuleijá se verá de repente viuda y camino de Siberia, una más entre las miles de personas que se hacinaban en vagones de ganado para su transporte desde Kazán hasta las orillas del río Angará, en la Rusia asiática.

La naturalidad del horror

Hay en esta novela muchos aspectos ya conocidos sobre la revolución soviética: las denuncias interesadas, el miedo, la cárcel, las humillaciones o el hambre. Sin embargo, esta es una novela diferente. La protagonista vive con total naturalidad la crueldad de un marido al que admira y la de su suegra que también la maltrata. Su odisea pasa por momentos espantosos, pero conocerá a personas que abrirán su mente, se sentirá valorada y conseguirá lo que más anhela: un hijo.

Guzel Yájina forma parte de una nueva generación de escritores rusos que utilizan la historia: su novela narra la vida de una mujer en el marco de la revolución porque lo que le interesa es narrar la evolución de esa mujer. Además de la protagonista, la autora crea personajes inolvidables como el anciano profesor de medicina que ha perdido el juicio, el pintor que realiza un fresco muy personal sobre la revolución o el comandante Ignatov, que se convierte en «un buen hombre». Parafraseando y matizando la frase de Putin, podría decirse tras la lectura de este libro que en los capítulos más oscuros de la historia hay victorias importantes. Eso no los justifica, en absoluto, pero valerse de ellos para crear narraciones es una forma útil y hermosa de mirar al pasado.

Sobre la autora

Nacida en Kazán en 1977, con esta novela ha ganado los dos premios más prestigiosos de Rusia

Ideal para...

los amantes de las lecturas de largo recorrido en las que abundan los giros y la emoción

Un defecto

La narración resulta a veces demasiado prolija en los detalles

Una virtud

Entronca con gran dignidad con la gran tradición de novelistas rusos del siglo XIX

Puntuación

8

«Zuleijá abre los ojos»

Guzel Yájina

ACANTILADO

540 páginas,

28 euros

Ensayo

Lo que está mal escrito no vende, por Diego Gándara

Steve Pinker propone un manual de estilo del siglo XXI amparado en los nuevos tiempos

Escribir ya no es lo que era. O escribir, al menos, en el siglo XXI, donde, lejos de todas las predicciones anunciadas, la palabra escrita tiene mucho más peso del que podrían haberse imaginado los más apocalípticos. La cultura de la imagen, sí, pero también la cultura de las redes sociales, de los mensajes de texto, de las historias de vida que cada día, en el mundo global, se verbalizan a cada rato. Es decir: escribir, hoy, forma parte, y cada vez más, de nuestra cotidianidad. Lo cual no significa, no obstante, que sea un acto natural.

«Escribir –advierte Steven Pinker en ''El sentido del estilo'', un libro en el que propone una guía de estilo distina, acorde al nuevo milenio– es un acto antinatural», dado que, señala citando a Darwin, el ser humano «tiene una tendencia instintiva a hablar, como se observa en los balbuceos de los niños, mientras que «ningún niño tiene la tendencia instintiva a cocinar, a preparar el té ni a escribir».

Esta guía, en ese sentido, es diferente. Como la mayoría de todas ellas –apunta Pinker, especialista en Psicología Experimental– en lugar de mostrar la escritura como un oficio placentero se han empeñado en dibujarla más bien como un conjunto de mandamientos o de errores que deben ser evitados, «El sentido del estilo» plantea un desafío novedoso: articular la guía a los cambios de la escritura en el siglo XXI, amparado, además, por un hecho evidente: el cambio constante del lenguaje a través del tiempo, adaptado y reanimado todos los días por millones de usuarios.

Convencional

El ingrediente clave de todo, en cualquier caso, sigue siendo uno: el estilo. Eso que no han dado ni los manuales de estilo ni los diccionarios, en los que funciona más el figura del censor o de aquel que determina un conjunto de reglas para escribir con corrección pero no, necesariamente, escribir bien. ¿Y qué es, se pregunta Pinker, escribir bien? Pues escribir, se responde, como si hubiera algo importante que mostrar.

Para ello, explica, nada mejor que el estilo clásico. Un estilo conversacional, que piensa en el lector, que lo trata como a un igual y que fomenta, de ese modo, la comunicación, la claridad. Por eso esta guía, además de novedosa y diferente, es también bastante necesaria: porque incita a buscar esa claridad no en los manuales de estilo ni en el ejercicio de la gramática, sino en el hecho de estar atentos a nuevas palabras o a los nuevos sentidos de las palabras, muchas veces usados más por quienes escriben en las redes sociales que por los grandes escritores de renombre. Lo que está mal escrito, dicen los publicistas, no vende, lo que equivale a decir que no comunica. Y lo que no comunica, por lo general, está mal escrito. Es una mala escritura, una escritura que busca impresionar sin decir nada y sin tener una cuenta que el lenguaje es algo que evoluciona constantemente, que se renueva en cada usuario y en cada habla cotidiana y se sostiene, sobre todo, en el estilo, pues el estilo, concluye Pinker, permite que la persona que escribe puede emitir correctamente su mensaje, lo que no es poco.

Sobre el autor

Steve Pinker es miembro electo de la Academia Nacional de Ciencias y dos veces ha sido finalista del Premio Pulitzer

Ideal para...

quienes deseen un manual para escribir, más que correctamente, escribir bien, es decir, escribir con claridad

Un defecto

No hay defectos importantes ni errores que llamen la atención

Una virtud

El tono del autor, lejos de ser aburrido, es cercano. No presenta el lenguaje como un conjunto de reglas y mandamientos, sino como un organismo vivo

Puntuación: 9

«El sentido del estilo»

Steve Pinker

CAPITÁN SWING

360 páginas,

22 euros

Novela

Ray Loriga regresa a los ochenta, por J. Ferrer

ovelista, guionista y director de cine, Ray Loriga (Madrid, 1967) irrumpió en el panorama literario de los años noventa con una narrativa de desinhibida expresión contracultural y estudiada estética del desarraigo y la marginación. Su imagen en las solapas de las primeras novelas también resultaba poco convencional: mirada desafiante de greñudo joven airado y profusión de simbólicos tatuajes; un escritor, en suma, nada convencional y acaso obsesionado por una constante aspiración a la máxima originalidad.

Con «El hombre que inventó Manhattan» (2004), un volumen de relatos que, en realidad tiene la coherencia interna de una novela, su obra adquiría la madurez de un conseguido rigor estilístico y estructural. Y, ya más recientemente, alcanzaba con «Rendición», el Premio Alfaguara de Novela 2017, historia kafkiana en el marco de una apocalipsis futurista, la destreza del logrado narrador de raza. En «Sábado, domingo» hallamos ahora, bajo una aparente expresión clásica, una nueva vuelta de tuerca a su singular escritura transgresora. Comienza la novela en el verano de 1988 en Madrid, narrando Federico, desnortado adolescente, lo que había sucedido, hasta donde él lo llegó a saber, un sábado de hace un año en una tormentosa velada junto a su amigo el Chino y una joven camarera a la que acababan de conocer.

La acción se desplazará hasta veinticinco años después, en que el mismo protagonista acude un domingo por la mañana a una fiesta de Halloween en el colegio al que asiste su hija. Aquí va a tener un insospechado e inquietante encuentro con una desconocida mujer que le remite a aquella noche que no ha podido olvidar. Más allá de la emocionante intriga que no conviene desvelar aquí, es esta una novela sobre la soledad, la culpa, el consuelo y la redención que afectan al atribulado protagonista. Éste, esporádico poeta juvenil, rescata en su relato un verso de aquellos días: «Nada parece bastarle al consuelo», palabras anhelantes de una justificación a su cobardía.

Búsqueda desordenada

Una solitaria misantropía le recluye en sus propios pensamientos, sumiéndole en una escasa autoestima: «En mi cabeza soy mejor de lo que luego soy en realidad, y cuando digo realidad me refiero al tiempo que pasas delante de los demás, de aquellos que pueden hacer que te des cuenta, al darse cuenta ellos, de lo idiota que eres». Sin excesivo dramatismo, ajustado tono humorístico incluso, se desarrolla aquí una intensa historia de responsabilidades éticas y desencuentros sentimentales.

sobre el autor

Narrador, guionista y director caracterizado por una literatura transgresora

ideal para...

meditar sobre los procesos psicológicos de la culpa

y la redención

un defecto

La forzada inclusión de algunos irrelevantes personajes secundarios

una virtud

La inquietante atmósfera que induce a una lectura torrencial y absorbente

Puntuación

9