Coronavirus
“Mueren en la calle y no los recogen”
Un entrenador español cuenta lo que está sucediendo en Guayaquil, donde entrena y ahora está recluido por el coronavirus
La ciudad de Guayaquil, en el suroeste de Ecuador, contaba el domingo con más de 4.000 ataúdes de cartón para que puedier ser sepultados los cadáveres acumulados a raíz de la emergencia sanitaria por COVID-19, mientras siguen las tareas de recogida de fallecidos.
Unos 3.000 de ellos han sido adquiridos por la fuerza de tarea conjunta del Ejército ecuatoriano, encargado en los últimos días de levantar los cuerpos de casas, calles y hospitales, de fallecidos por coronavirus u otras circunstancias, en la urbe costera.
“Ves gentes morir en la calle y no lo recogen”, asegura en Cuatro el entrenador español Ismael Rescalvo, entrenador del Club Spor Emelec. Tras hacer carrera en Colombia está ahora en Ecuador y le ha pillado la llegada del coronavirus. El director deportivo es Carlos Beguer: “Les ha fallecido un familiar y lo sacan a la calle”, cuenta, porque el olor es irrespirable. “Algunas personas los queman”, insiste Rescalvo, contando una situación dramática para todos. “En un hospital han puesto un container y están guardando cadáveres”, dice Beguer.
El gobierno ecuatoriano empieza a estar superado. Por eso los ataúdes de cartón. El presidente de la Asociación de Funerarias de Guayas, provincia suroccidental de la que Guayaquil es capital, Merwin Terán reconoció hoy a Efe que el gremio atraviesa un momento crítico y que la iniciativa de la Alcaldía trata de encontrar soluciones, aunque no siempre esos ataúdes son bien recibidos.
"Ahora me han llegado treinta de cartón, pero la gente que viene a verlos no los quiere llevar. Están acostumbrados a los que les hemos ofrecido siempre, pero no hay, es lo único que les puedo dar", dice en una entrevista telefónica.
Terán afirma que soportan 136 kilos de peso, son resistentes y "cubren la necesidad", y los está vendiendo a unos 280 euros.
Mantiene abierta una de las pocas funerarias que aún operan en la ciudad costera ecuatoriana, donde solo el 20 por ciento de la industria local está en capacidad de ofrecer servicios para las exequias.
La acumulación de cadáveres ha provocado el desabastecimiento de las funerarias y elevado a casi al doble el precio de los pocos ataúdes de madera que se ofertan, que han pasado a costar de unos 460 euros el más simple, a más de 925 euros.
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