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La carambola imposible del Valencia cumple 37 años

Los cinco resultados que necesitaba el club ché para salvarse en la temporada 1982/83 se produjeron en la última jornada

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Mestalla vivió uno de sus días más memorables en la última jornada de la temporada 1982/83Emilio MorenattiAP

El Valencia cumple este 1 de mayo 37 años de la mayor carambola de su historia, ya que en la última jornada de la Liga 82-83 necesitaba la conjunción a cinco bandas de otros tantos resultados para no bajar a Segunda División y ésta se produjo en una coincidencia sin precedentes para la entidad valenciana. Aquel domingo, el Valencia se despertó como colista de Primera y necesitaba no solo de una victoria para no bajar, sino también de que los resultados de otros cuatro partidos le fueran propicios.

La Liga todavía ofrecía dos puntos por victoria y en aquella lucha por la permanencia había cinco clubes implicados: Las Palmas (25 puntos antes de comenzar los partidos), Osasuna y Celta (24) y Racing y Valencia (23).

Tras una temporada desastrosa, las matemáticas ofrecían infinidad de posibilidades, casi todas desfavorables para los valencianistas que, básicamente, necesitaban ganar y que los restantes implicados no lo hicieran.

El primero de los objetivos era el más complicado. El Valencia, dirigido por Koldo Aguirre, recibía en Mestalla al Real Madrid, entrenado por Alfredo di Stéfano, el técnico que había liderado al Valencia en varios de sus éxitos más recientes y al que un empate le daba el título de Liga. El reto para los locales parecía poco menos que inalcanzable. La semana había estado marcada por el impacto y la desgracia del fallecimiento tras un infarto y a los 43 años de Rafa García, preparador físico del equipo. Por otra parte, el jugador más importante de aquel Valencia, Mario Kempes, estaba sancionado.

Además, el club que presidía en ese momento el cardiólogo Vicente Tormo debía esperar que Las Palmas perdiera en casa ante el Athletic de Bilbao, que el Racing cayera en Madrid ante el Atlético y que el Celta saliera derrotado de Valladolid. Para terminar de rizar el rizo, era imprescindible que el quinto partido en liza, el Osasuna-Barcelona, finalizara con triunfo de uno de los dos contendientes, el que fuera. Un empate en El Sadar mandaba a Segunda al conjunto de Mestalla.

Aunque la tarde empezó de la peor manera posible para el Valencia, ya que Las Palmas y Racing se adelantaron en el marcador en sus respectivos partidos, a medida que avanzaban los encuentros la situación empezó a cambiar. Las Palmas perdió por 1-5 ante el Athletic Club, que fue el campeón, el Racing también sufrió una remontada en Madrid y perdió 3-1 ante el Atlético, mismo resultado del Valladolid-Celta. A estos marcadores, el Valencia añadía su ventaja por 1-0 ante el Real Madrid gracias a un gol logrado por Miguel Tendillo a los 38 minutos de juego. Solo faltaba que Osasuna y Barcelona no empataran. No lo hicieron, aunque en el minuto noventa, cuando el equipo navarro ganaba por 1-0, el barcelonista Quini envió un balón al palo. El empate habría condenado tanto al Osasuna como al Valencia, pero ambos se salvaron con 26 y 25 puntos respectivamente.

Al equipo valenciano le valió la diferencia general de goles con Las Palmas, uno de los contados equipos de la categoría contra el que la tenía a favor, ya que los dos encuentros entre ellos habían acabado en empate, mientras que Celta y Racing, con 24 y 23 puntos, también bajaron.

Fue una jornada en la que Mestalla ofreció una gran entrada y en la que los transistores de los aficionados fueron tan protagonistas del partido como los postes que malograron varias ocasiones de gol en ambas porterías.

Aquella se convirtió, sin duda, en la tarde más agónica que ha vivido el Valencia en toda su historia. El milagro se produjo con un equipo formado por Bermell, Carrete, Arias, Tendillo, Botubot, Ribes (Castellanos, min 57), Roberto, Subirats, Saura, Weltzl y Pablo (Solsona, min 67). El gol se produjo a la salida de un córner lanzado por Pablo, prolongado dentro del área y que Tendillo cabeceó a la red. En la segunda parte, un balón de Arias al larguero pudo suponer el 2-0, pero Bermell paró un balón en la misma línea de gol y el Real Madrid dispuso de dos opciones claras que acabaron en el poste.

Nunca antes ni después el campo de Mestalla ha vivido un partido que haya juntado tan pocas expectativas de éxito con tanta intensidad y con un final tan feliz.