Michael Jordan
Las claves que deja 'The Last Dance’ sobre el lado oscuro de Michael Jordan
Los dos últimos episodios del documental sobre el legendario ex jugador de los Chicago Bulls se podrán ver hoy en Netflix
Hoy se estrenan en España los dos últimos episodios de The last dance, el documental sobre Michael Jordan y el sexto anillo de sus Chicago Bulls. En Estados Unidos ya se han podido ver y la serie ha sido un éxito rotundo. El comentario de Michael Jordan antes de su estreno se ha visto confirmado después de los diez capítulos: “Cuando la gente vea esto pensarán que no soy un buen tipo para nada. Incluso me podrían considerar como un tirano. Bueno, yo quería ganar. Todo lo que he hecho ha sido para ganar y no me arrepiento de ello”. Más allá del mejor jugador de todos los tiempos hay un lado oscuro. Y a la pregunta de si valió la pena, Jordan es tajante: “Definitivamente sí”. Y eso pese a...
Acoso y agresiones a compañeros
Dos compañeros blancos y de muy diferente importancia en el equipo fueron agredidos físicamente por Jordan en sendos entrenamientos. Will Perdue, un pívot torpón de 2,13, y Steve Kerr, el escolta tirador y actual entrenador de los Warriors, fueron víctimas de la versión más salvaje de Jordan. Los insultos también eran bastante habituales: Burrell, Hopson, King, Cartwright... Y no sólo dirigidos a los secundarios. En una de las eliminaciones ante los Bad Boys de los Pistons, que llegó semanas después de la muerte del padre de Scottie Pippen, le soltó a su compañero después de un mal partido: “¿Qué, otra migraña Scottie?”.
Amistades peligrosas
En The last dance se dibujan algunas de las flaquezas de Jordan y la mayoría están relacionadas con el juego. Hay tres nombres que salpicaron la imagen inmaculada que se tenía del número 23 en la década de los ochenta. James Slim Bouler era un delincuente sin demasiado currículum (tráfico de drogas, blanqueo de capitales...) hasta que apareció en su casa en 1991 un cheque con la firma de Jordan por valor de 57.000 dólares. ¿La explicación? Era el pago de unas deudas de golf. Eran sus apuestas diurnas; por la noche eran las cartas. Meses después apareció asesinado un tal Eddie Dow, un prestamista con no muy buena fama, y Jordan tuvo que declarar en un juzgado por tres cheques que aparecieron en un maletín por valor de 108.000 dólares. Hubo más. Un empresario, Richard Esquinas, publicó un libro titulado: “Michael y yo. Nuestra adicción al juego... Mi grito de ayuda”. Aseguró que ganó a Jordan más de un millón de dólares en una semana apostando al golf y Michael confesó en unas finales de la NBA, sí en plenas finales, que tenía una deuda pendiente con Esquinas de 300.000 dólares.
Apuestas o competitividad
La razón de su relación con las apuestas no era el juego, según Jordan, era la competitividad. O al menos eso asegura. Jordan apostaba por todo. Un ejemplo: en un aeropuerto se jugó que la primera maleta que aparecía por la cinta era la suya. Acertó. Los cientos de dólares que ganó le sirvieron para pagar el soborno que había hecho a los trabajadores del aeropuerto para que su equipaje saliera el primero. Rodman no era el único jugador que hacía escapadas en plena temporada. En unas finales del Este ante los Knicks, Jordan se fue una noche a un casino de Atlantic City. Eso no le impidió luego exhibirse en el Madison. Otro ejemplo: en los vuelos de los Bulls las estrellas iban en la parte trasera del avión y allí corrían apuestas y manos por miles de dólares; en la parte delantera viajaban los secundarios y en sus partidas las apuestas eran a dólar la mano. La Liga incluso se atrevió a abrir una investigación sobre el tema de las apuestas de Jordan, pero... dos días después de anunciar su retirada, el 8 de octubre de 1993, suspendió la investigación.
Bullying a Jerry Krause
Jerry Krause era el saco en el que más golpes soltaba Michael Jordan. El constructor de los Bulls sufrió durante años el acoso del número 23. A diferencia de lo que sucede ahora con las grandes estrellas de la NBA, Jordan no participó en la construcción de la plantilla. Y el directivo responsable no le consultó la política de contrataciones en ningún momento. Es más, cuando Jordan trató de inmiscuirse sus “consejos” no llegaron a ninguna parte. El bullying a Krause es salvaje. Si aparecía por el vestuario a Jordan no se le ocurría otra cosa que soltar un mugido. Los comentarios sobre su exceso de kilos y su falta de centíometros fueron constantes. El boicot a alguno de sus fichajes -"No habló yugoslavo", respondió ante la llegada de Kukoc-, sonrojantes. La falta de química entre Krause y el número 23 hacen todavía más grandes los anillos de los Bulls.
Nula implicación política
Barack Obama apunta en The last dance a la tibia posición política que ha acompañado a Michael Jordan. Y aquí aparece la principal razón de su fortuna que la revista “Forbes" estima en unos 2.000 millones de dólares. Su “los republicanos también compran zapatillas” es el mejor resumen de su actitud ante el negocio y la política. Ha habido 34 modelos diferentes de “zapas” de Jordan desde 1985. Con su trabajo en la cancha, Air “sólo” ganó 90 millones de dólares. El año pasado, sin ir más lejos, su marca, Jordan Brand, le hizo embolsarse 130 millones de dólares. Y eso diecisiete años después de haber dejado las canchas. LeBron James, por ejemplo, ganó 100 “kilos” menos. Los negocios también le han ido bien como propietario de los Hornets, aunque los resultados deportivos no acompañen. Compró la franquicia hace once años cuando estaba valorada en 175 millones de dólares. Ahora esa cifra casi se ha multiplicado por diez.
El tono de sus ojos y su estado de salud
Jordan ofrece sus explicaciones en The last dance sentado en un sillón con una mesita al lado. En esa mesita hay normalmente un vaso corto, sin hielo y con una bebida que podría ser whisky o coñac. Al lado del vaso hay un par de fundas de puros. Con 57 años, Jordan es un consumado fumador y su imagen con un puro en la boca en el vestuario después de un entrenamiento o de ganar cada uno de los seis anillos era más que habitual. Pero hay más. Sus ojos. Tienen un brillo un tanto extraño. Unos dicen que son un poco amarillentos, otros que si son un poco rojos, otros que si están vidriosos... Ya han surgido varias teorías. Hay quien apunta que sufre ictericia, una enfermedad que aparece debido a trastornos hepáticos, a problemas con el hígado. Además hay otras dos enfermedades relacionadas con esta parte del cuerpo, la hepatitis y la cirrosis, que podrían provocar ese brillo tan particular. Y lo que llama la atención es que durante toda su carrera nunca tuvo la mirada así. Otras teorías señalan que esa mirada se debería a problemas en el hígado derivados de una dieta inadecuada y al consumo excesivo de alcohol.
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