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Novak Djokovic

Roberto Bautista y Djokovic, “ciudadanos de la burbuja”

El jugador español y su entrenador, Pepe Vendrell, cuentan cómo se vive en el hotel que han montado en Nueva York, del que tienen prohibido salir, para poder jugar el US Open

Karen Khachanov, Roberto Bautista Agu
Bautista, en uno de sus partidos en el Masters 1.000 de CincinnatiFrank Franklin IIAgencia AP

Roberto Bautista Agut y Pepe Vendrell, su entrenador y único acompañante, llegaron a Nueva York y lo primero que hicieron fue pasar un test de coronavirus. «Inmediatamente nos colocan en nuestra habitación a la espera del resultado», dice el técnico. «Estuvimos un día sin poder salir», comenta el tenista. Dieron negativo y entonces ya les hicieron la acreditación. «Y nos podíamos mover del hotel a las pistas, y viceversa», explica Bautista. «48 horas después del primer test nos hicimos el segundo, que también fue negativo. Después vienen 72 horas más y ya digamos que somos “ciudadanos de la burbuja”», cuenta Vendrell. La burbuja es todo el dispositivo que se ha organizado en Nueva York para que el tenis pueda volver a la competición internacional. «Nosotros estamos en Long Island, en un hotel que está todo para el torneo y del que no se puede salir bajo ningún concepto», desvela el preparador. De hecho, por redes sociales ha circulado alguna foto en la que se ven carteles con la advertencia: «No cruces está línea. Permanece en la burbuja. Si la cruzas serás descalificado del torneo». Algunos tenistas como Djokovic han optado por una vivienda particular, pero también bajo extrema vigilancia. «Han preparado tanto el club como el hotel para que no se haga tan difícil no poder salir: suites privadas en el club, zonas de juegos, gimnasio…», revela el número doce del mundo. «Al no haber público, todos los espacios del recinto, que es enorme, están habilitados para permitir a los jugadores vivir, estar al aire libre, tener zonas de descanso... También han habilitado en la Arthur Ashe [la pista central] todos los palcos que se venden a las empresas: los han reconvertido en pequeños vestuarios para los cabezas de serie y nos han dado uno», continúa su técnico. En el escenario del US Open, que será del 31 de agosto al 13 de septiembre, se está disputando el Masters 1.000 de Cincinnati, para no tener que cambiar de ciudad. Si se quería jugar al tenis en la situación que vivimos hacían falta unas medidas así y por eso y por la amenaza del Covid-19 tenistas como Rafa Nadal decidieron no acudir.

«Hemos de rellenar un cuestionario diariamente respondiendo a posibles síntomas», sigue con las medidas Roberto Bautista. «Vamos todos con máscaras cuando salimos de la zona de entrenamiento, y muy bien, la verdad. El transporte, los autobuses, tienen que limpiarlos, habilitarlos... Te sientes muy seguro, aunque nada está escrito con esta enfermedad y con este nivel de contagio. Pero el esfuerzo que han hecho la USTA (La Federación de Tenis de EE UU) y la ATP está ahí. Hace meses era impensable que pudiera celebrarse», asegura Vendrell. Con las ausencias, Bautista adelantó posiciones y es el octavo favorito. «El factor del publico va con el tenis. Sin su aliento hace que sea muy diferente. Es una pena», reconoce el castellonense. «Pero también es algo que nos permite estar más enfocados», piensa, por ver un lado bueno. Todo es raro, como que al acabar el encuentro no hay abrazo entre los jugadores, sino choque de raquetas, y al juez de silla le tocan con la raqueta en el pie. Tampoco hay jueces de línea y los recogepelotas limitan su trabajo: sí dan a los jugadores las bolas, pero no las botellas de agua, y no les sujetan la toalla. Eso despistó a Djokovic, que en los primeros juegos de su primer partido se olvidaba de ellas y se tenía que dar un paseo extra a recogerlas antes del cambio de pista. El número uno tenía molestias en el cuello y tuvo que pedir atención médica, con lo que se observó hasta dónde llegan las medidas: el fisioterapeuta le entregó una mascarilla nueva y unas gafas, que se puso antes de sonreír de manera divertida. Sacó el pulgar y se tumbó para que le crujieran la zona.

«Tenía muchas ganas de jugar, soy muy competitivo. Han sido momentos socialmente complicados, aunque también nos han dejado días de tranquilidad en casa. Pero agradezco volver», admite Bautista. Desde que estalló la crisis por el coronavirus los tenistas pasaron varias fases. Primero no podían entrenar, la salud estaba por encima. Después pudieron empezar, pero no se sabía qué iba a pasar con el circuito. «Han sido meses difíciles de organizar hasta que no se conoció cuándo se comenzaba. Han sido varias pretemporadas y he tenido la posibilidad de disputar torneos de exhibición que han ayudado a ir cogiendo ritmo», añade. «Conforme se acerca le fecha ya aparecían los nervios y teníamos ganas de arrancar, probar y recuperar un poquito tu vida, que es lo que nos ha quitado todo este proceso de la pandemia», reflexiona su entrenador.