Fútbol
La primera Liga pandémica
El campeonato empieza mañana en Ipurúa sin público, más tarde que de costumbre, sin nuevas estrellas y con un gasto en fichajes bajo mínimos
Terminada la Liga del coronavirus, llega la Liga pandémica, la primera de la historia que comienza desde la primera jornada bajo las reglas de la nueva normalidad impuesta por el Covid-19. Todo es extraño y no sólo por las mascarillas, la distancia de seguridad y la falta de público. Lo raro empieza por un arranque de campeonato ya bien entrado septiembre y no en mitad de un verano de fichajes, traspasos y caras nuevas.
Resulta complicado ver la diferencia entre las últimas jornadas del torneo pasado, esas disputadas a todo correr y con el miedo al contagio, y el torneo que ahora arranca. Madrid, Barça y Atlético no han mejorado sus plantillas con fichajes estruendosos, al contrario, la economía de guerra también les ha afectado y se conforman, por el momento, con repescar cedidos que puedan ser aprovechables.
Esta tendencia puede igualar las fuerzas y quién sabe si el nombre del próximo campeón allá por el próximo mayo no sea uno de los habituales. En ese sueño se quieren meter el Sevilla, reforzado por su nuevo éxito europeo, y el Villarreal, que ha pescado en el río revuelto de Mestalla, especialmente a Parejo, y que confía en que Emery sea el de sus tiempos sevillistas y no el del Arsenal.
De momento los estadios seguirán mudos y huérfanos de público y la Liga y la Federación se han puesto de acuerdo, oh, sorpresa, para que se mantengan los cinco cambios por partido y se pueda convocar a los 23 jugadores disponibles.
La reglamentación se ha adaptado a los caprichos del coronavirus y para que no haya sorpresas desagradables como la del Deportivo-Fuenlabrada, ya está claro cuándo un equipo podrá saltar al campo y quién pagará los platos rotos de un contagio masivo. Si un club tiene siete jugadores de la primera plantilla y trece en total disponibles para jugar, el encuentro comenzará. Si no es así, habrá un aplazamiento, algo que cada equipo sólo podrá permitirse una vez. A la segunda en la que una entidad sea culpable de que no haya fútbol, porque el brote sea suyo, perderá automáticamente por 3-0.
Cada club tendrá también que especificar en qué estadio alternativo fuera de su comunidad autónoma ejercerá como local si el suyo queda clausurado por el Covid. No quieren la Liga y la Federación dejar cabos sueltos y que frente a situaciones antes impensables lleguen los líos y que finalmente acaben en la justicia ordinaria.
La pandemia ha cambiado muchas cosas, pero no la mala relación entre Liga y Federación, que ya ha provocado el primer sonrojo antes de que ruede el balón. El campeonato 2020-21 iba a empezar hoy con el Granada-Athletic, pero la Federación recordó que el juez le dio la razón en lo de que no haya partido en viernes ni en lunes. De urgencia, cambio de planes y el arranque será mañana en Ipurua con el Eibar Celta (16:00).
El gran fichaje del campeón es Benzema
El vestuario del Real Madrid se conjuró durante el confinamiento para levantar la Liga del coronavirus. Nadie pudo a la vuelta del parón con los de Zidane, que remontaron a base de triunfos y solidez. El vigente campeón comienza ahora la defensa del título con Zidane al mando y prácticamente las mismas armas que en la temporada anterior. El coronavirus ha secado la mayoría de las fuentes de ingresos de los clubes y ni los más grandes están para grandes desembolsos. Por eso, el mejor fichaje del Real Madrid para el nuevo curso será Benzema, ese nuevo Karim que lideró el ataque de equipo camino del título. El francés se ha machacado en el gimnasio durante las vacaciones y va a seguir siendo clave en los planes de Zidane, lo mismo que Ramos, Courtois y el resto de la columna vertebral.
La cara nueva más ilusionante va a ser la de Odegaard, cuya vuelta estaba prevista para junio de 2021, pero el cuerpo técnico ha querido acelerarla. Con el mercado en crisis, tener al noruego como refuerzo es un lujo y de hecho va a ser el único de los cedidos que regrese y se quede con un peso importante en la plantilla. Zidane mantiene su costumbre de confiar en la plantilla de la que dispone, a la que espera de que despierten algunas piezas que el curso pasado no pudieron rendir como se esperaba. Hazard fue el gran fichaje el año pasado, pero entre las lesiones y el periodo de adaptación casi nunca pudo ser decisivo. El Eden del Chelsea no se ha visto todavía en Chamartín y ahora tiene la oportunidad de ser ese salto de calidad que prometía.
La confianza de Zidane la tiene y la calidad también, así que es cuestión de entrenamientos y puesta a punto. Su tobillo está totalmente recuperado y si tiene algunas dudas sólo están en su cabeza e irán desapareciendo. Sergio Ramos presume de físico como de costumbre y sus tatuajes van a seguir marcando el camino. Zidane espera que Jovic aterrice también por fin en esta Liga, y su puntería acabe de ser tan precisa como lo fue en la Bundesliga. Es el elegido para ser el segundo delantero. Modric ha cumplido 35 años, pero no quiere que se le valore por la fecha de nacimiento. Lo mismo le sucede a Marcelo, que esta temporada sí parece que arranca claramente como segunda opción en el lateral izquierdo por el gran crecimiento de Mendy. No existen los años de transición en el Madrid, aunque no haya fichajes este verano y el próximo pueda aterrizar una gran estrella.
Traspaso de poderes: de Messi a Ansu Fati
Este puede ser el año en que el Barcelona y su afición se empiecen a despedir de Messi. La amenaza del «10» este verano iba en serio. Sólo le faltó la seguridad de que la cláusula de liberación de su contrato estaba vigente para abandonar el equipo que lo acogió con 13 años y le cambió la vida. Y no es una manera de hablar.
Es una temporada extraña para el Barcelona. Agarrado al pasado –ningún gol más significativo en la historia del club que el que Ronald Koeman marcó en Wembley para darle la primera Copa de Europa–, pero mirando al futuro. Aunque no mucho. Koeman sólo ha firmado por un año como entrenador. Con opción a otro que tendrá que confirmar una nueva directiva. Año de cambios para el club azulgrana, que puede ver desfilar a muchos de los jugadores que han llenado de títulos el museo del Camp Nou en los últimos años.
La tarea de limpieza no es algo extraño para Koeman. Ya lo hizo en Valencia, donde liquidó a Cañizares, Albelda y Angulo y dio paso a jugadores jóvenes como Juan Mata, recién llegado de la cantera del Real Madrid, que permanecía olvidado en un rincón. La renovación terminó con un título de Copa abucheado por sus aficionados, que despreciaron aquel título sin saber que iban a estar once años sin ganar otro.
El holandés ha renunciado a la ilusión de entrenar a su selección en la Eurocopa por la oportunidad de dirigir al Barcelona. Es una apelación al sentimiento por las dos partes. Nada «vende» más en el barcelonismo que el «cruyffismo». Y con Johan fallecido nadie hay que pueda materializarlo más que el hombre que le dio la Copa de Europa como entrenador azulgrana.
Es un año de incógnitas para el barcelonismo. ¿Esperará Messi a enero para plantearse, esta vez en serio, su marcha? El argentino acaba contrato y a partir del 1 de enero de 2021 tendría permiso para negociar con cualquier club su traspaso. Y podría sumar a su contrato una importante cantidad por prima de fichaje. ¿Permitirá Leo que se marchen sus mejores amigos en el vestuario? El club ya ha anunciado que no cuenta con Luis Suárez ni con Arturo Vidal, pero el fútbol puede regresar a la casilla de salida en cualquier momento.
¿Confirmará Ansu Fati lo que ha anunciado en su primera temporada y en su debut con la selección? Es la mejor noticia que ha tenido el Barcelona este verano, la irrupción con la Roja del joven canterano. Ha demostrado una personalidad muy por encima de lo que se le puede exigir para sus 17 años. La convivencia con Messi un año más puede ser importante para su desarrollo antes del traspaso de poderes definitivo si Leo abandona el club.
El Atlético espera la explosión de Joao Félix
El partido de cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Leipzig reflejó la realidad del Atlético, un equipo que debe entregarse a Joao Félix para seguir creciendo. O para crecer de verdad, porque el Atlético es un equipo estancado desde aquel mágico 2014 en el que fue campeón de Liga y subcampeón de Europa. Desde entonces sólo ha conseguido una Liga Europa y dos Supercopas, la de España en 2014 y la de Europa en 2018. Aquel enfrentamiento contra el Real Madrid en Tallin fue el último gran partido de Diego Costa. El internacional español es el pasado del Atlético y Joao, el presente y el futuro del equipo.
El portugués es la nota diferente en un equipo en el que Simeone quiere convertir a todos en «japoneses», que diría Luis Aragonés. Es la ambición que le falta al equipo, como demostró en la Champions contra el Leipzig. Entró en la segunda parte, se echó el equipo a la espalda, se lo llevó arriba y a punto estuvo de dar la vuelta al partido y conseguir que el equipo de Simeone avanzara hacia las semifinales.
Es la esperanza del Atlético en un mercado extraño, sin fichajes. Sólo ha llegado, de momento, el portero croata Ivo Grbic. En principio para ser suplente de Oblak, aunque el esloveno no acaba de cerrar la puerta a una salida del Atlético.
Simeone tiene la portería cubierta, pero al equipo le falta el gol. Por eso busca un delantero, aunque el problema de siempre, el dinero, se ha visto agravado por la pandemia. Sin grandes ingresos por traspasos y sin ingresos por taquilla, el equilibrio presupuestario del Atlético no permite pagar mucho por los futbolistas. Ni siquiera por los que podían llegar libres. Cavani, perseguido hace unos meses, no parece ahora un fichaje demasiado probable. Y el sueldo de Luis Suárez también supera las posibilidades del Atlético.
Los números de la temporada pasada hacen evidente la necesidad de un delantero que tiene el Atlético. Morata fue el máximo goleador, con 16 goles entre todas las competiciones. Y Joao Félix fue el siguiente, con sólo nueve tantos. Diego Costa apenas aportó cinco en 30 partidos. Un gol cada seis encuentros, aunque Simeone acabó prefiriéndolo a Morata en los encuentros decisivos.
El gol permitiría al Atlético dar ese paso adelante para competir de verdad con el Real Madrid y con el Barcelona. Juega una Liga diferente, en la que compite solo. Sin posibilidades reales de discutir el campeonato con los dos grandes y con un presupuesto y unas posibilidades muy por encima de los que vienen por detrás, encabezados por el Sevilla. Lo que no se discute es el liderazgo de Simeone. Es el entrenador que le ha hecho ganar siete títulos. Aunque en los últimos seis años apenas han conseguido uno y, precisamente, el que no hubieran querido volver a ganar, la Liga Europa. La segunda división del continente.
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