Comparaciones

¿Quién es el más grande? ¿Maradona o Messi?

El Mundial del 86 de uno, los 34 títulos con el Barça de otro, la pasión, la calidad... ¿Qué tiene más valor?

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Maradona era fútbol más emoción

Domingo García

No hay medida para las emociones. Y la pasión por Maradona entra más en el terreno emocional que en el futbolístico. No es el que más títulos tiene, no es el que más goles ha marcado. No entra en el terreno de lo medible, pero es Maradona. El suyo, aparentemente, no era un físico privilegiado. Bajo, regordete en cuanto se descuidaba un poco... Pero lo tenía todo: el regate, la velocidad, la resistencia y sabía frenar. Poseía, además, la capacidad de inventar, de hacer cosas que los demás no se atrevían siquiera a imaginar y que seguían pareciendo imposibles después de que él las hubiera hecho. El gol de libre indirecto dentro del área a la Juventus, la vaselina al Estrella Roja o un gol a River Plate en su primera época en Boca con el «Pato» Fillol gateando detrás de él para intentar arrebatarle la pelota. Siguen siendo imposibles después de verlos mil veces.

Maradona era un futbolista inimitable. Se duda muchas veces de la capacidad que hubiera tenido para adaptarse al fútbol actual más rápido, más físico. Pero Maradona hubiera podido con todo. Ahora, como entonces. Podía con marcajes individuales que le llenaban el cuerpo de patadas. Y no tenía la protección de las cámaras, sólo algunos partidos se televisaban. Pero Maradona siempre salía ileso, aunque tuviera el cuerpo y el alma doloridos. Jugó cientos de partidos infiltrado, con los tobillos completamente hinchados y con su apariencia deformada por los corticoides. Regateaba en campos de barro, con pelotas más pesadas que la de ahora. Y, sobre todo, era humano. Maradona era capaz de caer y levantarse. De pelear. Y seguía siendo el mejor. De ayer, de hoy y de siempre. Eterno, Diego.

La lucha imposible contra la nostalgia

Francisco Martínez

Que Maradona era un genio es una evidencia. El problema es la grandilocuencia con la que se cuenta lo que hizo. Soberbia, incluso. Se destaca que salió de un barrio pobre como si fuera el único, porque Pelé de crío jugaba descalzo con un calcetín por gusto. Se ensalza que hizo feliz a mucha gente. ¿No hizo Iniesta felices a millones de personas en 2010, y en un país que tiene lo suyo en cuanto a división? Pero la felicidad que proporcionaba Maradona es mejor (?). Marcó un gol con la mano que a los ojos de un niño del siglo XXI es «una trampa», pero se le hacen canciones y se habla de la «mano de Dios», mientras que la mano de Henry que metió a Francia en el Mundial de 2010 fue la de Satán. Se oyen frases como que «murió y se acabó el fútbol», palabras altisonantes que a él no le hubieran gustado, porque amaba el fútbol, y diría: «¿Que se acabó? ¡Que siga!». Pero es lo que tiene la nostalgia. Nadie puede ser mejor que Maradona y nadie puede ser mejor que Jordan. Lo que se vive de niño o de joven marca más.

Quizá pase con Messi lo mismo en unos años, cuando se recuerde lo que está logrando con nostalgia. Pero ahora a Leo se le exige ganar un Mundial para ser como Diego, pero a Diego no se le exige tener una Champions, porque jugaba en el Nápoles y sus compañeros eran unos mantas, y si Messi ha ganado cuatro Orejonas es porque tenía a Xavi, Iniesta, Puyol, Neymar... Y si conquista el Mundial de Qatar es que no le dan las mismas patadas que a Maradona.

¿A quién le importa si Messi es mejor que Diego? ¿Qué es ser mejor? La vida no es confrontación. Disfrutamos de uno y sigamos disfrutando del otro. Maradona lo hará allá donde esté.