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Coronavirus

El milagro de un club de fútbol nacido en la pandemia

Pepe y Tomás, de sólo 17 años, decidieron crear de la nada el CF La Bonanova cuando todo el mundo estaba parado

El CF La Bonanova, creado en la pandemia
El CF La Bonanova, creado en la pandemiaLa Razón

A los 17 años no eres consciente que sólo tienes 17 años. Y eso es una bendición. Tienes prisa, como si el mundo fuera a acabar mañana, tienes ganas y sobre todo, te crees capaz de todo. Capaz, por ejemplo, de crear un equipo de fútbol justo cuando un virus había detenido el tiempo y borrado la primavera.

Luego, casi siempre sucede que, en realidad, sólo tienes 17 años, que las ganas se te pasan cuando te obligan a madrugar y sí, te crees capaz de todo, pero qué pereza. Aunque hay excepciones. Pepe Fuster-Fabra y Tomás Falk decidieron ser de las excepciones cuando pasaron de las bromas entre ellos de crear un equipo de fútbol a la realidad de fundar el C. F. La Bonanova, encontrar un campo, fichar un entrenador, fichar al resto de jugadores y comenzar una aventura que sólo puede ser emocionante y a la que no ponen ningún límite. Pepe ya no es el duro central que imagina que es Mario Hermoso. O por lo menos, no es sólo un central. Como Tomás, es además fundador del club.

«Hacerlo nos parecía algo súper complicado, que necesitaba muchos recursos », cuenta Pepe. «Pero nuestros padres nos dijeron, por qué no lo miráis». Y con 17 años llevaron a cabo lo más inesperado de esta historia: hacer caso a sus padres.

Todas la grandes caminatas empiezan en un paso pequeño. Fueron a la Federación Catalana y allí les explicaron lo que había que hacer: tener unos estatutos y poner unos 600 euros de inscripción. Eso, más o menos, con ayuda de los padres, era sencillo. Después, había que trabajar: «Empezamos con inventarnos un escudo (la bandera antigua de Barcelona, con la cruz de San Jorge), un nombre y una equipación, eso era divertido», continúa Pepe. «Lo más complicado fue buscar un campo, eso fue desesperante». Hay pocos campos de fútbol once en Barcelona y muchos equipos. Con la moto recorrieron la ciudad, aunque buscaban algo cercano a su barrio, a la Bonanova: «Recurrimos a la Fundación Marcet que tiene varios campos por la capital catalana. «Acababan de restaurar unas instalaciones en La Horta. Nos tomaron en serio», dice Pepe, con un poco de asombro y con mucho de agradecimiento. «Éramos chavales... y nos tomaron en serio».

Tenían club, tenían campo (dos días para entrenar y otro más para el partido), habían comprado balones (tienen más de catorce) y ahora faltaba la sustancia, lo que hace de un equipo de fútbol un equipo de fútbol: los jugadores y el entrenador.

Pepe conocía a Álex Font, que ha estado en el staff del Manchester City y también había entrenado al Cornellá y al Hospitalet. Le convencieron para que tomase el mando del vestuario (y para que cargue con los balones y los conos). Para los jugadores usaron las redes sociales y el día señalado aparecieron 33 jóvenes. Se quedaron con 21 y ahora han incorporado varios más: en total son 24 jugadores.

El Huesca, que se enteró de la iniciativa, les mandó equipaciones y Fredo, compañía de conservas del Cantábrico es su patrocinador. Además, los jugadores pagan sus inscripciones. Las cuentas salen. Ahora queda lo más complicado. «Cuando el equipo estaba cerrado pedí la opinión al entrenador y me dijo que sí, que había material», dice Pepe. Es decir, que son competitivos. El plan es adaptarse a lo que pida el partido: defender bien y, si se puede, tener pelota y la iniciativa.

No somos más que promesas por cumplir. Pepe y Tomás ya han cumplido la primera.