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Real Madrid: los jugadores inexplicables

Si en el Madrid juegan Mendy, Militao, Vinícius, Jovic o Isco es que nos hemos vuelto todos locos

Militao, en el momento de la expulsión ante el Levante
Militao, en el momento de la expulsión ante el LevanteKiko HuescaEFE

El Real Madrid es el mejor equipo de todos los tiempos. Simplemente. Nadie ha ganado 13 Copas de Europa. El segundo, el Milan, está a seis. El Liverpool, a siete. Y el siempre loado Barça -da igual que esté bien, mal, regular o peor porque son guais- a ocho que se dice pronto. En la Casa Blanca ha trabajado más del 50 por ciento de los mejores jugadores de la historia: desde Di Stéfano hasta Cristiano Ronaldo, pasando por Gento, Puskas, Kopa, Hugo Sánchez, Ronaldo Nazário de Lima, David Beckham, Figo, Casillas, Raúl, Modric, Ramos, el descomunal como jugador, descomunal como entrenador, Zinedine Zidane, y un tan largo como glorioso etcétera.

Para el Madrid no vale cualquiera. Cómo será de exigente el club que tipos que llegaron con un pedigrí incuestionable fracasaron en menos de lo que canta un gallo. Aquí no sólo cuenta la aptitud sino también la actitud. Y el coco. El coco es fundamental para triunfar en un plantel en el que tienes que gozar de instinto asesino, de autocontrol y de esa fuerza mental que te hace crecerte cuando estás contra las cuerdas y tener los pies en la tierra cuando te sales del mapa. Un coco que te otorga estabilidad psicológica para no venirte abajo con el público más exigente, el del Bernabéu, que te sentencia a muerte si no sudas la camiseta, si no presionas al contrario, si no corres y, ante todo, si no eres superlativo con el balón en los pies.

En el Madrid ni puede, ni debe jugar cualquiera. El sábado por la tarde, a eso de las seis y diez, cuando el espectáculo dantesco frente al Levante acababa de expirar, enumeré mentalmente los futbolistas que no son dignos de vestir la camiseta más preciada. Así como cualquiera no puede bailar en el Bolshói moscovita, cantar en La Scala de Milán o jugar en los All Blacks, lo mismo sucede con el club que preside Florentino Pérez. Por eso me pregunté qué carajo pintan aquí determinados personajes.

El primero es Ferland Mendy, un lateral aceptable, bastante tronco a mi juicio, que costó 53 millones. Yo me pregunto: ¿es mejor que el exiliado Reguilón? Respuesta obvia: ni en 10 reencarnaciones. ¿Está por encima de un apagado Marcelo? Obviamente, ni de lejos, máxime si el brasileño vuelve a ser el estrellón que fue. Y desde luego compararlo con el también desterrado Achraf, que se desempeña igual de bien a izquierda que a derecha, es como equiparar un Rolls con un 600. De Odriozola no opino porque no hay partidos suficientes para efectuar una valoración justa sobre él. Lo de Militao se resume en el mote que le adjudicaron sus propios compañeros: “Limitao”. Apodo acuñado mucho antes de la pifia del sábado que, si bien no era roja, facilitó la prevaricación de los chicos del VAR. Sobra añadir que este tío no es, por ejemplo, mejor que Vallejo o el gran Nacho Fernández. Siquiera asimilarlo con este último es un crimen. Lo mismo tengo que concluir de Brahim, que se fue al Milan dejando en Madrid a un Vinícius que, de momento, es peor que él, y a un Rodrygo al que no tiene nada que envidiar, si no es más bien al revés. Vinícius hace méritos todos los fines de semana para que le den puerta este verano o para que sirva de trueque con Mbappé, Haaland o el lucero del alba. Del cedido Jovic ni hablamos. Pagar 65 millones por este tostón de jugador que sólo quería Zidane es un insulto a la inteligencia. Mariano, sin ir más lejos, es mejor que él y, desde luego, le echa entre 1.000 y 2.000 veces más sangre a la cosa. Tampoco sé qué pinta a estas alturas en el equipo un Isco Alarcón con un físico de jubileta en el que sobresale esa cintura modelo mesa camilla. De Marcelo no sé qué sentenciar porque si bien es cierto que aún está en edad de merecer, no lo es menos que parece como si se hubiera gripado. De Benzema no diré mucho más porque lo he dicho prácticamente todo. Con esos ratios de gol no se puede lucir el dorsal 9 del Real Madrid.

Hay que fichar un killer como Dios manda, sea 7, 9, 10 u 11, para jubilar una sequía goleadora que amenaza con convertirse en sistémica. La cosa está clara: o se hace una limpia de campeonato y se trae savia nueva, cosa complicada porque las arcas están exhaustas por el tsunami del Covid, o no sólo esta temporada terminará en blanco. Si en el Madrid juegan Mendy, Militao, Vinícius, Jovic o Isco es que nos hemos vuelto todos locos. Ni el Madrid pudo llegar tan bajo, ni ellos tan alto.