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Raúl Enterríos, capitán de los Hispanos y el jugador que más partidos ha disputado con la selección española / Foto: RFEB

“No dejo de aprender”

Hoy llegará a 281 partidos con los Hispanos y superará el récord de Barrufet. Campeón del mundo, de Europa dos veces... Su final de trayecto serán los Juegos de Tokio

En el colegio de Raúl Entrerríos (Gijón, 40 años) se podía hacer baloncesto y balonmano. Su hermano Alberto optó por los goles en lugar de por las canastas. Sus amigos, también. La elección fue fácil para él. «Empezamos a modo de diversión, me enganchó y desde el inicio me lo tomé bastante en serio», recuerda. Tan en serio que este sábado ante Argentina (20:00, Teledeporte) se convertirá en más leyenda de su deporte con 281 partidos con los Hispanos. Debutó en 2003 y las ha visto de todos los colores, derrotas, penas (no poder jugar el Mundial de 2013 en España, por lesión) y alegrías, muchas alegrías, hasta nueve medallas entre las que se cuentan un oro Mundial, dos Europeos y un bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín.

-Hoy serán 281 partidos con la selección. ¿Qué le hace sentir eso?

-Los números son eso, números. No te paras a pensar en ello. De lo que estoy orgulloso es de tener una trayectoria tan larga en la selección. Es algo muy especial, porque cuando inicias el camino no te pones a pensar en hasta cuándo va a ser, intentas estar el mayor tiempo posible y tras muchos años seguir estando aquí y alcanzar una cifra tan importante es algo único.

-Supera a Barrufet, con el que compartió selección...

-Coincidimos en la selección en varios campeonatos, en los Juegos de Pekín... No sólo ya Barrufet, sino una serie de jugadores que han tenido trayectorias muy amplias en el equipo nacional, con unos nombres que pasarán a la historia por todo lo que han aportado al balonmano español, estar junto a ellos es todo un privilegio.

-Ganaron, por ejemplo, el Mundial de 2005 ¿Cómo era aquél Raúl y cómo es éste?

-Bueno, aquel era mucho más joven... Era un jugador que todavía estaba adquiriendo mucha experiencia y formándome y aprendiendo, como continúo haciendo hoy en día. Entraba en un grupo histórico, de jugadores que hoy son leyenda como el propio Barrufet, jugadores importantes en ese momento y para el desarrollo posterior del equipo. Pasa el tiempo y eres tú el que se va quedando como veterano y tienes el privilegio de verlo desde el otro punto.

-Es capitán, referente. ¿Se ve en la obligación de ayudar a la transición?

-Los veteranos tenemos una responsabilidad: hacer ver a los jóvenes que estar en la selección española es un privilegio y que una vez que estamos dentro de lo que se trata es de trabajar y dar el máximo en cada entrenamiento y en cada competición. El éxito de este equipo se base en eso, en que todo el mundo aporta independientemente de los años que llevas aquí. Tenemos que poner muy en valor a todos los que participan.

-¿Y cómo empezó todo, de niño?

-De una forma muy natural. En el colegio en el que estudiábamos en Gijón había baloncesto y balonmano, había mucha participación, en mi caso mi hermano ya lo practicaba, mis amigos también y yo tampoco me lo pensé demasiado y dije: “Vamos a probar”, ya desde muy pequeñito, con seis años, creo recordar. Empezamos a modo de diversión, como no podía ser de otra forma allí en el colegio, me enganchó y desde el inicio me lo tomé bastante en serio, me comprometí bastante con el deporte que estaba haciendo y sigo haciéndolo hasta el día de hoy.

-¿De quién ha aprendido más?

-He aprendido de muchísima gente. He tenido el privilegio de trabajar con grandísimos entrenadores, que han sido imprescindibles para el desarrollo del balonmano en España, los he tenido como entrenadores en clubes, en la selección [Cadenas, Pastor, Xavi Pascual, Jordi Ribera, Valero Rivera...], con lo cual ha sido un aprendizaje continuo que sigo haciendo a día de hoy. Y al mismo tiempo he compartido equipo con grandísimos jugadores y de todos ellos he tenido aprendizaje y vas añadiendo aspectos a tu juego y al mismo tiempo que vas formándote tú individualmente es bonito tener gente de la que vas aprendiendo. Otra de las piezas que ha sido también muy importante ha sido mi hermano, está claro, he tenido el privilegio de tenerlo en casa y ver cómo iba iniciando su camino en el balonmano profesional, cómo iba mejorando, en qué tipo de jugador se estaba convirtiendo, que es un jugador de equipo, lo que a mí me atraía. Ha sido una figura muy clara.

-¿Era de picarse con su hermano?

-No, la verdad es que los dos somos bastante tranquilos, tenemos un carácter muy paciente y no nos gustan tampoco las peleas, pero bueno, éramos niños y en casa a lo mejor había algún pique con determinados juegos, pero luego ya en la pista, más adelante, cada uno miraba por sus intereses.

-Tantos años no ya jugando, sino siendo competitivo. ¿Cuál es el secreto?

-Afrontar cada temporada con la misma ilusión y el mismo hambre. Por otro lado, continuar aprendiendo. Siempre he querido ser un jugador importante para el equipo en el que estuviese y eso me ha empujado a trabajar duro, a adaptarme a las necesidades del equipo, a intentar conectar con los compañeros de la mejor forma posible... Porque entiendo que es la mejor forma de aportar al equipo. Y he tenido suerte porque me han respetado las lesiones, he sido una persona que se cuida bastante. Hasta el último día he intentado ser competitivo y he estado en equipos muy competitivos. Esa llama hace que mantenga la ilusión.

-Una lesión puñetera sí tuvo: antes del Mundial 2013 en España

-Fue dura, porque fue a pocos días de comenzar el campeonato. Se me rompió un hueso de la mano. Fue duro porque después de jugar muchos campeonatos fuera de casa se abrió la posibilidad de hacerlo allí con tu gente, con tu familia, con la afición, y tenía muchísimas ganas de disfrutar eso, porque nunca lo había tenido, siempre lo viví desde el lado del equipo que juega fuera de casa y con todo en contra. Llegó en un momento inoportuno y tuve que verlo desde fuera. Me quedé con ganas de poder vivir todos esos momentos.

-De los momentos buenos, ¿con cuál se queda?

-Es difícil escoger uno solo. Los que hemos tenido una carrera larga hemos tenido el privilegio de tener muchos buenos momentos. Otros duros y difíciles, pero también buenos, hemos conseguido algo impresionante, sobre todo los últimos años con los dos campeonatos de Europa, participar en los Juegos Olímpicos... Son una cantidad enorme de momentos que vas guardando y el día de mañana cuando eches la vista atrás nos sentiremos orgullosos.

-Se iba a retirar el año pasado. ¿Cómo fue el reseteo mental para seguir un curso más?

-En verdad no fue difícil porque fue una decisión bastante continuada. No hubo tiempo para parar, a pesar de la pandemia. Se hizo una pausa y yo lo que quería era terminar mi carrera con la mayor normalidad posible, jugando todas esas competiciones y llegando al final para poder decir que cierras la etapa como debe ser. A pesar de que este año está siendo complicado, porque cierras una etapa importante y lo estás haciendo con pabellones vacíos, en situaciones diferentes, estoy agradecido de poder hacerlo, y de poder cerrar este capítulo tan importante compitiendo, entrenando, que es lo que más me gusta, e intentando luchar por estar otra vez en el equipo, en la selección... Cuando tienes esa motivación y físicamente estás bien, no es complicado dar ese paso.

-El aplazamiento de los Juegos Olímpicos a 2021 ayudó...

-Por supuesto, todos tenemos mucha ilusión de poder competir en Tokio este verano. Todos estábamos muy atentos a lo que podía ocurrir con los Juegos Olímpicos y al ver que se posponían un año es un motivo más para intentar estar. El hecho de continuar no quiere decir que vaya a estar, tengo que volver a ganarme el puesto como el resto de compañeros y eso pasa por competir un año más en el Barcelona y trabajar al máximo. Ojalá se pueda cerrar allí porque sería un broche excepcional...

-Y si fuera con una medalla...

-Bueno... Vamos paso a paso.