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Oyarzabal: historia de un penalti

El héroe de la final entre la Real Sociedad y el Atlético no dudó en lanzar pese a sus últimos fallos, pero sí cambió su estilo

El penalti de Oyarzabal que dio el triunfo a la Real Sociedad en la final de la Copa del Rey ante el Athletic Club
El penalti de Oyarzabal que dio el triunfo a la Real Sociedad en la final de la Copa del Rey ante el Athletic ClubRFEFRFEF

El destino le puso delante a Oyarzabal un gran desafío: un penalti en la final de la Copa del Rey contra el Athletic Club. Lo que hace no tanto hubiera sido un sueño llegaba esta vez con un asterisco. ¿Quién no quiere un penalti a favor? Por supuesto, pero hace un par de meses el capitán hubiera afrontado ese lanzamiento con toda la tranquilidad y en La Cartuja tenía motivos para temblar, más allá de la importancia de la cita. Es el heredero de Xabi Prieto en muchos sentidos: tiene el «10», su número; el brazalete y la habilidad para lanzar penas máximas, que fue perfeccionando con la llegada de Eusebio al banquillo de Anoeta. Xabi tiró 21 en su carrera y sólo falló una, precisamente ante el Athletic en Liga en 2007.

Hasta el pasado enero, Mikel había transformado todas las que había intentado, 16, incluidas dos con la selección sub 21 y también una en las semifinales de la Supercopa ante el Barcelona, encuentro que terminó en empate y que tuvo que decidirse en la tanda. El tanto de Oyarzabal parecía seguro, pero por primera vez perdió el duelo. Ter Stegen se lo detuvo y a partir de ahí comenzaron las dudas. Desde ese momento hasta el pasado sábado se equivocó en otras dos, ante el Manchester United en la Liga Europa y contra el Levante en el campeonato doméstico, ambas lanzadas fuera, como fotocopias, mientras que convirtió una ante el Cádiz. Su fórmula infalible comenzaba a tener algún agujero. Porque Mikel no tiraba los penaltis y ya está, él tenía un método: carrera, saltito antes de llegar, siempre con la vista en el portero, como un duelo de pistoleros hasta esperar el primer movimiento; y si éste era del guardameta se acabó, porque la pelota iba a acabar en la red entrando mansa por el otro lado. «Cuando coloco el balón no sé a ciencia cierta dónde voy a tirar, depende del momento», había admitido en alguna ocasión.

Al recelo que pudiera tener el capitán realista se unió otro hecho más reciente. «Curiosamente ensayé tres penaltis en el último entrenamiento y fallé dos, pero tenía mucha confianza en mí mismo», desveló el atacante. Ante la opción de un tiro así y pese a todo, ni se le pasó por la cabeza no ser él el ejecutor. «Los penaltis no son siempre lotería, son momentos y se trabajan. Tenía claro lo que tenía que hacer. Mis compañeros confiaban», aseguró Oyarzabal. «Estaba muy tranquilo porque lanzaba Mikel y Mikel siempre aparece en los momentos importantes», confesó su entrenador, Imanol. Y Mikel se olvidó de la manera en la que había tirado todos los penaltis anteriores: ni saltito ni reto de western con el guardameta; un tiro firme y seguro cruzado, al lado natural, y gol.

Oyarzabal recortó un trozo de la red en la que había marcado el gol con el que hizo historia. A las 14:10 llegaron al aeropuerto guipuzcoano y por el autobús, los jugadores vieron cómo los aficionados lo celebraban en los márgenes de la carretera.