Fütbol
Una final de Copa liberadora... Para el que la gane
El Athletic busca resarcirse de la final perdida contra la Real Sociedad ante el Barça, que puede ganar un título en un año que iba para desastre
Una de las cosas buenas del deporte es que dicen que siempre suele dar nuevas oportunidades, que permite la opción de recuperarse después una derrota, y el Athletic Club no ha tenido que esperar mucho para disponer de la opción de quitarse el amargor de perder la final de la Copa del Rey de 2020 contra la Real Sociedad. La pandemia y las ganas de que ese duelo fuera con público lo llevaron a 2021, al 3 de abril, hace dos semanas. Definitivamente fue sin aficionados en las gradas. Y perdió el equipo de San Mamés. Fue una decepción grande, pero la final de la edición de 2021 ya está aquí y el conjunto vasco se enfrenta al Barcelona con las mismas ganas, pero diferente perspectiva. La otra era un derbi vasco inédito, más igualado en principio, y, según Marcelino, el entrenador rojiblanco, les pudo la presión. Esta vez apuntan a su oponente como favorito. «Estoy como un cañón y creo que los jugadores están en una situación muy similar. Eso es lo que creo, luego las palabras hay que demostrarlas en el campo. Contra la Real no fuimos nosotros y estamos convencidos de saber los motivos. Jugamos con una mochila y pienso que ahora no nos va a suceder. No habrá miedo a perder», dice el técnico asturiano, que ya sabe lo que es derrotar al conjunto de Koeman, en la pasada Supercopa, en la que logró incapacitar el juego ofensivo de su rival y sentenciar en la prórroga, para firmar un torneo perfecto en el que también habían eliminado al Real Madrid. Quiere el Athletic ahora un título del que fue rey durante muchos años, hasta que el estirón del Barcelona en el siglo XXI le ha dejado atrás. Precisamente el equipo azulgrana ha sido verdugo de los vascos en tres de sus últimas cinco finales, en las que ha sido derrotado en todas. También el Barça es el último oponente al que venció el Athletic en un partido de este tipo, en 1984, el famoso duelo del Santiago Bernabéu en el que los jugadores acabaron a patadas y puñetazos.
El Barcelona, por su parte, perdió su última final de Copa. No fue contra el Athletic, pero sí contra Marcelino, que dirigía al Valencia en 2019. Vive el equipo de Koeman una temporada en la que combina rayos y truenos con etapas de claros. La última ha quedado oscurecida por la derrota en el Clásico el pasado fin de semana. Pero, como al Athletic, pronto le ha llegado la posibilidad de apagar ese recuerdo si levanta un trofeo, opción que hace no tanto parecía imposible. Porque empezó el curso marcado por la salida en falso de Messi el pasado verano. Fue un terremoto, casi monotema en el arranque, y los resultados no ayudaban, con varios tropiezos que hicieron decir a más de uno, al propio Koeman incluso, que la Liga estaba casi imposible, sobre todo viendo la solidez del Atlético. Se hablaba más de año de transición o de crisis económica que de otra cosa. De transformación, de hacer crecer a los jóvenes. «El Barça siempre exige títulos, es un club ganador», reconoce Koeman, que sabe que en caso de derrota habrá alboroto sobre su futuro, pero dice que no está preocupado.
El Atlético se ha humanizado y el Barça encadenó 19 jornadas sin perder y se enganchó al título, por el que también lucha el Real Madrid. De la nada se empezó a hablar de doblete porque antes del arreón definitivo de mes y medio que queda en el campeonato de la regularidad está la final de Copa, donde el equipo de Koeman lo que sí logró es armarse como grupo y recuperar la fe en un mes de enero de locura. No es una exageración decir que está en este partido de milagro: necesitó una prórroga en su estreno ante el Cornellá; tuvo que remontar al Rayo en octavos; estuvo prácticamente fuera contra el Granada en cuartos (necesitaba dos goles para igualar la eliminatoria en el minuto 88), donde también se fue al tiempo extra; y en las semifinales, ya a doble partido, perdió 2-0 con el Sevilla en la ida y dio la vuelta al resultado en el Camp Nou con un tanto al final que hizo bueno en una nueva prórroga con Piqué jugando cojo. Precisamente el central podría reaparecer hoy. «Está para jugar», admitió Koeman.
El punto de heroísmo en el Athletic llegó en los cuartos ante el Betis, donde también se alió con el minuto final para llegar a los 30 de añadido y a los penaltis. Igualmente, sufrió contra el Alcoyano, que había dado la sorpresa en la ronda anterior superando al Real Madrid, y contra el Levante en semifinales en otro duelo de 120 minutos. Ha ido en esta Copa casi siempre con la lengua fuera, pero ha remontado.
Messi busca su primer título como capitán
Se ríe Ter Stegen cuando le preguntan si perder sería un fracaso. «Creo que ellos van a salir a por todo también», dice el portero alemán del Barcelona. «Si se da el caso te quedas triste. Hubo un momento en el que la situación se puso un poco nerviosa, pero ahora está todo mucho más relajado, vamos en la misma dirección y nos concentramos en lo que tenemos que hacer en el campo», explica de los vaivenes de esta campaña uno de los jugadores más experimentados del grupo, aunque no ha disputado muchas veces la final de Copa. Fue el primer título que ganó como azulgrana en 2015, cuando él era el guardameta de la Copa y la Champions y Bravo el de la Liga. Después pasó a ser el de la Champions y la Liga, y la Copa se quedaba para su compañero. El encuentro también será novedoso, pero por su juventud, para los Pedri, Araujo y compañía, mientras que Piqué, Busquets y Messi pueden levantar el torneo del «KO» por séptima vez, por lo que igualarían el mítico registro de Gaínza. Para el «10» sería el trigésimo quinto título con el Barcelona. Por primera vez como capitán, sería el encargado de recibir la copa de manos del Rey. «No lo veo más motivado por eso. Leo es un gran jugador y un gran profesional, siempre intenta el máximo, quiere mejorar cosas... Él va a hacer el máximo para poder ganar», aseguró Koeman.
Muniain, ¿tocará la Copa esta vez?
Se ríe también Muniain, pero por otro motivo. Antes de la final contra la Real Sociedad se le ocurrió tocar el trofeo, y como perdieron, pues ya se sabe lo que son las redes sociales recordando el supuesto maleficio que hay para los que hacen lo que hizo el capitán rojiblanco. «Los partidos se ganan en el campo, no por tocar una copa o no. Consultaré con la almohada si lo vuelvo a hacer», bromeó una de las pocas dudas que tiene Marcelino en su once titular. Arrastra unas molestias. «Pero soy optimista», reconoce.
Pocos secretos hay entre los dos finalistas, que se enfrentan por cuarta vez en los últimos tres meses. Koeman apela a ser agresivos cuando pierdan la pelota. Marcelino, a la solidaridad, la humildad y el sacrificio.
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