Entrevista
Enrique Ballester: “Los teóricos del periodismo me dan un poco de repelús”
Ha publicado “Otro libro de fútbol”, una selección de sus mejores columnas en las que el deporte se mezcla con la vida con pensamientos mucho más profundos de lo que sugiere el título
Enrique Ballester escribe de la vida a partir del fútbol y del mundo a partir de Castellón. En «Otro libro de fútbol», (Libros del KO) recoge una selección de sus mejores columnas, que bajo el título genérico de «Barraca y Tangana» publica en «El Periódico». «Lo vendo fatal, como nada de lo que escribo es algo especialmente razonado, ahora tengo que razonar muchas cosas que he hecho intuitivamente y tengo que darles un cuerpo teórico», se excusa. Pero en el fondo todas sus columnas tienen un eco de profundidad aunque sea mirado desde la distancia.
–Partiendo del fútbol como excusa acaba hablando de cosas muy serias.
–Sí, busco el humor, desdramatizar mucho el fútbol, en parte porque el Castellón era un drama continuo y pensé «aquí hay que rebajar». Pero también entendí que si vas con esa ligereza por delante, igual puedes dar la hostia y entra mejor porque la gente baja un poco la guardia. Y creo que es una manera de decir cosas serias pero sin tomarse demasiado en serio.
–Desde el humor trata incluso el racismo. En una de sus columnas habla de «negrocampistas»
–Sí, pero no sé lo que le sugiere al lector y tampoco pretendo juzgar al que ve un centrocampista negro y automáticamente piensa «éste es un jugador físico» y ya no le ve otras virtudes u otros defectos. Simplemente yo expongo eso, que eso pasa y quizá sea un racismo cotidiano que subyace en nuestra mente y que cada uno haga su reflexión.
-En alguna columna hace una especie de confesión de que ninguno tenemos ni idea de nada.
-En el fútbol es muy natural pensar que sabemos todo. Es una profesión a la que nos acercamos como hinchas pensando que nosotros lo haríamos mejor. Todo el mundo piensa que lo haría mejor que el entrenador de su equipo. Incluso que los jugadores. Es algo que del fútbol está pasando a empaparlo todo. Pensamos que lo haríamos mejor que los científicos que trabajan en la vacuna, mejor que los que deciden las medidas que tenemos que tomar, que los políticos, por supuesto. El fútbol canaliza muchas cuestiones antropológicas, como la guerra o la identidad, pero creo que es más inofensivo que si todo eso lo volcáramos en otras cosas cotidianas. Me hace gracia, y así lo reflejo a veces, pero no me molesta porque creo que es un sentimiento humano volcar esa frustración en alguna cosa. Mientras estén en el fútbol, a la sociedad le irá mejor. En la época de Mourinho y de Guardiola, que teníamos clásicos muy tensos, muy intensos y políticos anodinos. Y ahora tenemos política tensa y clásicos anodinos. Es como si fueran vasos comunicantes. Y creo que era mejor lo de antes que lo de ahora.
–También retrata a una generación, con el paso del PC Fútbol al Football Manager.
–Leí un libro de Jaume Esteve que contaba la historia de Dinamic y del PC Fútbol, que se llamaba «Droga en el quiosco» y me llamaba la atención que había clubes que llamaban preguntando a quién podían fichar a veces. A veces se dice que la gente quiere que en los clubes de fútbol o en la política haya gente que los represente y yo creo que el problema es que a veces nos representan demasiado bien. Porque a mí un presidente que ficha a alguien llamando a los del PC Fútbol me representa, aunque quizá no sea lo mejor para el club, lo que necesite. Me llamó la atención. Y todo eso en el marco de que cuando conoces a veces cómo funcionan los clubes por dentro te llevas un desencanto. Creo que a veces también pasa con el periodismo.
–Si supiéramos cómo funcionan las cosas es posible que no consumiéramos nada.
–Enric González dice que los periódicos son como las salchichas, que nadie sabe cómo se hacen y que si supiéramos lo que llevan y cómo se hacen a lo mejor no nos las comeríamos. Además, el periodismo tiene ese punto de idealización de la profesión a través de las películas, del cine clásico, y luego yo creo que es algo más sencillo, es un oficio. A mí los teóricos del periodismo me dan un poco de repelús, porque muchos de esos teóricos no han trabajado en una redacción en la vida.
-A veces los periodistas también nos ganamos la mala fama.
-Yo tampoco desprecio nada que se hace porque creo que es muy difícil hacer cualquier cosa y la suerte que tenemos es que se puede elegir tanto en prensa escrita como en audiovisual, casi puede uno organizarse la semana a la carta de lo que uno quiere ver, oír o leer. Hay una variedad enorme de contenidos y cada uno elige. A veces uno necesita canalizar su cansancio vital y desahogarse un rato viendo espectáculo, entretenimiento y otras veces le apetece leerse una entrevista larguísima o una buena crónica. Ya hace tiempo que me alejé, como con la música y los estilos de juego, de los dogmas absolutos. Todo tiene su momento y todo tiene su porqué también. Yo también considero una ventaja ese prejuicio, que todavía existe, porque nadie espera que seas especialmente listo si escribes de deportes. Es más difícil decepcionar. Yo vivo con ese miedo a decepcionar, pero como ya de entrada escribo de fútbol, la gente no espera grandes cosas de ti. Y con cualquier cosa les sorprendes un poco y pareces más listo de lo que eres en realidad.
-¿La relación del aficionado con el fubolista se resume en esa columna suya sobre Pedro Alcañiz?
-”Eras el mejor, Pedro, no sabes cómo te insultaba”, le dice un aficionado. Ahí juega el factor nostalgia también porque a lo mejor ese hombre que le estaba diciendo eso a Pedro Alcañiz, el delantero del Castellón y del Valencia a finales de los 80 y en los 90, no añora tanto al Alcañiz delantero sino su juventud perdida, tener 20 años y estar en la grada y que su mayor problema de la semana era que Alcañiz fallara un gol a puerta vacía. Sí que pasa eso también si hablamos de jugadores que salían mucho de noche, que tenían ese registro bohemio, o jugadores muy violentos, que ahora la gente ve recopilatorios cuando han pasado décadas o años y dice “esto sí que era fútbol de verdad, Mágico González”. Pero a lo mejor si tienes en tu equipo ahora a alguien así, porque no se cuida o porque da una patada y lo expulsan y pierdes un título o bajas a Segunda División no te hace tanta gracia el fútbol de antes, el fútbol de verdad. Pero con la distancia todo se idealiza, se edulcora y creo que en esa frase que le dice el aficionado a Alcañiz aquella noche se veía muy claro. Alcañiz regenta un pub en Castellón, que se llama Waticano, que era un poco como la oficina de urgencia del periodismo deportivo y a lo mejor va gente más joven, que no le conoce y luego cuando se entera de quién es le dice “Perdona, Pedro, que no sabía quién eras, mi padre me ha hablado de ti”. Y él les dice: “cuando jugaba Pelé, tampoco habías nacido y sí que sabes quién es”. Él se pone a la altura de Pelé y le tenían que conocer igual. Es un filón de anécdotas Alcañiz.
✕
Accede a tu cuenta para comentar