Último deseo
La historia más bonita: en camilla, con el médico, pero yendo al fútbol
La Fundación Ambulancia del Deseo cumplió el sueño de Miguel Toral, en camilla y con cáncer, de ir al fútbol. Han realizado cientos de ellos: desde ver una estación hasta tomar una cerveza en la playa
«Papá», le llamó el hijo. Estaban, como siempre, en el hospital y habían visto las imágenes de Miguel Toral, en camilla, a sus 16 años y con cáncer, yendo a estadios de fútbol para cumplir su deseo de ver al Betis. Padre e hijo, entonces, decidieron ponerse en contacto con la Fundación Ambulancia del Deseo para intentar, también, cumplir el deseo del niño, pese a sus limitaciones y pese a todo. Sólo quería ir a ver a los jugadores del Barcelona, como Miguel había visto y había hecho llorar a Joaquín. «Papá», le dijo el hijo, mientras el padre, en la habitación del hospital, rellenaba los datos para ponerse en contacto con la Fundación: «Papá, con la mala suerte que tenemos, seguro que tampoco nos hacen caso».
Al día siguiente les llamaron y poco después, el niño pudo cumplir uno de sus últimos deseos, ver un partido y estar con los jugadores del Barcelona.
«Cada uno de nosotros tenemos una pasión por algo y la enfermedad no tiene que ser una limitación ni una barrera para poder cumplirla», asegura José Manuel Salas, médico y uno de los cuatro fundadores de la Ambulancia del deseo junto a Carolina Cánovas, Laura Juguera y Manolo Pardo. Ellos y su equipo son los que consiguieron que Miguel Toral lograra cumplir su sueño de ir a ver al Betis pese a la enfermedad. Con sólo 17 años murió esta semana de cáncer, pero pudo estar en tres encuentros y charlar con Pellegrini y leerle a Joaquín, su capitán, lo que le había escrito. El veterano y jovial futbolista, delante de Miguel, no escondió las lágrimas. «Hay quien quiere ir a un partido de fútbol en el estadio, pero también quien quiere ir a ver una estación de tren. O quien quiere volver con sus animales. Los pacientes se aferran a eso y les mantiene en su momento más delicado. Las pasiones son muy personales y no cambian. Lo que varían son tus condicionantes. Nosotros lo que ponemos son los instrumentos para que se lleven a cabo».
No es la primera vez que les piden ir al fútbol. Hace años llevaron a un hombre al Wanda. No había podido ir al nuevo estadio y quería ver a su Atlético de Madrid, aunque fuese en camilla. Acompañado de su hija, la emoción desbordó a todos: a él, a la hija y a los acompañantes. Porque muchas veces también los que les cuidan o los que les tratan piden ir con ellos a verles cumplir su deseo, a sentir su alegría y su momento. El aficionado del Atlético, en camilla, en el Wanda, por fin en el fútbol, hizo lo que siempre había hecho:
Se fumó un puro.
«No se piden grandes cosas: asistir a la boda de un familiar, tomar una cerveza en la playa, ir a un museo...», dice José Manuel. En 2018, él y sus tres compañeros crearon la Fundación siguiendo los pasos del conductor de ambulancia holandés Kees Veldboer. Como en su país cumplía los sueños de personas que estaban en cuidados paliativos o que tenían problemas de movilidad le llamaron para hablar e intentar verse. Kees cogió su ambulancia y con ella viajó de Holanda hasta Murcia para animarles a seguir sus pasos. Que alguien haga, sin más, ese recorrido en coche ya les dio una muestra del tipo de persona que era Kees, de lo que hacía y de lo que, definitivamente, querían hacer ellos. Llevan unos cien deseos cumplidos, aunque no todos salen en los medios o los publicitan porque depende del paciente, de la situación, y hacerlo público no siempre es lo más idóneo. Todo es gratis para quien les llama. La Fundación vive del entusiasmo de los voluntarios que participan en ella y también de los donativos que se hacen para que sigan con su labor de poder cumplir los sueños de quien ya no puede hacerlos por sí mismo.
Para el fútbol, ha sido José Miguel Monje Carrillo, presidente de la Federación Murciana, quien más les ha ayudado. Les abrió la puerta, les puso en contacto con los clubes y han firmado un convenio que esperan pueda también firmarse con la Federación Española, para facilitarles aún más su labor. Porque, si es posible, hay una aficionada de muchos años que quiere ver al Valencia, pero que cuando iba a llevarse a cabo el deseo, ingresó.
Porque creemos que sí, pero a veces no da tiempo a cumplir los deseos. A veces, ni siquiera sabemos que los estamos cumpliendo. «Aprecio más el día a día, las pequeñas cosas», dice José Manuel después de tres años con la Fundación: «¿Qué te hace feliz a lo largo de día? Ver a tus hijos, un partido o una cerveza”.
“Con la Fundación le doy importancia a esas cosas diarias y entiendo cada vez más la fragilidad de la vida: que ninguno nos quedamos, que tenemos un tiempo determinado y que hay que aprovecharlo. Que la enfermedad no sea un impedimento».
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