Brasil
Al ritmo de Marcelo
Oficialmente, Marcelo es defensa y así aparece en las alineaciones y en las guías de la Liga y la «Champions», pero su espíritu, su sonrisa, su calidad y hasta el peinado le delatan. Se trata de un extremo camuflado, que alcanza su máxima expresión cuando puede pisar el área rival y convertirse en un delantero más. Su capacidad para llegar y sorprender, junto a su buen pie para el centro y el disparo, le han convertido en muchas ocasiones en el atacante blanco más peligroso y en un socio ideal para Cristiano Ronaldo. Los más críticos le echan en cara su tendencia al despiste defensivo, pero se les olvida que es imposible estar en dos sitios a la vez y que su aportación ofensiva hace que el saldo sea positivo casi siempre. Y especialmente en épocas complicadas, cuando al equipo le cuesta generar fútbol y se atasca en el juego estático. En este escenario Marcelo es una mina y un soplo de aire fresco para el resto, como sucedió el miércoles ante el Copenhague. En los primeros 25 minutos dio un pase de gol a Cristiano y no hizo dos porque Benzema no fue capaz de rematar de cabeza otro buen centro del brasileño.
Su descaro agitó el partido ante los daneses en una noche que no era fácil después del tropiezo en el derbi madrileño. Volvía a la titularidad después de una lesión muscular con Brasil, hace casi un mes, y si no aparecen recaídas, debería ser un fijo en la consolidación del proyecto de Ancelotti. Porque no sólo es su pasión por la música la que anima el vestuario blanco en el día a día, sino que su calidad multiplica las variantes ofensivas del equipo.
Nueve centros al área firmó ante los daneses y seis y ocho «asistencias» sumó en las temporadas 2010-11 y 2011-12, respectivamente. La pasada sólo pudo jugar 17 partidos en las tres competiciones principales y bien que lo notó el equipo. Se rompió el quinto metatarsiano del pie derecho hace casi un año y estuvo tres meses de baja. Después regresó, pero fuera de forma: «Es su primera lesión larga y quizá no se ha cuidado como se debe hacer en estos casos», decía Karanka respecto al sobrepeso de Marcelo, un «enfermo de la música», que, tras sus rizos, esconde un chico «inteligente, reflexivo e interesado en cosas profundas».